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sueño parte I: grisáceo❞.

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"Comenzó todo y fue todo tan real.

¿Podría ocurrir de nuevo? Divagaba, ese sentimiento recorrería siempre mi cuerpo, el pequeño estallido que se liberaba en mi; esencia única que se acoplaba en mi vida como algo que siempre debió estar allí, algo que anhelaba, que era como un dulce que daba adormecimiento a mí instinto para hacerme el regalo de la tranquilidad que se adquiere cuando se sueña.

Es mi anestesia, quizás.

U es otra forma de seguir en mi pesadilla".

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Las luces blancas la hicieron taparse con las sabanas de inmediato.

-Serena, es hora.

Ella se envolvió aún más, su cuerpo lo seguía sintiendo adormecido y no encontraba las ganas suficientes para levantarse y afrontar el día, la voz que le llamaba vagaba cada vez más en todos sus pensamientos.

-Hija, vamos, llegarás tarde.

Se sintió confundida, se quitó de una la sabana que la envolvía, parada frente a ella estaba su madre, mirándolo con molestia y un ápice de diversión en la cara.

-Mira nada más, ayer parecías tan emocionada y ahora -una risita casi silenciosa se asomó de los labios del rostro que pretendía ser serio-, ahora vas a llegar tarde.

¿Y aquella burla de dónde provenía? Serena se sentía agotada, no entendía porque su madre estaba allí riéndosede ella; se levantó finalmente ante la mirada atenta de su madre, el cuarto le resultaba extraño considerando el lugar donde estaban, el dosel de su cama la hizo ver que esto no era el lugar que ella creía .

Se dirigió al tocador, había muchas botellas de perfume.

Se asustó, su reflejo mostraba su yo de diez años.

Cabello largo, sin esas ojeras que la hicieron apagarse demasiado pronto ante las miradas preocupadas de los demás, sus ojos conservaban ese brillo que los hacia ver juguetones, de "ese azul que te abraza cariñoso y cálido cuando los miras", decía él.

El dolor seguía ahí, mezclándose con la imagen juvenil del espejo.

-Serena, ¿por qué no te vistes mientras sirvo el desayuno? No te tardes.

Casi había olvidado que su madre seguía en le dormitorio, observó como ella salia de lugar, miró alrededor de sí, era un lugar grande, se acercó al clóset, cuando lo abrió se encontró con vestidos de tonalidades claras, con holanes y enormes listones, zapatillas de charol de diversos diseños, tomó el conjunto que más le gusto y de un cajón unas medias blancas que incluían en el diseño un patrón de corazones rosa pastel​.

Vestía como la niña que fue, pero no conservaba el sentimiento de curiosidad ni la fortaleza de la joven que se suponía debía seguir siendo.

Se acercó de nuevo al tocador, ese reflejo era más como un fantasma que se reía de ella por convertirse en una tragedia; no cuestionaba, solo actuaba, así era ella ahora, se dejaba arrastrar por lo que ocurría en su entorno, y su entorno indicaba que todo esto sería olvidado cuando despertará.

Porque esto era una pausa del huracán que la tenía cautiva.

Esa era su conclusión puesto que se sentía tan tranquila y liviana; todo se trataba de un sueño, no era una de esas pesadillas que la abordaban por las noches ni el vació de cuando se duerme sin soñar; era un sueño.

Aun era un sueño.

Tomó un cepillo, desenredo su cabellobsedoso, largo y no descuidado, el llamado de su madre la hizo salir de su estado de ensoñación; desayunó con su madre, estaban en una casa que aparentaba no ser muy grande con mucha iluminación, ya que con rapidez logró dar con el comedor guiándose por la invitación de nostalgia que ofrecía el aroma dulce de lo que su madre había preparado.

Después del desayuno, su madre le pidió que ya se preparaba para salir. Ante una reprimenda por no haber traído su maletín ni haberse abrigado correctamente, fue a toda prisa a su habitación.

Cuando regreso a donde estaba su madre la puerta principal fue abierta, los copos de nieve la abrazarían para formar en ella un nudo en la garganta, subió al automóvil que la esperaba enfrente, árboles frondosos en el camino y farolas era lo que observaba alrededor.

No debía faltar mucho para que llegara primavera de todos modos.

Supo que llegaron a su destino cuando le indicaron que bajara, ante ella estaba un ostentoso edificio en la que muchos jóvenes de ropajes blancos ingresaban.

Fue jalado su brazo y ella se dejó guiar.

-Serena, ¿estás bien? te noto distraída, creí que estabas emocionada ya que al final tendrías oportunidad de ver un pokemon.

Eso le refrescó la memoria, se había perdido, casi olvidaba la realidad.

Para cuando su madre la dejó sola, una risa cantarina que provenía de algún lugar cortaría más profundo en una ya vieja herida suya.

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Aquella noche estrellada. Où les histoires vivent. Découvrez maintenant