10- El gringo y el frijolero (pt.2)

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PARTE 2: "EL FRIJOLERO"


En el barrio latino de Major City, pero sobre todo en el edificio de apartamentos #5, era costumbre que los vecinos despertaran con el sonido de la libertad, y no

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En el barrio latino de Major City, pero sobre todo en el edificio de apartamentos #5, era costumbre que los vecinos despertaran con el sonido de la libertad, y no... no lo digo por el trinar de las aves del parque cercano, ni por la sinfonía de cláxones de los coches que comenzaban a aglomerarse en la Avenida Revolución; sino por el sonido del iphone de Alfred F. Jones, que todos los días, a las 600 horas puntualmente (las seis de la mañana para la gente normal), se conectaba a su equipo de audio profesional y hacía estallar sus bocinas con la canción «Star spangled banner», mejor conocida como el himno nacional de los Estados Unidos de América.

En el primer piso, un argentino dormía tranquilamente con su antifaz de solecitos y sus audífonos en los que sonaba Bocanada de Cerati; en la segunda planta, un joven cubano roncaba agusto gracias a sus ventanas aislantes del sonido; y en el último nivel, un canadiense descansaba hecho bolita con tapones para oídos puestos. Todos en el edificio estaban tan acostumbrados al escándalo madrugador del estadounidense, que a nadie se le cruzó por la cabeza advertirle a los recién llegados mexicanos.

Itzel era de esas personas a las que puedes taparle la nariz, arrojarla al mar, incluso le puede caer un meteorito y seguirá dormida como una piedra, por lo que no tenía problema con el ruido; Pedro, sin embargo, tenía el sueño tan liviano que se despertaba hasta con el más fino zumbar de un mosquito; así que, cuando las bocinas del departamento de al lado entonaron el famoso «Oh say can you see...!» a todo volumen, el mexicano salió disparado del colchón por la onda expansiva del sonido.

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—¡¿Por queeeé?! —. Se lamentó desde el suelo, cubriéndose los oídos con su almohada.

Definitivamente, ser vecino del estadounidense era cincuenta veces peor de lo que había imaginado.

—GOOD MORNING AMERICA! —Dentro de su cuarto, Alfred sonreía lleno de energía a la cámara de su ordenador—. Aquí está su amigable vecino Alfred F. Jones, transmitiendo en vivo a primera hora del día, como todos los días, listo para mi heróica rutina de ejercicio. ¿No es verdad, Baldie?

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Mi vecino el gringo - LatinHetaliaWhere stories live. Discover now