9- Doble identidad (pt.1)

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Itzel se detuvo frente a un edificio modesto. Jugaba con una de sus trenzas con ligera inquietud mientras miraba la zona a su alrededor; lucía bastante normal y tranquila, tal vez demasiado...

La chica se acercó al timbre del lugar, pero justo antes de tocarlo, un impulso la hizo brincar hacia atrás y soltar un quejido nervioso; y es que cualquier persona con un poco de sentido de supervivencia, sentiría incertidumbre previo a entrar a una dirección desconocida, que le entregó un número aún más desconocido, en una llamada misteriosa.

Bien, comenzaba a creer que el haber ido no había sido muy buena idea, pero seguía sin conseguir trabajo, y su hermano y ella necesitaban dinero para comer. No tenía más remedio que acudir a esa cita y tomar el riesgo.

Decisiones desesperadas para tiempos desesperados.

Finalmente, la mexicana se dijo «culo si no» para darse valor e hizo un par de garabatos frente a su cara, simulando que se persignaba. Tocó el timbre del local y antes de que se diera cuenta, ya la habían hecho pasar y se encontraba observando el lugar con ojos de sorpresa. Dentro había varias mujeres uniformadas yendo de un lado a otro; hombres también, pero en menor cantidad.

Caminó hacia el escritorio de recepción y al darles su nombre, la llevaron a una pequeña sala, dónde la esperaba un reclutador y a su lado, un rostro que le parecía conocido.

—¿Usted...?

No podía creerlo. ¡Era la mujer que limpiaba el piso en Industrias Kirkland el día que se fue a entrevistar allá... y causó un incendio!

Se sentía como en esos vídeos de facebook mal actuados que son sobre no juzgar por las apariencias.

La mujer, de alrededor de cincuenta años de edad, le sonrió al saberse reconocida y saludó cálidamente.

Explicó que ella en realidad trabajaba para una agencia mediana que provee servicio de limpieza a Industrias Kirkland y otros corporativos con oficinas en el Distrito financiero, a través del outsourcing.*

—Su paso por Industrias Kirkland fue tan destructivo, que nuestra agencia recibió una demanda gigante de puestos a cubrir —mencionó el reclutador, mirando fijamente a la latina.

Itzel se rascó la nuca y chasqueó la lengua.

—Chale... ¿Eso significa que me van a demandar o algo así...?

Los otros dos rieron al mismo tiempo.

—Al contrario... ¡Nunca habíamos tenido tanta demanda de activos! Se están generando más empleos e ingresos para la agencia.

La mujer se paró a un lado de ella y le mostró una carpeta con sus datos.

—Cuando encontré su currículum en Industrias Kirkland y supe que estaba buscando trabajo, pensé que quizá le podría interesar unirse a nosotros...

»Me tomé el atrevimiento de llamarla porque... Yo también soy inmigrante y comprendo lo difícil que puede ser que confíen en uno para darnos empleo aquí.

Itzel la miró incrédula por dos segundos, y conmovida, se colgó de ella con un abrazo, haciendo que tanto la mujer cómo el reclutador se desconcertaran.

—¡Señora, muchas gracias! ¡GRACIAS! ¡GRACIAS...!

—No se preocupe, niña —sonrió la mayor —. Para eso estamos... Para ayudarnos entre nosotros.

 Para ayudarnos entre nosotros

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Mi vecino el gringo - LatinHetaliaWhere stories live. Discover now