Capítulo 19

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Al día siguiente, cuando desperté, Shin estaba con el torso desnudo buscando una camisa.

—Buen día —dije admirando su espalda.

Él se volteó asustado.

—¿Cómo estás? —Se apresuró a colocarse la camisa.

—Bien —Suspiré.

—¿Le temes a los truenos? —preguntó, acercándose a mí.

—No, no es un miedo. Es una fobia.

—¿Siempre la tuviste?

—No, comenzó cuando mi padre murió.

Se acercó, depositó un beso sobre mis labios y se alejó para colocarse la corbata.

¿Qué fue eso? ¿Qué fue lo de ayer? Me sentía perdida.

—Haré que lo olvides —habló al ver mi confusión—. Que olvides a tu ex.

Abrí los ojos con asombro.

—Ahora, vamos a desayunar.

Asentí, sintiéndome perpleja y confundida. Me dirigí con las pantuflas de Shin a la cocina, donde un rico café y unas masitas esperaban por mí. Me apuré a sentarme y como cual niña emocionada balanceaba las piernas en la banqueta.

—Este es para ti —dijo acomodando una taza frente a mí.

—Gracias.

Shin se había preparado un té. Ambos lo desayunamos en silencio. Realmente me sentía muy incómoda, más bien confundida.

—Emma ¿Por qué no te vas vistiendo? Yo lavaré las cosas.

Nuevamente asentí y me bajé de la banqueta.

Me coloqué un short tiro alto junto con una camisa rosa con pequeños corazones blancos. Me recogí el cabello en una coleta junto con un lazo y en los pies utilicé unas chatitas negras que iban con mi bolso.

Ahora que tenía todo mi guardarropas era fácil decidir qué usar. Nunca más tendría que usar ropa extravagante comprada por Shin. No pude evitar reírme ante mi ocurrencia, lo cierto era que la primera vez que me compró ropa sí que estaba desnuda.

—¿Estás lista? —Shin golpeó la puerta.

—Si —abrí y salí del cuarto.

Él me tomó de la mano y nos dirigimos así hasta el estacionamiento. Abrió la puerta del auto para mí y luego la cerró, se subió y comenzó a conducir hasta las oficinas.

Al llegar, Shin había preparado un escritorio para mi fuera de su oficina. Sobre él había una agenda, un ordenador de sobremesa, una libreta y un lapicero.

Señalé el escritorio, confundida.

—Desde ahora ese será tu lugar, aquí puedes hacer todo lo qué haces en mi oficina, pero estar aquí hace que los empleados no imaginen cosas de más. Eso sin contar el otro beneficio, claro —dijo con una sonrisa.

—¿Otro?

—Ya lo verás.

No podía creerlo, mi propio escritorio. Aunque realmente no trabajaba, iba a poder dedicarme a planificar y organizar las obras de Wattpad, también a terminar Legend of Fuyao. Pero, ¿cuál era el otro beneficio? ¿Por qué tanto misterio?

Un pitido sonó y me saco de mis pensamientos.

—¿Sí, hola? —atendí el teléfono.

—Te ves hermosa hoy —dijo Shin desde el otro lado de la línea.

Probablemente mi rostro estaba teniendo tonalidades rojizas que jamás alguien ha visto.

—Gra-Gracias —dije y me apresuré a cortar.

Levante la vista y Shin estaba mirándome desde adentro de su oficina. Me tapé el rostro con las manos y me levanté apresuradamente y hui hacia el baño.

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