Capítulo 22

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Entré al apartamento, dejé mis cosas en el sofá y me dediqué a buscar la laptop de Shin.

Una vez que la encontré, me preparé un café y me senté, decidida a actualizar mi obra Mi gato: Aun eres mía, la segunda parte de Mi gato. En la segunda parte, la trama había dado un gran giro y a algunos usuarios no les agradaba, pero a otros sí. Y lo más importante: a mí me encantaba cómo estaba enfocando la obra.

Realmente prefería escribir capítulos cortos de una media entre quinientas y ochocientas palabras, para que se hiciera menos tedioso a la hora de leer.

Cuando estaba en el clímax de mi inspiración y a mitad del capítulo, la puerta del apartamento se abrió.

—Shin, ¿eres tú? —hablé aun desde el sofá.

Me levanté y fui a ver, ya que nadie me respondió.

—¿Quién eres? —cuestioné al ver a una mujer asiática cerrando la puerta.

—La pregunta aquí es quién eres tú, pequeña.

¿Pequeña? ¡Yo no era pequeña!

—Yo vivo aquí, así que aquí las preguntas las hago yo —sonreí victoriosa.

—¿Este no es el departamento de Shin?

—Si, vivimos juntos. ¿Y tú quién eres? —insistí.

—Su novia, ¿y tú? ¿Su mucama?

¡Mucama tu abuela!

—Disculpa, seguro que él te dejó una gran impresión y no quieres aceptar que te dejó, pero Shin es mi novio ahora. Hazme un favor y lárgate.

—Pobre pequeña, te ha estado engañando.

—No, Shin no es esa clase de persona.

—¿Hace cuánto que lo conoces? —dijo, riéndose en mi cara.

—No sé, un mes.

Me quedé pensativa.

—No sabes nada de él —rio.

De pronto sentí unas incontrolables ganas de tirarle la mesa a la cabeza.

—Lo siento, lárgate.

—No tengo donde ir —me dijo con una sonrisa—. No puedo irme.

—Espera aquí.

Tomé mi móvil y me encerré en el cuarto, decidida a arreglar cuentas con Shin.

—¿Cómo te llamas? —dije, asomando la cabeza desde el cuarto.

—Yang Mi —sonrió.

Me senté en el borde de la cama y le marqué.

—¿Sí, tesoro? ¿Qué sucede? —dijo, sonando tranquilo.

—Hay una mujer de rasgos asiáticos en el departamento, ingresó con la clave. Es alta, pechos promedio, cabello corto y negro. Se llama Yang Mi y dice ser tu novia.

—Ah —pronunció para luego quedar mudo.

—¿Solo dirás eso? ¿Ah? —hablé molesta.

—Te explicaré cuando llegue a casa.

—¿Por qué no puedes explicarme ahora?

—Porque estoy en medio de una reunión con accionistas —suspiró—. Quédate tranquila.

—¡Lo haré! —grité molesta.

—No lo estás, Em.

—Sí lo estoy.

—Confía en mí.

—Eso hago, y por eso todavía esa mujer está viva. —Sin esperar más, corté la llamada.

Suspiré y bloqueé el teléfono.

«Emma, compórtate como una señorita, él dijo que confiaras. No dejes que esa zorra te engañe», me dije a mí misma.

—Querida —hablé con odio, pero con una gran sonrisa en mi rostro —¿Deseas tomar algo?

—Ya que lo preguntas, sí. Un té blanco, por favor.

Tomé una banqueta y la coloqué debajo de la alacena, ya que me quedaba muy alta. Tomé la caja de té blanco y saqué un sobre.

Si seguía mirándome con esa sonrisa de superada la dejaré pelada.

—Aquí tienes.

Sonreí amablemente y le entregué la infusión. Mientras ella bebía el té, me senté en el sofá para esperar la llegada de Shin. 

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