Capítulo 10

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Abrí los ojos de par en par por la sorpresa y miré a Álex de reojo, quien no podía creer lo que sucedía. Shin tomó mi rostro con ambas manos y se separó de mí con suavidad.

—¿Ahora entiendes? Deja de molestarnos. Ya perdiste tu oportunidad.

—Eres una zorra, Emma —gritó él.

—¿Eh? —Estaba demasiado conmocionada como para reaccionar. ¡Un coreano me besó!

—¿Disculpa? —Shin le dio un buen golpe en el rostro—. Hay algo que se llama respeto, veo que claramente no sabes lo que es.

Alex cayó al suelo y puso su mano sobre su mejilla.

—No la empeores más, deja de molestarme. —Me acerque a él.

Él extendió su mano para que lo ayude a levantarse y, como soy tan buena, y me sentía mal por lo sucedido extendí la mía para ayudarlo.

Al darle la mano me tiró sobre él y me besó con brusquedad. Me sorprendió, pero no podía decir que no me gustara o que no lo extrañaba.

—Ella aún es mía. —Alex amenazó con su mirada a Shin.

Mientras tanto yo me tapaba los labios y comenzaba a llorar. Me levanté en crisis y le di una buena cachetada

—¡Eres un idiota! Te odio Alex, te odio.

Como niña valiente que soy salí corriendo, subí los diecinueve pisos por las escaleras, ya que nadie las usaba y nadie me vería. Al llegar al despacho de Shin, me senté en un rincón y lloré todo lo que no lloré estos meses lejos de Alex.

Tanto tiempo queriendo olvidar, intentando sacarlo de mi cabeza, para que viniera y con un solo beso consiguiera que mi corazón se acelerase por él.

—¡Lo odio! —grité entre llantos.

Shin se acercó.

—Emma... —habló temeroso.

Se agachó para estar a mi altura.

—No quiero hablar sobre lo que pasó.

—Está bien.

—¿Cómo es que pasó esto? lo odio, nunca volveré con él porque no lo entiende —sollocé.

—Emma, mírame.

Levanté la vista y Shin estaba lastimado.

—¿Qué te pasó?

Tomó mi rostro y, con su pulgar, limpió mis lágrimas con delicadeza.

—Haré lo que pueda para que no vuelva a molestarte, Emma. Te lo prometo.

—No quiero que te lastimes por ese idiota.

—Yo lo sacaré de tu vida, pero tú tienes que esforzarte por salir de la suya.

—¿A qué te refieres?

—Tienes que olvidarte de él, sin excusas.

—Yo lo estaba logrando, lo juro. Llevo seis meses intentándolo, no es tan sencillo.

—Hace seis meses no me tenías.

Shin tomó mis mejillas y me besó.

—Te ayudaré a sacarlo de tu cabeza, pero tienes que ayudarme.

Asentí y él volvió a juntar nuestros labios. Nunca imaginé que el día en el que me besara con un coreano sucedería y mucho menos, tener uno como jefe.

«Te olvidaré, Alex...», me dije. Otra lágrima se escapó mientras Shin todavía me besaba.

Él se separó de mí y me ayudó a incorporarme. Su ropa estaba llena de barro, su perfecto rostro estaba herido y sus manos manchadas de sangre.

El es mi coreano | DISPONIBLE EN AMAZON |Where stories live. Discover now