Capítulo 30

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Salí de bañarme con solo una bata sobre mi cuerpo, llamé al servicio de habitaciones y pedí una botella de vino. Tomar no era lo mío, pero mi corazón necesitaba un remedio y el alcohol me lo iba a proporcionar.

Apenas unos minutos más tarde llamaron en la puerta de la habitación.

—¡Ya voy! —Me quité la toalla del cabello y abrí—. Déjalo por ahí. —Señalé en el espacio que había delante de la cama.

Le di una propina y se fue. Me tomé la primera copa y me senté a mirar por la ventana. Quizá estaba exagerando demasiado al alejarme de Shin, pero lo necesitaba.

Apenas unos minutos más tarde volvieron a llamar a la puerta.

—¿Quién es?

—Servicio de habitaciones.

¿Otra vez?

—No he pedido nada —respondí

—Servicio de habitaciones —insistió.

Me levanté molesta, luego de tomarme la segunda copa de vino.

—¿No entiendes que no pedí nada? —grité, abriendo bruscamente la puerta.

Alguien se abalanzó sobre mí y me besó. Automáticamente lo empujé y lo abofeteé.

—¿Shin? —Me tapé la boca con ambas manos.

Él volvió a abalanzarse sobre mí.

—¿Tomaste?

—Solo un poco. ¿Tu tomaste?

—Solo un poco —reí.

Él volvió a besarme y correspondí. Deslizó su mano por dentro de mi bata, haciéndola a un lado y mi corazón se aceleró.

—Espera —susurré.

—¿No quieres?

—No, no es eso.

—No estés asustada... —Volvió a besarme.

—No estoy asustada —me ofendí.

Él se quitó la camisa y besó mi cuello, continuó hasta llegar a mis labios nuevamente. No pude evitar corresponderle. Finalmente desató mi bata y la deslizó suavemente por mis hombros. Me tomó de la cintura y me acercó a él.

—No haré nada que no quieras.

—¡Ya cállate! —le dije, tirándolo sobre la cama.

Él sonrió y continuamos besándonos.

A la mañana siguiente, ambos despertamos abrazados.

—Despertaste —habló Shin emocionado.

—Buenos días... —Me incorporé.

—Si-Sigues desnuda —murmuró con las mejillas sonrosadas.

—¿Qué? ¿Acaso ya no tenemos la confianza suficiente? ¿No me vas a decir que anoche no me viste? ¿Solo tuvimos nuestra primera vez y no me echaste el ojo? ¿Cómo hiciste?

—No, no quise decir que no te vi.

—Ya, claro. —Le di un sorbo a mi café—. Gracias por el desayuno.

Lo besé y me senté a su lado.

—Gracias por no rechazarme anoche. —Bajó su mirada.

Reí, me senté a horcajadas sobre él y le besé mientras le desabrochaba la camisa.

—¿Qué haces? —Detuvo mis manos.

—Eres más lindo sin ella. —Continué con mi trabajo.

Le di su taza de té y lo admiré mientras lo bebía.

—Me pone nervioso tu mirada —rio.

—Pues deberás acostumbrarte, amigo.

—¿Amigo? ¿Eso somos?

—Es una forma de decir. Eres más que un amigo, pero nunca me pediste ser algo más —le dije sonriendo de lado. Me levanté y me alejé de él.

—¿Qué quieres decir?

—Lo que escuchaste —reí—. Iré a bañarme, llegaremos tarde al trabajo.

Me duché lo más pronto posible y me vestí para el trabajo.

—Tengo tu maleta lista para que vuelvas a casa —me dijo en cuanto salí de la ducha.

—Está bien, dormir en casa de amigos es posible.

—¿Otra vez con eso?

—¡Vamos!

Él cargó la maleta en el auto y pagó mi hospedaje en el hotel. Fuimos al trabajo y al entrar me tomó de la mano.

—Los amigos también pueden tomarse de la mano —sonreí.

—Deja de recalcar que somos amigos, somos más que eso.

—Hm... No recuerdo cuándo nos pusimos otro título.

Solté su mano y me senté en mi escritorio.

—No entiendo lo que intentas decirme

—Piénsalo, tienes muchas horas. 

El es mi coreano | DISPONIBLE EN AMAZON |Where stories live. Discover now