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Gracias. 




Dicen que el ser humano no puede estar solo, es alguien social y por lo tanto debe de estar en constante relación con otras personas.

Para él pensar en eso era simplemente algo estúpido, ya que se negaba rotundamente a relacionarse con las personas que le rodeaban, gente falsa que solo fingía tener una vida perfecta para encajar en la podrida sociedad en la que vivía, sabiendo eso, la idea de aislarse de todos no sonaba nada mal, creyó que así sería siempre, que era como su maldición, hasta que lo conoció a él.

Aquel joven de pecas le hizo saber que realmente no quería estar solo, que valía la pena en cada día esforzarse para ser una mejor persona, le ayudó a abrir sus sentimientos y darse cuenta que no todo era basura en su vida, las personas que tachaba de falsas realmente eran agradables, conoció lo que era tener amigos, que estos le apoyarán de manera tonta, recibiendo su apoyo y compañía a cambio de una amistad, descubrió qué era sentirse enamorado, la típica sensación de mariposas en el estómago, la inmensa felicidad al ver a esa persona, pero lo más importante aprendió que era no estar sólo.

Pero ahora, sentía como todo eso se desmoronaba, ¿Qué caso tenía el tener amigos cuando la persona que más amaba se había esfumado?

¿Cuánto había pasado ya? ¿Dos días? ¿Una semana? ¿Meses? No sabría decirlo, recordaba con dolor su rostro lleno de lágrimas como si hubiese sido ayer, y el recuerdo de sus labios se sentía tan borroso como si la última vez que se besaron hubiese s...

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¿Cuánto había pasado ya? ¿Dos días? ¿Una semana? ¿Meses? No sabría decirlo, recordaba con dolor su rostro lleno de lágrimas como si hubiese sido ayer, y el recuerdo de sus labios se sentía tan borroso como si la última vez que se besaron hubiese sido hace años. Los colores que una vez su vida tomó, volvieron a descolorarse, regresando a esa monótona vida donde sólo estaba él, en aquella casa, en aquel silencio, en aquella tristeza.

—Aún no puedo creerlo... –Salió de sus pensamientos al escuchar aquel comentario en un tono desanimado, enfocó su mirada y la dirigió hacia donde provenía la voz, mirando a su madre que observaba con melancolía el plato de comida que una vez le perteneció al peludo gato.

Sus padres habían regresado hace unos días, quizá unas semanas, no es como si le hubiera dado tanta importancia al tiempo últimamente, cuando llegaron y se enteraron que el gato se había ido, había sido un golpe duro para ambos, que consideraban al felino parte de su familia, en especial Mitsuki, que demostró más su tristeza.

—Bueno... Era muy probable que esto pasará, es muy común que los gatos huyan de casa para aventurarse, pero... ah... Me hubiera gustado haberlo visto una vez más. –Mitsuki suspiró con suavidad, dejando notar nuevamente lo triste que se sentía de que ahora el gato no estuviera, Masaru le miró preocupado y no dudó en ir y abrazarla, intentando darle un poco de consuelo.

Enséñame a no estar solo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora