Extra Uno

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"Cuarto mes"

Ruggero

Chocolate. ¿Es lo único que come? ¿Que se supone que está dentro del vientre de mi novia? ¿Una criatura que sobrevive comiendo chocolate?

—Wow, ¿Cuantas barras has llevado en toda la semana? — pregunta asombrado el bodeguero entregándome las bolsas que contienen lo que acabo de comprar.

— Ya perdí la cuenta — respondo. Él ríe y niega levemente. Nunca imaginé que podría agradarme un señor que a penas conozco por comprar lo que a mi querida novia se le antoje.

Cogiendo la bolsa que contiene no se cuantas barras, salgo del lugar camino al departamento donde se encuentra Karol. Se supone que hace mas de veinte minutos que debí haber llegado, espero no tenerla preocupada, pero lo que me sorprende es que no tengo ninguna llamada pérdida de ella.

Restándole importancia a la situación anterior, entro al edificio y presiono el piso "5" en el elevador. Sonrío al imaginar la cara que pondrá cuando vea lo que le he traído. Me gusta engreírla, me gusta sentir sus besos por todo mi rostro cuando se emociona por cualquier cosa que le gusta, pero sobre todo, me gusta sentir las pataditas del bebé cuando beso su vientre.

Aún no sabemos su sexo. Hemos preferido esperar hasta la próxima ecografía para averiguarlo, no hemos pensado en ningún nombre. Sea el que sea debe ser hermoso como el bebé que se está formando poco a poco. Anhelo para que nazca, ansio la horas de tenerlo entre mis brazos y acariciar su bello rostro. Pero a la vez me da miedo.

¿Sere capaz de criar a un hijo cuando ni siquiera puedo conmigo mismo? ¿Existen las escuelas para padres?

— Cariño ya lle...— me detengo. Mi mandíbula prácticamente cae al suelo al ver a quien tengo delante mío.

Eduardo.

— Ruggero, ¡Hola! Cuanto tiempo. — exclama dándome un abrazo que finjo corresponder.

¿Por que vergas está acá? Le devuelvo el saludo sin el mismo entusiasmo. ¿Es normal que su presencia me incomode? A pasado años desde que no lo veo, pero aún me aterra verlo al lado de Karol. Sus sentimientos hacia ella fueron sinceros, casi como los míos, porque obviamente yo le ganaba. Pero poniéndonos serios, él la quería de verdad, lo sé, él me lo dijo muchas veces, y el recuerdo de sus lágrimas hablando de ella, retumban en mi mente.

Vuelvo a la realidad al oírlo hablar. En ese momento, lo examino cuidadosamente, no a cambiado nada, bueno, a excepción de su forma de vestir, traje y corbata lo acompañan, seguido de una actitud formal y sonrisa franca.

— ¿Y Valería? — pregunto. Karol arquea una ceja, a notado mis estúpidos celos.

— Ahora debe estar por Lima. Su trabajo la obliga a estar moviéndose de un lado al otro, pero felizmente son pocos días. Mañana o pasado viajo para allá, coincide con una reunión que tengo pendiente en esa ciudad. — explica de forma pausada.

Vaya, quien diria que su vida fuese tan interesante.

— ¿Y esa bolsa? — pregunta Karol señalando la que tengo sostenida de la mano.

— Ah...¿Sorpresa? — digo. Aunque las parece pregunta que exclamación.

— ¡Chocolate! — exclama emocionada sacando el primer paquete y admirándolo como si de un lingote de oro se tratara. — justo se me antojaban ¡Gracias, eres un amor!— y desaparece para ir corriendo hacia la pequeña cocina.

Eduardo y yo nos miramos. Por primera vez en mucho tiempo nos encontramos solos aunque claro, ya con distintas actitudes. No somos los mismos adolescentes que estábamos en diferentes pandillas escolares.

2| La Chica Mala |Ruggarol| #ECHM2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora