24. CACERÍA

4.4K 383 117
                                    


Luego de aclarar las cosas con su hermana y asegurarse que todas las puertas y ventanas estuvieran aseguradas, Elizabeth y Liz se fueron a la cama con la intriga de que sucedería mañana.

Al día siguiente, una llamada despertaría más temprano que de costumbre a Elizabeth, quien adormitada tomó el teléfono y contestó

—hola —atendió bostezando

—Eli, soy Richard, vienen por mí, no hables con nadie sobre esto, confía en mí

La llamada finalizó y Elizabeth quedó anonadada al oír la voz de su ex compañero de trabajo y presunto asesino Richard, quien al parecer, y muy seguro de lo que decía, le advertía que algo iba a suceder.

La llamada terminaría de quitarle el sueño, y las especulaciones no se hicieron llegar, pero, a pesar de ello, debía mantener la cabeza fría y prepararse para ir a trabajar.

Luego de una rápida ducha y un desayuno a medio comer, Elizabeth estaba por salir cuando su teléfono sonó haciendo que se detuviera en seco mientras abría la puerta. ERA RICHARD, ¿Qué querrá esta vez y porque tanto misterio?

—Richard, ya basta de bromas y dime que es lo que sucede

—pronto lo sabrás, pero por favor, no confíes en nadie, cuento contigo

—sino puedo confiar en los demás, ¿como sé que puedo confiar en ti ? –replicó molesta

—no lo puedes saber aún, solo confía –inquirió –no vemos luego

—¿Cómo que nos vemos luego?, Richard, Richard –repetía luego que llamada se acabara

—mierda –Exclamó molesta

Sin más retraso, salió de casa y cuando estaba por subir a su auto recordó que este estaba averiado y no lo tendría sino hasta mañana.

Furiosa y desconcertada por lo que estaba pasando estaba por llamar a un taxi cuando su teléfono sonó nuevamente

—qué quieres esta vez Richard –contestó furiosa

—vaya, se nota que estas enamorada de él –respondió la masculina y sensual voz de John

Elizabeth reaccionó asombrada al oír la voz de su nuevo compañero, quien al parecer, se acaba de enterar que ella mantiene contacto con un sospechoso de homicidios múltiples.

—qué es lo que quieres

—lamento no ser quien esperabas pero seré alguien mejor —respondió riendo sutilmente —pero no te llamaba para eso, TENEMOS AL ASESINO, o mejor dicho, vamos tras él

—hablas en serio —replicó anonada

—No, hablo en español, jejeje, claro que sí —exclamó con sarcasmo —ven rápido no querrás perderte la cacería

—esperemos no ser las presas

—el equilibrio del destino nos ubica en ambos lados de la balanza, un día somos cazador y al otro la presa —enfatizó con seriedad

—conoces muy bien esos roles, ¿verdad?

—tanto tiempo con psicópatas que casi pienso como uno de ellos —respondió con misterio

—esperemos que no se les una no es así ¿John?

—así será Elizabeth, nos vemos luego

La llamada acabó pero no las preguntas de Elizabeth, todo cada vez se ponía más turbio alrededor de John, sin embargo no era tiempo de conspiraciones, era tiempo de ir a cazar al asesino de ojos azules.

Tomó un taxi, llegó a la comisaría y luego junto a otro de los agentes se aprestó al lugar donde se llevaría a cabo la captura del asesino más buscado de la ciudad.

Al llegar, todo estaba en silencio, el lugar estaba a las afueras de la ciudad al lado de un callejón sin salida, las patrullas cubrían todas las posibles vías de escape, y los francotiradores estaban listos para lo que fuera. Los agentes permanecían encubiertos y nadie levantaba sospechas de estar por capturar a un asesino.

El silencio del lugar fue interrumpido por el chillido de una puerta metálica al fondo del callejón, alguien estaba saliendo y todos estaban atentos en saber de quien se tratara.

Los pasos de unos pesados botines hacían eco en las paredes y las gotas de una vieja cañería eran el único ruido de fondo que acompañaba la misteriosa aparición.

A pesar de ser de día el sol aún no alumbraba por completo la ciudad por lo que el callejón permanecía a la sombra de los edificios circundantes a él.

La tensión se podía respirar en el aire y el suspenso acabó cuando, con cuchillo en mano y brazos levantados el misterioso hombre salió.

Vestía una chaqueta negra larga y unos pantalones a la medida ambos de color negro, y para completar su estilo misterioso, un sombrero que cubría su rostro.

El sujeto movió el sombrero para que pudieran ver su rostro, y con la cara cubierta de sangre y una mirada vacía, parecía entregarse y poner fin a todo el temor y dolor que había causado.

Elizabeth miraba atentamente al sujeto ya que algo en él se le hacía familiar. Cuando por fin pudo verlo nítidamente, se dio cuenta de quién se trataba, no lo podía creer, ERA RICHARD.

De inmediato, un grupo de agentes se aproximó para arrestarlo mientras otro grupo entraba al lugar para inspeccionar si había alguna víctima secuestrada. Todos se movían, hablaban por sus radio comunicadores o alejaban a los transeúntes que se aprestaron a curiosear, todos hacían algo, menos Elizabeth, quien solo podía admirar atónita, como su ex compañero, con el que había convivido desde hace mucho tiempo, era capturado.

—al fin, el elusivo asesino de ojos azules ha sido capturado —exclamó John acercándose a Elizabeth —quien lo diría, era nada más y nada menos que tu amigo Richard —añadió con una risa sarcástica.

—¿como lo encontraron? —cuestionó molesta

 — un testigo anónimo nos dio la información

— ¿anónimo? — exclamó enarcando una ceja

  — si, anonimo — enfatizó —mejor olvidemos eso, creo que debes hablar con alguien — exclamó refiriéndose a Richard

Sin dirigirle más la palabra, se dirigió hasta Richard y antes que pudiera hablar le dio un bofetada en la cara

  — como pudiste — preguntó furiosa

—Elizabeth calma nada es..

— nada es lo que parece, estoy harta de esa maldita frase, si nada es lo que parece que es lo que es — exclamó enfadada

—no confíes en nadie, nada es lo que parece, nada —enfatizó con serenidad

—espero te pudras en la cárcel, eres un monstruo

  — Elizabeth, yo...

— callate, oficiales, llevenselo

Richard fue traslado fuera del lugar rumbo a su nuevo hogar en la cárcel, mientras Elizabeth aun no podía salir de su asombro.  Decepcionada y triste, le pidió a uno los agentes que la llevará a casa y mientras iba en camino, la vibración de su teléfono en la bolsa de su pantalón activó su sentido de alerta. Se trataba de un mensaje de texto, que sin duda alguna, le helaría la sangre:

Excelente actuacion, felicidades, casi se podía creer tu dolor. Ten cuidado hoy fuiste cazadora pero mañana quizás seas la presa...


 




El asesino de ojos azulesWhere stories live. Discover now