22. FANTASMAS DEL PASADO

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Una semana luego de lo ocurrido con el medio corazón en la caja, una nueva desaparición había sido reportada. Aún no habían pistas solidas sobre el paradero del asesino o su identidad y ni hablar de la ausencia de Richard quien con esa actitud solo aumentaba las sospechas hacia él.

Todo era un completo caos, la situación se estaba yendo de las manos a Elizabeth y su estrés estaba al máximo. Nada podía empeorar las cosas, o bueno, eso suponía.

En su oficina, Elizabeth seguía tratando de encajar las evidencias para averiguar quién es el asesino, sin embargo, un mensaje cambiaría el terreno de juego.

Era de Richard, quien tras más de una semana de ausencia al fin se dignaba a hablar al respecto, sin embargo, ese mensaje no era para disculparse o justificar el porqué de sus vacaciones improvisadas, sino para dar un giro de 180 grados a la investigación, cambiando la imagen que Elizabeth tenía respecto a él.

El mensaje decía:


No tuve otra opción...


Un nudo se formó en la garganta de Elizabeth quien no podía creer que Richard la hubiera traicionado. Tuvo sus sospechas mas nunca creyó que pudiera llegar a tanto.

Instantes después otro mensaje cayó y en este decía:


No confíes en nadie porque nada es lo que parece


Todo estaba dando vueltas en la cabeza de Elizabeth, su compañero de investigación podría ser el asesino, y todo este tiempo estuvo a su lado.

Todo cobraba sentido, sus ganas de parar con la investigación, sus comentarios psicopáticos, las notas, las llamadas, el corazón, todo tenía sentido. RICHARD ERA EL ASESINO.

Elizabeth estaba seguro de la decisión que tomaría y estaba lista para llevarla a cabo mas un tercer y último mensaje la pondría en duda:


Las apariencias engañan...


Elizabeth no tenía claro a qué se refería Richard, lo único que tenía claro era lo que iba a hacer. Realizó una llamada, guardó sus cosas y regresó a casa para descansar el resto del día, porque, a la mañana siguiente, todo empezaría de nuevo.

Al día siguiente, Elizabeth se presentó a la oficina un poco más relajada y lista para empezar de nuevo. Cuando llegó a su oficina el agente Jack estaba de pie frente a su escritorio, acompañado de alguien más y al parecer la estaban esperando.

—Agente Gilles, que bien que llega —saludó cordialmente —. Luego de su llamada y de la inesperada salida de agente Richard, déjeme presentarle a su nuevo compañero, el agente John, John Evans.

—un gusto saludarle, será un placer trabajar con usted —saludó besando su mejilla.

El elegante físico de John era notorio, su chaqueta negra a la medida y su camisa de un tono más claro combinaban a la perfección con su pantalón también negro y unas zapatillas que completaban su estilo elegante y misterioso.

Su rostro era tan elegante como su estilo, y su mera presencia producía intriga y fascinación.

Pero la característica más llamativa que tenía, además de su liso y brillante cabello negro azabache, eran sus hermosos y perfectos, OJOS AZULES.

Verlo causó una fascinación en Elizabeth, y no precisamente profesional. Los ojos azules de Elizabeth brillaban del asombro tras conocer a su nuevo compañero, sin embargo algo de él la hacía familiar, recordar algunos fantasmas del pasado; Richard, el chico de ojos azules, y alguien más. Sentía, como si ya lo conocía desde antes.

Ese beso en la mejilla la transportó hacia otro lugar, un lugar donde sus más profundos recuerdos querían reaparecer, sin embargo, tenía que volver al presente.

—Mucho gusto, Elizabeth Gilles para servirle —saludó con formalidad —. Espero tenga agallas y un estomago fuerte, al sujeto que seguimos le gusta apostar en grande.

—no se preocupe por eso, conozco muy bien a ese tipo de personas —inquirió riendo sutilmente

—el agente Evans ha sido psicólogo criminal desde hace mucho, sabe muy bien cómo piensan este tipo de personas porque a tratado con ellas personalmente en la cárcel de máxima seguridad para criminales psicópatas en Mellbury —agregó el agente Willis —. Sin duda alguna harán una gran pareja juntos

—eso espero —exclamó Elizabeth —. Acompáñeme, le mostraré su oficina.

Elizabeth llevó a John a la que era la oficina de Richard, y para su sorpresa ya habían sacado sus cosas de allí.

—Seguro Richard vino por ellas anoche —musitó

—Disculpe, dijo algo —preguntó John

—No, para nada —replicó —pude acomodar sus cosa por aquí, por ahora familiarícese con el lugar y el caso, mañana comienza lo divertido

—Sin duda alguna —rio macabramente

—está bien, luego seguiremos hablando al respecto, por ahora debo irme, tengo algo pendiente que hacer

— ¿se verá con alguien? —preguntó curioso

—guarde la curiosidad para el caso y ahórrese la molestia de preguntarme sobre mi vida privada —respondió algo molesta

—justo lo que diría alguien que oculta alguien, ¿o me equivoco? —refutó confiado

—no lo sé, ¿acaso usted oculta algo para estar tan seguro de lo que dice?

—todos tenemos secretos, algunos más que otros

—Tenga buen día —exclamó saliendo de la habitación.

El nuevo agente sin duda alguna ocultaba algo. Además de investigar a un asesino en serie, ahora deberá cuidarse de su nuevo compañero ya que como sabe, las apariencias engañan.

Con más dudas que respuestas y sentimientos encontrados por doquier, Elizabeth partió a su cita, con alguien, que tal vez podría aclarar todo esto.

John no perdió tiempo luego que Elizabeth saliera, así que decidió aprovecharlo para planear su siguiente obra de arte.

—Hola lindura ¿lista para esta noche ?—preguntó hablando por teléfono

Del otro lado de la ciudad, una figura misteriosa parecía intentar revivir el pasado para obtener la respuestas que necesita, aunque eso signifique entrar a la boca del lobo, o mejor dicho, a la jauría.

El asesino de ojos azulesWhere stories live. Discover now