<•> Capítulo cuarenta <•>

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—Entonces, ¿serán marcas de algún tipo?

—¿Eh?

—Marcas. Marcas que tratas de ocultar para evitar que hablen de ti.

¿Pero qué rayos pasaba con esa chica? ¿Por qué hacía tales afirmaciones? Ella me agradó desde el principio; pero, me había puesto nervioso desde la pregunta de la terapia. Y esos nervios, se iban incrementando con el paso de la conversación.

—Ya —dije—. Ya no, eso...

—Bien —añadió, aún con la sonrisa en su rostro—, descuida, cariño. Vamos a empezar ya.

¡Ay, menos mal! Esos pocos minutos y esas pocas preguntas, bastaron para hacerme sentir que había pasado una bendita eternidad. Al fin, pude respirar con más tranquilidad.

Acto seguido, colocó las tarjetas frente a mí y las fui ojeando una por una. Tenían imágenes de objetos sencillos y cotidianos.

—¿Qué te parecen?

—¿Esto? —pregunté, señalando las tarjetas. Ella asintió y me encogí de hombros.

—¿Tienes alguna idea de qué haremos? —ante mi silencio, continuó—. Vas a decirme el nombre de esas cosas.

—¡¿Eh?! ¡Nooo!

—¿Por qué no?

—Dif-dif —decidí callar para no meter más la pata.

—Difícil.

—Eso.

—Precisamente en algún momento tendremos que hacer algo más complejo —comenzó a golpear la mesa emocionada—. Dímelas como tu las dices normalmente y te corregiré de inmediato, ¿sí? —volvió a sonreír.

—Ah, o-okey... —dije resignado.

Pasé la primera tarjeta y era una imagen de un automóvil.
Definitivamente iba a ser una terapia muuuuuy larga.

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La cena estuvo deliciosa y con mucha sinceridad elogié a los responsables de ello.

Al poco rato, mientras Vin y yo jugábamos, Derek nos interrumpió, pues ya debía dormir. Pero el bebé, se rehusó. Quería que yo lo acompañara hasta su cuna, así que tuve que hacerlo, con todo el cariño del mundo. ¡En tan poco tiempo ya lo quería muchísimo!

Conversamos un poco más y él me agradeció por ser tan bueno con Vin, dejándome en claro que estaba feliz. Así que, para contrarrestar su agradecimiento, dijo:

—Quédate a dormir conmigo.

Me había tomado por sorpresa ese tipo de proposición. ¡Aaah! ¿Dormiría con él? Porque si era así, podía desmayarme ahí mismo. Sólo que... No dejé mostrarme afectado, de inmediato, comencé a hacerme el indeciso.

—Es que... Yo sin pi-pijama y quero un bañar-arme...

—Por eso no hay problema. ¡Por favooooor, por favoooor! —exclamó.

—¡Shhh! —le señalé a Vin, quien dormía plácidamente en su cuna y él se tapó la boca de inmediato—. Bue-bueno...

A decir verdad, no le di muchas vueltas al asunto, no iba a tener una oportunidad mejor para dormir en la misma cama que mi jefe.
Tenía miedo, pero...
¿Pasaría algo más entre los dos?
No lo sabía, pero definitivamente, nadie nos interrumpiría esta vez.

Salimos de la recámara del niño en completo silencio, cuidando que no se despertara.

—Acompáñeme, señor Lane.

Perfecta ImperFecciÓnWhere stories live. Discover now