<•> Capítulo dieciocho <•>

15.5K 1.6K 727
                                    


•  

°

°

¡¿Una cena?!
¡¿Con el hombre que me gustaba?!
¡Ay Dios!

Mis manos empezaron a temblar, así que en un intento de disimularlo, me mordí el pulgar izquierdo, y lo miré confundido. Quizás, había escuchado mal.

—¿Eh? —fue lo único que se me ocurrió decir. Sabía que me veía torpe al hacerlo.

—Una cena, tú y yo —se acomodó en el sofá—. Pero, tendrá que ser en mi casa. Para mi desgracia, paso mucho tiempo lejos Vin. Además, están mis sobrinos, pero los mandaré a dormir temprano —se carcajeó.

Si ya me sentía mareado por su condición, ahora sentía que iba a morir cuando dijo que sería en su casa. Suspiré, los nervios majaderos me estaban comiendo.

—¿Su... Su ca-casa?

—¿Estás bien? —esperé a que me dijera el por qué—. Tu rostro está muy rojo —me tapé las mejillas de inmediato, y asentí.

—Es que... ve-veguenza.

—¿Te da vergüenza venir a mi casa? —volví a asentir—. Vale, ¿vas a rechazarme? Por que si será así, tendré que decírtelo como una orden de jefe.

¡Ay, no! ¡¿Por qué debía abusar de su autoridad y de mi timidez?!

—No voy a dejar que me digas que no, ¿está claro? —levantó una ceja, ese gesto suyo me derretía, me encantaba—. Tendré que hacer uso del chocolate —me quedé estático al escucharlo—; la señora de mi casa cocina delicioso, así que le encargaré un pastel, ¿te parece?

Chocolate...
Si me chantajearía de esa manera, entonces, no tendría ninguna oportunidad de decir que no. En tan poco tiempo, ya conocía cual era mi debilidad.

—¿Cu-cuándo?

—El viernes, a la hora que salgamos, nos vamos juntos.

Juntos. Que bonito sonaba.

No podía dejar pasar la oportunidad, él podía invitar a cualquier otra persona, pero lo estaba haciendo conmigo y eso bastaba para que me hiciera feliz.

—Ajá, e-etá, está —sacudí la cabeza, corrigiéndome— bien.

—¡Sí! —dijo entredientes y volvió a sonreír—. Ahora... —comenzó a buscar en su bolsillo y puso en mi regazo una pequeña barra de chocolate con maní— olvida el mal rato que te hicieron pasar esos idiotas.

<•>

—¡Mama, mama! —comencé a gritar una vez entré. Dejé mis cosas en uno de los sofás, y dando saltos, llegué a la cocina.

Ella era mi mejor amiga, nunca en la vida me juzgó por mi manera de hablar, o por ser gay. Aunque siempre creí que tenía ciertas sospechas con respecto a mi orientación sexual.

—¡Aay, hombreee! ¡Me vas a matar de un susto! —puso su mano sobre su pecho— ¡¿Qué pasó?!

La tomé de las manos y la obligué a sentarse con cuidado, pues aún estaba reciente por una cirugía de la apéndice que tuvo. Tomé asiento a su lado y comencé a aplaudir.

—¡Me invi-vitó a cena... a ce-cenar!

—¿Qué? ¿En serio? -—asentí—. ¡Aaaaah! Ves, te dije que en algún momento lo haría pero tú... —presionó su dedo índice en mi frente y cerré los ojos— no quisiste creerme.

Perfecta ImperFecciÓnWhere stories live. Discover now