<•> Capítulo Noventa y Uno <•>

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[Ivo]

Definitivamente, uno de los medios más terribles para torturar psicológicamente, era la incertidumbre. No podía siquiera ponerme de pie, pues todo el cuerpo me temblaba como si estuviera expuesto al frío. Por otro lado, Derek parecía dos personas distintas. Estaba sudando, y las venas de sus brazos se remarcaban sin esfuerzo alguno, estaba al borde de un colapso nervioso, pero la tranquilidad que le transmitía a Vincent me impresionaba bastante. Era digno de un padre admirable.

Estábamos en un hotel, la ubicación le fue dicha a Frieda hacía unos pocos minutos, y por supuesto, el ojiverde le dejó claras sus condiciones. Mientras tanto, agentes de la BKA se mantenían a la espera de órdenes desde las habitaciones cercanas, atentos ante cualquier movimiento falso.

—Tengo hambre, papá Ivo —exclamó el pequeño mientras se subía a mi regazo con mucho esfuerzo.

—¿Sí? ¿De qué tenes ha-hambre? —pregunté.

—¡Pizza! —el niño movió sus manos en forma de un círculo grande, haciendo que tanto Derek como yo, riéramos.

—Joder, yo también quiero pizza —se sumó Andrew a la conversación, puesto que al ser el abogado de Derek, su presencia era indispensable—. Deberíamos ir apenas termine esto.

—Toda la pizza que quieran, pero mantengan a la que tiene piña lejísimos de mí —Me impresionaba lo estable que lucía.

Un par de minutos más, y la puerta sonó, justo con tres golpes.

Me puse de pie con Vincent entre mis brazos, le deseé suerte a mi castaño y me encerré con el niño en uno de los cuartos de aquella modesta suite. Lamentablemente, para que aquella mujer accediera a las condiciones, también puso las suyas. Quería ver al niño, antes de firmar todos aquellos documentos.

Derek se había opuesto a que yo estuviera enredado en aquella situación, pero no me atrevía a dejarlo solo, y mucho menos en la condición física que se encontraba.

Uno de los agentes de policía se encontraba ahí, y justo cuando me vio, se ocultó en el baño. Todo eso era digno de una película.

No podía caber en mi cabeza lo peligroso que podía llegar a ser esa tipa, y la organización en la que estaba metida. De sólo pensar en sus alcances malvados, me daba escalofríos.

De pronto, era capaz de escuchar su voz al otro lado de la habitación… Pronto, pude escucharlos discutir, y a Andrew intervenir de intermediario. Sin embargo, los ligeros gritos, estaban logrando poner nervioso a Vincent, quien miraba hacia la puerta con sus manitas en su boca.

—Papito grita mucho.

—Oh sí, papito es gritón, muuuy gritón —contesté fingiendo el mejor ánimo de todos, para no alterarlo. A pesar de sus ya tres años, Vin era un niño demasiado perspicaz.

Dejé al niño en la cama, y me acerqué con cuidado a la puerta, con la intención de escuchar mejor. El agente que me acompañaba me hizo una seña de desaprobación, pero le indiqué que no pasaba nada.

—No comprendo la razón de tu interés en mi hijo —dijo Derek.

—Nuestro —corrigió la tipa esa, lo que ocasionó que yo rodara los ojos con tremenda rabia.

—Dejó de ser tu hijo cuando lo dejaste tirado como si fuera un perro.

—Bueno… Quiero enmendar mis errores, ¿no tengo derecho?

—No, para nada —contestó el castaño.

—¿Podríamos proceder con la firma? —insistió Andrew. Pude percibir su impaciencia a través de la voz.

Pronto, y durante un par de segundos, el silencio era total. Luego, Frieda preguntó sobre Vincent y sentí cómo se dirigía a la puerta de la habitación. Después de todo, había dicho que quería verlo.

Me pegué a Vincent como un bicho molesto, justo antes de que se abriera la puerta. La causante de muchos problemas me dirigió una mirada furiosa y dijo:

—Ah, era obvio que debía de estar aquí el estúpido novio.

—Le agradezco mucho que no insulte a Ivo, señora —exclamó Andrew, justo detrás suyo.

Frieda hizo como si no existiera y se dirigió a tocarle la mejilla a Vincent. El niño, con una confusión total, se aferró a mí con fuerza, despreciando su falso afecto.

—Pequeño Vicent… hola. Soy mamá.

Oh, por Dios… Saqué la cordura de donde no la tenía para contenerme de saltarle encima. No podía ser más descarada.

El niño negó repetidamente con un movimiento de cabeza y ocultó su rostro en su pecho.

Parecía que aquello le molestó a la tipa, y el rostro furioso dijo:

—Qué maleducado que es, no sé por qué me sorprende —volteó los ojos al cielo.

Sin dirigirme la mirada, se dio la vuelta y firmó los papeles de divorcio y unas cuantas cosas más ante los ojos testigos de aquellos hombres.

Seguidamente, tocaron la puerta principal, y lo que tanto esperamos se cumplió. La pelinegra, aquella que había llegado tan elegante e imponente sobre todos, fue detenida entre un grupo de agentes, y dirigida por estos hasta la patrulla. Gritos e insultos por parte de ella, inundaron el ambiente. Además, como era de esperarse, hubo más detenidos, pues la mujer no estaba sola, iba acompañada de varios hombres armados.

Vincent comenzó a llorar ante el ruido de los disparos, y Derek se encargó de consolarlo. Parecía que esa zona se convirtió en una trinchera.

Me alejé de la ventana cuando parte del alboroto de hubo calmado

Seguidamente, miré a Derek a los ojos, quién con una preocupación extremadamente visible, habló:

—Esto tendrá consecuencias, Ivo. Consecuencias terribles...

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⏰ Last updated: Dec 24, 2021 ⏰

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Perfecta ImperFecciÓnWhere stories live. Discover now