Capítulo 52: Puertas.

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Cerré los ojos perturbada por el hecho de que había estado mal por algún tiempo. Gruñí, pasé mis manos por mi rostro con impaciencia.

Son las 5 de la mañana, acabo de terminar el libro de mi pedazo de vida, desde los ojos de otra persona, no me había dado cuenta de lo perra que suelo ser algunas veces.

Él estaba mal, con un medicamente que no era el suyo, durmiéndose. Y yo escuché a medias lo que no debía escuchar.

 Me fui a la cama, esta mierda no es para mí.

Tengo que llamarlo o hablarle o algo, pero mañana, hoy… bostecé, hoy tengo que dormir.

Me acosté en la cama, suspiré.

Ahora más me vale soñar con alguna manera para arreglar mi vida.

Escuché el golpeteo en la puerta. Abrí los ojos, miré el reloj, eran las 7:30 de la noche, ¿Cómo es posible que durmiera tanto?

Mi estómago gruñó cabreado, lo siento. El ladrido de Eclipse.

Me levanté casi mareada del sueño por el pasillo, miré y no reconocí a la persona, abrí la puerta.

-hola Cloe…-la voz de Jason.

-hola…-me restregué los ojos.

-linda pijama.-miré mi pijama, okay… parezco un inmenso bebé.

-gracias… creo. ¿Necesitas algo?

-solo vine a decirte que tenemos que irnos a Phoenix, en dos semanas, pero solo por 3 días, para la promoción del libro.

-okay… está bien.

-eso es todo, y… te haré saber con mi secretaria alguna cosa más.

-me parece bien. Claro.

Suspiré, el té me hacía sentir bien, me relajó. Comí como animal, ahora voy a tener que ir al supermercado. Genial Cloe.

Comía pizza, y recordé aquella vez que pedimos pizza y le estornudé en la cara a Zeev. No entiendo como no me dejó de hablar en ese momento.

Exhalé, amo pasar el tiempo con ese idiota.

Necesito ir con él y arreglar todo.

Ya podía imaginarme con Zeev teniendo un futuro, él pertenecía a este y teníamos todo un pasado.

El pasado es solo lo que se cuenta a los demás, lo que ocurrió, es lo que yo sé y él sabe que pasó. Así de simple.

Me asusté, algo me despertó, miré a la esquina y Eclipse dormía plácidamente, perro loco.

La puerta de enfrente volvió a sonar, ¿Qué todos se acordarían de mí hoy?, miré el reloj, ¿Quién visita a otro a las tres de la mañana?

Casi grito al ver a un chico completamente empapado fuera de la puerta con cara de muerte y jadeando. ¿Cuándo había comenzado a llover?

-¿Zeev…?-antes de que preguntara que miércoles era lo que le había pasado, me besó.

Fue tan ardido y poco esperado que no me dio tiempo de quejarme, se sentía extraño, como muy dramático. Parecía como si tuviera ganas de eso desde hace tanto, y yo ya casi despertando de mi ensoñación iba a seguirle el juego.

Pero este se separó.

-escúchame por favor.-no dije nada, ¿Qué hace?, exhaló fuertemente, dio un paso atrás y habló.- discúlpame. No sé qué hice, pero discúlpame.

Sé que estás medio dormida, pero no podía irme a dormir sintiéndome así, ¿no puedes verlo?-negué y sin querer bostecé.- no podía dormir porque pensaba en todo lo que podíamos ser. Mi cerebro se volvió loco, solo dice: “¡Cloe!, ¡Cloe!, ¡Cloe!”. Me siento atado a ti, incluso aunque me odies, o yo me alejara, estas metida en mi cabeza. Maldiciendo, diciendo “mierda”, pestañeando rápidamente cada vez que digo algo raro. Como ahora mismo.-no me había dado cuenta de que lo hacía.- Me gustas ahora, también mañana, y será igual en mil años, cuando tu cabello sea gris y las nubes intenten copiarlo, hasta entonces créeme que lo haré.

Cuando pienso en el resto de mi vida quiero pasarlo contigo, y quiero que el resto de mi vida comience ahora. Los tiempos cambian, quizá cuando seamos viejos tengamos andaderas voladoras.  No importa lo que sea el futuro, me pegaste tus tontas cursilerías, y tu “final feliz”, y en el mío estás tú.

Con esto me refiero a que todo cambia, pero lo que siento no cambiará.

No sabía si tenía que responder o que responder. Mi corazón se saltó un latido y sentí una lágrima surcando mi mejilla derecha. A la mierda, pero no estoy triste. Ahora menos podré hablar.

-no llores…-dijo y me abrazó.-sé que no quieres hablarme y lo entiendo. Tienes todo el derecho a dejarme fuera de tu vida. Pero… te pido que lo pienses.-suspiró.- ven esta noche a mi exhibición, si no apareces yo no aparezco en tu vida.-iba a gritarle que estaba hablando hierva que claro que iría, pero me calló.- no me digas si sí o si no… solo dime tal vez.

Suspiré.

-tal vez.

-espero que vallas y que consideres vivir aquí y no te mudes a Phoenix.

¿Mudarme a Phoenix?, ¿Qué mierda?

Fruncí el ceño.-Zeev… pero de qué…

-no importa, nos vemos mañana, tal vez.- besó mi frente y no pude detenerlo a irse, este bajó por las escaleras, corriendo.

Dejó un paso mojado en su andar y mi pijama empapada con su abrazo.

¿Pero a qué se debe todo esto?

Que locura, yo nunca me mudaría a Phoenix.

Anónimamente Yo. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora