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Entro en la habitación y me acurruco a su lado.
Está dormida, tiene churretes en las mejillas por culpa de las lágrimas.
Lágrimas que yo la he hecho derramar.
Suspiro.

—Nena, perdóname si antes me he pasado. Sé que necesitas tiempo y yo no quiero agobiarte.—le acaricio el brazo.—Si quieres hablar, habla, si no, no hables. Nadie va a presionarte. Iremos a tu ritmo y estaré aquí para ti. Siempre.—ella permanece callada, no se mueve.
Siento la ansiedad en mi estómago.
Lo he jodido.
¿Por que mierda tuve que agobiarla?
Suspira agobiada.
—Flynn llegará en breve, cariño.—le doy un beso en el hombro.
No me dejes, Ana.
—Voy a prepararte un té.—me pongo de pie y salgo de la habitación abrumado.
Soy un gilipollas, un gilipollas.
Voy ha perderla.
¿Por qué mierda he tenido que ser tan impetuoso?
Entro en la cocina y le preparo un taza caliente de té. Me esmero en hacérsela como a ella le gusta. Incluso sobrelimpio la taza y la cucharilla. Como si ya no estuvieran impecables.
Los nervios me comen.
¿Y sí la he alejado?
No.
¿Y sí se ha dado cuenta que no me quiere?
La ansiedad trepa por mi garganta.
Cojo la taza y voy hacía el dormitorio.
Se me hiela la sangre cuando veo que no está en la cama. Una corriente de aire frío eriza los vellos de mi cuerpo, el balcón está abierto.
Mierda.

—¡Ana!—corro hacia Ana tirando la taza al suelo. Está fuera agarrada a la barandilla mientras la lluvia le moja el cuerpo. La abrazo con fuerza por detrás.
—¡Ana por Dios! Estas empapada.—¿qué iba a hacer por el amor de Dios?
La giro entre mis brazos y ella me rodea el cuello.
Me abraza.

—Te amo.—susurra con voz ronca en mi oído.
¿Qué?
La separo un poco de mí y la miro.
Ella sonríe con ternura. El agua le cae por las cara mojando su pelo que le enmarca la cara. Los ojos le brillan de amor.
Está guapísima.
¿Me ama?

—¿Qué?—sonríe y me besa los labios. Me abraza con fuerza y me besa con amor y pasión. Cierro los ojos y me dejo llevar.
Ana...

—¿Me amas?—asiente.—Dímelo otra vez.—se acerca a mi oído.

—Te amo.—oh, sí, sí, sí.
La cojo en brazos y nos hago girar mientras lluvia cae sobre nosotros.

—Te amo, te amo, nena.—la dejo en el suelo y acuno su cara entre mis manos.—Te amaré siempre.—"Y yo" vocaliza en silencio.
Sonrío ampliamente con el corazón repleto de amor.
La cojo en brazos y la llevo hasta el baño.
Ambos sin dejar de mirarnos.
Abro el agua caliente de la ducha y espero que se ponga tibia. Entro con Ana y nos deposito dentro. Con ropa y todo.
Ana se ríe pero se para en seco al sentir el dolor en la garganta.
—Oh, nena. ¿Te duele?—pongo mi mano en su cuello y ella la suya encima de la mía. Asiente.
—Se lo comentaremos a Flynn. El nos dirá si es normal.—asiente. El agua caliente empieza a calentarnos. El cuerpo de Ana se estira lentamente entre mis brazos.
Me inclino sobre ella y le beso los labios. Lentamente empiezo a quitarle la ropa. Acaricio su cuerpo: su pelo, su cuello, sus brazos. Sus manos bajan lentamente por mis brazos hasta mis caderas y me aprieta contra ella aprisionando mi erección contra su vientre.
Nuestros gemidos chocan en nuestras bocas aún unidas por nuestro beso.
Me separo de ella y la miro: los ojos entrecerrados de deseo, oscurecidos, los labios hinchados y entreabiertos respirando entrecortadamente.

—Quiero hacerte mía.—sonríe.

—Sí.—apoyo mi frente en la suya y cierro los ojos dejando que la palabra haga eco en mi cabeza.
Sí.

Ha dicho que sí.
La levanto agarrándola del culo y lentamente me hundo en ella.
Cierra los ojos y gime.
Permanecemos con frentes apoyadas, la embisto lentamente una y otra vez. Sus ojos fijos en los míos mientras la hago mía.

Te amo.—susurro.

—Y yo a ti.—responde.
Gime y clava las uñas en mis hombros cuando el orgasmo la invade.
Cierro los ojos cuando esa sensación ya tan conocida se prende en mi polla y se catapulta hacia fuera, dentro de Ana.

Mi gran Amor.Where stories live. Discover now