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Unos suaves golpes en la puerta de nuestra habitación me sobresaltan y abro los ojos de golpe.
¿Qué?
Vuelven a tocar.
Miro a mi lado a mi mujer dormir tranquilamente.
Tiro del edredón y la tapo antes de levantarme para ir a atender.
Es Luke.

—Señor, buenos días. Tenemos un problema.–dice con la cara cenicienta.
Parpadeo y todos mis sentidos despiertan de golpe.
Salgo y encajo la puerta de la habitación para no despertar a mi bella durmiente.

—¿Que pasa, Luke?

—Señor, han entrado esta noche en casa.—me quedo helado.—Han destrozado el coche de Ana. Ryan está registrando el apartamento para quedarnos tranquilos.

—¿Qué?—digo en un jadeo horrorizado.

—En las cámaras del garaje no se ve nada, hay un vacío de diez minutos y luego aparece el coche siniestrado. Ventanas rotas, ruedas rajadas y cubierto con pintura blanca.—me froto los ojos y el pelo.

—¿Como coño ha pasado eso, Sawyer?—maldita sea.—Haz un barrido del apartamento, me llevo a mi mujer de aquí. Llama a Stephan y que prepare el jet. Vamos a ir a Nueva York. Avisa a Magdalena que vamos para ya y que lo tenga todo listo. Que nadie sepa dónde estamos. Llama a Welch y coordina con él. También quiero seguridad extra, que estén listos cuando lleguemos a Nueva York.

—Sí, señor.—se lleva rápidamente el teléfono a la oreja y se va.
Maldita sea.

—Christian.—la suave y adormilada voz de Ana me llega en un susurro.—¿Que pasa?—me giro y la miro. Está preciosa, tiene el pelo alborotado y lleva unos de esos camisones cortos tan sexys que me encantan.
Dios mío, alguien quiere hacerle daño.

—Nena...—voy hacía ella y la abrazo. No. No. No. Mi Ana no. Jadea ansiosa y preocupada.
—Tranquilízate.—empieza por tranquilizarte tú, Grey.
Suspiro.
—Teníamos un viaje previsto a Nueva York, ¿verdad?—asiente mirándome con esos preciosos ojos azules enormes.—Bueno pues, tenemos que adelantarlo.

—¿Que pasa? Dímelo.—su voz suena ansiosa y sus ojos me miran con miedo.

—¿Confías en mí?

—Totalmente.—dice rápida y sincera.
Buena chica.

—Bien, pues vístete y mete en una bolsa de viaje pequeña algunas de tus cosas  imprescindibles, ya compraremos lo que necesitemos. Nos vamos ahora mismo. En cuanto estemos seguros en el jet, te juro que te lo cuento todo. Necesito que hagas lo que te pido y que te des prisa.—sus ojos chispean de ansiedad y miedo pero también con resolución.

—De acuerdo.—me da un rápido beso en los labios y se gira andando rápidamente hacía nuestra habitación.
Mi valiente Ana.

Ryan viene bajando las escaleras del piso de arriba.
—Todo despejado, señor.—asiento. Dudo que alguien pueda entrar aquí.

—Ana esta haciendo las maletas, nos vamos. Vigílala.—asiente rápidamente y se da la vuelta para ir con ella.

Salgo disparado hacía el despacho de Luke donde esta mirando algo en la pantalla de su ordenar. Levanta la vista cuando entro.

—Señor Grey. Tiene que ver esto.—tiene la comisura de los ojos arrugada por la preocupación.
Mierda.
Me acerco rápidamente a la pantalla y el pulsa un botón. Se ve el salón de casa.
Todo parece normal y tranquilo hasta que una figura completa vestida de negro cruza la estancia.
Me quedo helado.
Un escalofrío tenebroso me recorre la espalda.
Me cago en todo.

—¿Qué coño es esto, Sawyer?—él se yergue.
—¿Cómo coño has permitido que entren en casa? Delante de vuestras narices, joder.—rujo.

Mi gran Amor.Where stories live. Discover now