21

6.7K 364 29
                                    

Despierto antes de que suene la alarma del despertador.
Ana murmura algo inteligible y sin pensarlo dos veces le rodeo el cuello con mi brazo y la atraigo a mi lado.
Suspiro feliz de tenerla en mis brazos.
Llevamos dos días espantosos. Jamás había visto a Ana tan distante.
La verdad que esta situación con Gia es desagradable. Debo de mantener a Gia alejada de Ana todo lo posible. Solo serán tres meses y luego la mandaré lejos de nosotros.
Me giro y la miro dormir relajada. Está preciosa con el pelo desparramado por la almohada.
Anoche sentí una necesidad en ella que no había sentido nunca.
Su forma de abrazarme, de mirarme como si fuese su bien más preciado. Su...miedo.
Me estremezco.
Nada va a separarme de ella.
Ni Gia, ni mi padre, ni su tía...Nadie.
Nunca.
Ella es mía y yo soy suyo, y así será siempre.
Le hice el amor con una lentitud agónica, besando y venerando su piel, volcando mis sentimientos en ella. Transmitiéndole la seguridad de mí que necesitaba.
Hemos luchado mucho estos tres años separados, no vamos a hecharlo ahora a perder por un fantasma.
Aunque es verdad que tengo una historia con Gia.
Pero es solo eso, historia.
Anastasia es mi futuro y no voy a ponerlo en riesgo por nada.
Cojo mi móvil y le mando un mensaje a Andrea para decirle que no iré a la oficina.
Vamos, que me tomo el día libre.
Ahora que lo recuerdo, tengo que revisar el contrato terminado para la empresa de baterías móviles y los envíos a Sudan.
Gruño mentalmente.
Está bien. Es lo único que haré hoy.
Le digo que me lo traiga y listo.
Ya lo veré en un hueco.
Lo primero mi mujer.
Me giro para mirarla.
Es preciosa.
Me acerco a ella y dejo un reguero de besos por su cuello y ella se remueve sensualmente contra mí.

—Parece que te alegras de verme.—oh, joder. Es como si le hablara a mi polla que rápidamente reacciona a su llamado.

—Siempre  me alegro de verte, pero sin lugar a dudas cuando más me alegro es cuando despierto por las mañanas y eres lo primero que veo.—me dedica su dulce sonrisa. Esa que me encanta.

—Que romántico, señor Grey.—jadea.
Oh, nena.
Sigo besando su clavícula y mi mano desciende por su vientre.

—Para usted, señora Grey, solo flores y corazones.—de un giro me pongo encima de ella y la aprisiono con mi cuerpo contra el colchón.—Solo para ti, nena.—la beso arrancándole un gemido de su dulce boca.
Cojo su mano y la pongo en mi corazón. Ella me mira y suelta un entrecortado suspiro.
—¿Lo sientes?.—asiente despacio con su mirada clavada en mi.—Late por ti. Ahí dentro solo estás tú. Tú eres la dueña de mi corazón por que solo te amo a ti.—sus ojos brillan emocionados y llenos de amor, pero también veo un destello de esa necesidad que antes no estaba. Cojo su mano y la pongo en mi erección férrea y palpitante—¿Lo sientes?—traga con dificultad y veo sus pupilas dilatarse hasta teñir de negro el iris azul de sus ojos y como su lengua se acaricia el labio inferior humedeciéndolo.
Madre mía.
—Solo responde ante ti. Solo a ti, nena.—sus dedos rodean mi polla con firmeza y su mano baja lentamente haciendo que toda la sangre de mi cuerpo se concentre en mi entrepierna.
Oh...
¿Acaso no ve lo que me hace? ¿Como me pone?
—Soy tuyo, Ana. Mi cuerpo y mi alma te pertenecen solo a ti.—gimo.—Créeme.
Ella me tumba lentamente en la cama y se cierne sobre mi con esa pasión vibrante reflejada en sus ojos oscurecidos y deseosos de mí.
Solo de mí, nena. Por favor.
Me masturba mientras dibuja un suave camino de besos húmedos por mi pecho y mi vientre.
Se...se donde va. Se lo que va a...
Oh, Ana...
Gruño un gemido extasiado cuando su cálida y maravillosa boca sustituye a su mano.
—Oh, nena... Es fantástico.
Chupa lentamente, con devoción, con ganas...Esto le encanta...a mi me encanta y se le da de puta madre.
—Dios, preciosa, que boca tienes.
Levanto las caderas y me hundo más profundo en su boca y siento como las pelotas se me hinchan con descargas de placer.
—Por Dios.—gimo.
Es única, es maravillosa, es...mía.
Se ayuda de su mano mientras chupa con fuerza.
Me voy a correr.
—Ana, por favor.—sus malévolos ojos se clavan en los míos y dedicándome una mirada coqueta pasa la lengua lentamente por mi polla.
Mmm, que descarada, nena.
Se levanta y rápidamente se monta sobre mi erección.
Uau, nena.
Cierro los ojos y echo la cabeza hacía atrás cuando siento como su caliente y húmeda piel me cubre por completo arrancándome un gemido.
Sube sus manos por sus muslos arrastrando su camisón hasta sacárselo por la cabeza.
Es magnifica y está preciosa.
Me monta lentamente agarrada a mis caderas. Sus bíceps juntan y aprisionan sus pechos y sus duros pezones apuntan en mi dirección.
Dios, como me pone.
Es perfecta. Toda ella.
—Me encantas.—susurro. Estoy seguro que mis ojos expresan la adoración que siento por ella.
Se mueve lentamente girando sus caderas.
—Ahhh.—me vuelve loco. Cabalga sobre mí deshinibida, con entrega y pasión.
Me encanta. Es...mi Ana.
—Oh, nena.—cierro los ojos.—No pares.—niega con expresión lívida y se muerde el labio.
Oh, ese jodido labio.
Me levanto de un salto y la beso con fuerza clavándole los dientes y arrastrando su delicioso labio conmigo.
Gime.
Quiero oírte, nena.
Ya sabes como me pone.
Me monta, me lleva al límite desesperadamente.
Estamos a punto.
Conozco su cuerpo casi mejor que el mío.
Va a correrse.

Mi gran Amor.Where stories live. Discover now