Mi gran Amor.

18

Despierto sobresaltado de un angustiado sueño.
Respiro hondo y miro a mi mujer que duerme tranquila.
Me abrazo a ella acurrucándome a su lado.
Desde la inconsciencia me abraza y besa mi hombro.
Sonrío.
Es tan buena. Anoche me dijo que me amaba una y otra vez; que no me dejaría solo, que la tengo a ella. La atraigo a mi y beso su cabeza.

—Cuanto te amo, nena.—susurro bajito.—Más de lo que puedes imaginar.
Cojo el mando de la mesilla y regulo las persianas para que se bajen y no le moleste el sol.
Es temprano y quiero que duerma.
Mi Ana.
Anoche saco la fiera que lleva dentro para defenderme.
Si por algo esto se me hace más llevadero es por que sé que la tengo a ella.
Ella nunca me fallaría.
Ella daría lo que fuera por mí como yo por ella.
Nos amamos por encima de todo.
Una vez más agradezco el haberla encontrado. El haberla buscado y el haber luchado por su amor.
Esta es mi recompensa.
La tengo conmigo, para lo bueno y para lo malo. Confío plenamente en ella. Anoche me demostró que ella estará ahí cuando yo flaqueé. Cuando caiga al suelo ella me ayudará a levantarme. Así como yo estaré por ella. Siempre.
Beso su cabeza una vez más y me levanto de la cama con cuidado de no despertarla.
Voy a mi estudio y llamo a Andrea.

—Buenos días señor.

—Buenos días, Andrea. Necesito hablar con Welch. Dile que es urgente. Cancela el pase de mi padre a la empresa y cancela sus reuniones con nuestros accionistas. Dile a Ross que me llame cuando tenga un hueco.—ella se mantiene en riguroso silencio.—Andrea. Si mi padre aparece por allí sin que yo esté y te trata de alguna forma inapropiada, llama a seguridad.

—Sí, señor.—dice en voz baja.

—Y otra cosa. Necesito que vayas al juzgado y recojas mi acta de matrimonio con Ana. Ve tú personalmente. No confío en nadie más.—escucho su sonrisa al otro lado de la línea.

—Descuide, señor. Déjeme darle la enhorabuena por su matrimonio.—sonrío.

—Gracias, Andrea. Eso es todo.

—Si, señor. Que pase un buen día.

Me reclino en mi silla y me froto los ojos.
Suspiro.
¿Porqué mi familia me odia tanto?
¿Cómo ha podido mi hermano hacerme esto?
Todo era una farsa para hacerme mas daño.
Aprieto los puños cabreado y me levanto como un resorte.
Me pongo unos pantalones de deporte y mis zapatillas.
Voy a hacer ejercicio para calmarme.

Empiezo en la cinta, luego hago un circuito de pesas. Me concentro en el canal de noticias para no pensar en mi desagradable padre y su hijo.
Una sombra entra en mi campo de visión mientras golpeo con furia el saco de boxeo.
Me giro rápidamente y los preciosos ojos de mi mujer me atrapan.
Esta de lo más sexy con una pijama negro con encaje y una bata a juego gris.