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Llegamos a casa en tiempo récord.
Parece que Ryan tiene muchas ganas que cabe mi propia tumba.
Suspiro.
Ana se quita los tacones y se desploma en el sofá mientras yo sirvo dos copas de Bourbon.
Le paso un vaso a ella y me siento a su lado.
¿Por donde empiezo?
Empieza por que eras un desgraciado al que ni su propio padre podía mirar y que te dedicabas a usar a las mujeres como trozos de carne.
Suspiro.
Cojo su mano y la entrelazo. Su tacto me calma mucho y ella me da un suave apretón.

—Ya te he contado que mis años de universidad no fueron muy buenos.—asiente.—Estaba agobiado de estar en Harvad, ni siquiera era la universidad donde quise ir.—todo por impresionar a mi padre.—El primer año conocí a Peter. Eramos muy amigos. Salíamos juntos y nos poníamos hasta arriba de todo.  Fue una época de desfase, fiestas locas y chicas. —entorna los ojos. Mi época de universitario dista mucho de la suya. Una buena chica, con las mejores y excelentes calificaciones y matrículas de su clase.—Él conoció a Gia,  yo me la había tirado algunas veces pero no era nada serio. Solo sexo. Ellos empezaron a salir juntos, tenían una bonita relación. O eso creía. Una tarde llegue a la universidad después de pasar la navidad en casa. Estaba muy furioso después de descubrir que mi padre engañaba a mi madre con Elena. Llamé a Peter para desahogarme con él, pero no había llegado todavía. Me fui a un bar  y bebí, bebí hasta que casi había perdido el conocimiento. La rabia me  consumía cada vez que veía la escena de mi padre con esa  mujer...Engañaba a mi madre con quien decía que era su mejor amiga y se  acostaba con su marido y con su hijo.—eso fue un golpe muy bajo y sé que jamas me perdonaré haberle hecho eso a mi madre.
—Cuando el alcohol  actuaba por mí, empecé a mirar a las chicas del bar, todas me dedicaron  miradas lascivas, caídas de ojos...Todas iguales, daba igual si tenían  pareja o estaban solas. Todas estaban dispuestas a venirse conmigo donde yo dijera.—ella cierra los ojos con pesar y sé que en su mente se imagina la escena.
—Yo estaba cegado por la rabia y entonces la vi. A Gia, era la novia de mí mejor amigo y aunque alguna vez la vi mirarme más de la cuenta estando con Peter,  jamás le hice caso. Ella se acercó a saludarme. De fuera no parecía  nada raro, solo dos amigos que se saludan. Pero yo conocía esa sonrisa  coqueta, esa postura sensual, esa voz ronca de deseo. Me quedé en shock  unos segundos, no podía ser, tenía novio, eran felices, era mi amigo.  Una vez más me di cuenta que hay gente sin escrúpulos, les da igual  hacer daño a gente que quieren con tal de tener lo que desean.—aprieta los labios.—Mi rabia aumentaba con su coqueteo descarado. Me susurraba al oído y se restregaba conmigo. Cuando quise darme cuenta me  la estaba follando sin piedad en un baño sucio. Aquello era tan vulgar,  tan denigrante para una mujer que se precie y ella lo disfrutaba.—se mira las manos evitando mi mirada un segundo.
Puede que sienta vergüenza de estar casada conmigo.
—Cuando acabé la dejé allí y me fui. Al día siguiente vino llorando pidiéndome que no le dijera nada a Peter. Que ella era feliz. ¿Feliz? Me había coqueteado y se me abrió de  piernas en un baño y ni siquiera hablé con ella.—me costaba creer que se corriera. Fue todo tan...primitivo y vulgar.—Ya había cometido un error tirándomela, no cometería un  segundo ocultándoselo a mi amigo. Se lo dije, le conté todo como había  pasado, se desahogo bien conmigo.—casi me rompe la mandíbula el cabrón, pero estaba en su derecho.—Yo le dejé que  me pegara porque sabia que me lo merecía, pero necesitaba  decírselo. Peter  pidió un cambio de fraternidad y apenas le veía. Poco a poco fue recuperando su vida. Yo toqué fondo y dejé de salir y me centré en mi  carrera. Gia  no tuvo tanta suerte. Bebía a diario, iba colocada a las clases y casi  la expulsaron. Intenté hablar con ella un par de veces y ayudarla pero  no quiso.—suspira despacio. Su cabeza no para de procesarlo todo. No la veo enfadada, pero si veo comprensión en sus ojos.—Se quedó embarazada, no sabia ni de quien era. Fui a buscarla  y le ofrecí mi ayuda. Ella me echaba la culpa. Estaba así por mi culpa.  Me dijo que no quería tenerlo y la llevé a una clínica para que  abortara.—no podía hacer nada más.—Le pedí perdón por haberla utilizado y ella lo hizo. Poco a poco fue volviendo a ser la que era. Un día me encontré a Peter, nos tomamos unas copas juntos, le pedí perdón y solucionamos nuestros problemas.—ella sonríe con cariño pero sus ojos están un poco desconcertados.
—No volví a verla desde que me vine de la universidad hasta que apareció en  la empresa pidiéndome trabajo. No tenia a nadie y lo necesitaba, me dio pena y aunque no estaba muy convencido la acepté. No podía seguir  arruinando más su vida.

Mi gran Amor.Where stories live. Discover now