Agradecí infinitamente que Bryan hubiese tenido un mínimo de conciencia y que no hubiese botado mis pertenencias a la basura o algo así.

Y aunque hubiese preferido ir a visitar a mi amiga a solas, estaba al tanto de que no existía esa opción. De hecho, Harry no solamente me acompañó hasta el sitio en sí, sino que también se adentró al edificio conmigo, hasta acabar esperando, a mi lado y frente a la puerta número veintiuno del segundo piso.

-Deberías haberte quedado en la limusina -farfullé.

-¿Y dejarte hacer esto sola? No, muñeca... -sonrió con altanería.

Unos pasos se escucharon en el interior del lugar, los tacones que chocaban contra la madera iban acercándose en dirección a nosotros, hasta que finalmente, la puerta se abrió, y frente a nuestros ojos apareció una chica de cabellos lacios y cobrizos, que en cuanto posó sus ojos azules sobre mí, se lanzó a abrazarme.

Solté una carcajada ante su reacción, y le correspondí. Solo entonces pude darme cuenta de lo mucho que había extrañado a mi mejor amiga, de lo mucho que me hacía falta estar con ella.

-¡Navah, no lo puedo creer! ¡Por fin! -exclamó, antes de separarse de mí, para enseguida reparar en la presencia de Harry y corregirse diciendo:- Mierda... Q-quiero decir, Desire...

-No te preocupes, eh... Él no será problema -le dije. No obstante, su rostro no se relajó con mis palabras, en lo absoluto. Ella solo siguió mirando a Harry, como pasmada.

-Tanto tiempo, Zaphiro -le sonrió mi acompañante-. Siempre es bueno verte.

-Eh... Hola, Señor Styles... -murmuró ella, saliendo de su trance.

Contuve la risa al escuchar cómo se refería a él. Me era extraño escuchar esas palabras sin la compañía del acento polaco de Trudy.

-Ehm... Oh, que torpe, lo siento. Adelante, pasen -se apresuró a decir, haciéndose a un lado para dejarnos entrar y dirigirnos al pequeño living-. Tomen asiento, eh... ¿Quieren algo para beber?

Ciertamente, la situación no podía ser más jodidamente incómoda. Era cosa de observar la actitud que Zaphiro había adoptado gracias a la presencia de Harry entre nosotras. Toda esa cordialidad, e incluso la manera en que hablaba, era todo extremadamente forzado y actuado. Nosotras no éramos así. Tan solo me hubiese gustado poder explicarle telepáticamente que todo estaba bien, que no era necesario ponerse de ese modo.

-No, no te preocupes, estoy segura que Harry no quiere nada -respondí por ambos, dedicándole una mirada de advertencia a Harry, quien ya se encontraba sentado cómodamente en uno de los sillones-. Solo vine a buscar mis cosas...

-Bien, entonces ven conmigo... -dijo ella, haciéndome un gesto para que la siguiera.

Agradecí que esta vez Harry no tuviera la brillante idea de ir con nosotras, sino que optara por darnos aunque fuese un poco de espacio.

En cuanto la castaña cerró la puerta de su habitación, se lanzó a abrazarme otra vez.

-¡Dios, siento que no te he visto en años! -me dijo, y cuando nos separamos, pude darme cuenta de que sus ojos estaban humedeciéndose, amenazando con botar lágrimas de ellos-. Estaba muy preocupada, Navah.

-¿Qué? No, no, no... No te pongas así -le sonreí, enternecida con su actitud-. Estoy aquí, estoy bien, tranquila... ¿Qué hay de ti? ¿Cómo te has estado?

-¿Eh?, ¿Es broma? -preguntó, secándose los ojos con sus manos. Negué con la cabeza, confundida-. Navah, desapareces de la nada, y vuelves acompañada de Harry Styles, semanas después para preguntarme cómo mierda estoy. ¡¿De qué se trata todo esto?! -exclamó, alterada, aunque manteniendo bajo el volumen, hablando casi a susurros.

Million Dollar Man » Harry StylesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora