XXXIII

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No voy a mentir, ni la declaración que Liam me había hecho ni ese beso que me había dado pude borrarlos de mi mente gracias al alcohol ni mucho menos. Es más, durante los días siguientes estuvieron constantemente rondando por mi cabeza, incapaz de sacármelos de la mente. Y es que cuando me desperté, Liam ya no estaba a mi lado, se había marchado, sin permitirme preguntarle qué diablos había sido todo eso, si realmente se sentía así respecto a mí o si acaso había sido un mero desliz producto de los excesos y la bebida. Gran parte de mí quería creer que la explicación de todo radicaba en la segunda opción, sin embargo, otra parte de mí -la más realista-, estaba más que consciente de que Liam no era la clase de persona que hacía esas cosas. Además, todos sabemos que solo los niños y los borrachos dicen la verdad, ¿No?

Por supuesto que no quería contarle nada a Harry, no habría sabido cómo. Es decir, luego de insistirle incansablemente que conociera a Liam, que lo intentaran, que terminaran agarrándose a golpes y que finalmente el objeto de sus sospechas se materializara en un beso, demostraba que el rizado siempre había tenido razón a la hora de juzgar a mi amigo, y que yo, conociéndolo desde hacía años, había fallado.

Por lo tanto, lo mejor que podía hacer era poner de mi parte e intentar ocultar aquel recuerdo en lo más oscuro y profundo de mi memoria, fingir que nunca había sucedido y suprimirlo. Eso y tomar distancia de Liam, pues si quería que mi relación con Harry funcionara, no podía tenerlo a él merodeando a mi alrededor, no con esos sentimientos no correspondidos de por medio.

¿Y qué mejor forma de olvidarme de todo el episodio con mi amigo que emprendiendo el ansiado viaje a Manchester en compañía de Harry? ¡Sí! Finalmente había llegado el gran día, ese mismo viernes por la tarde, dentro de lo que eran cuatro horas, se suponía que estaríamos tomando el tren en dirección a mi ciudad natal.

Sí... Cuatro horas y yo todavía seguía retrasando el momento de empacar y armar mi bolso. Es más, aún tenía que ducharme, vestirme y almorzar, y si a esto le sumaba el factor de que teníamos que salir una hora antes para llegar puntuales a la estación, podía concluir que ya estaba más que atrasada, por lo que tenía que comenzar a apurarme.

Muy para mi mala suerte, justo cuando me disponía a iniciar mi lista de cosas por hacer, la mayor de las distracciones entró a mi habitación. Harry hizo su aparición en mi cuarto estando totalmente listo, vestido y duchado.

-Buenos días, muñeca -me saludó con un tierno beso en los labios-. ¿Lista para el viaje?

Solamente me limité a dedicarle una mirada de reproche, como diciéndole "¿Realmente parece que estuviera lista?" a la vez en que lo acompañaba con un gesto de mis manos, señalándole mi pijama y mi cabello desordenado.

-Lo siento -se disculpó con una risa, compensándolo con otro fugaz beso que recibí gustosa.

-Todavía tengo que ducharme y preparar mi bolso, así que como te imaginarás necesitaré hacerlo lo más rápido que pueda -señalé, tratando de lanzarle la indirecta para que me dejara hacer las cosas tranquila y sin él ahí a mi lado.

-Uhm... Viéndolo así, no me importaría darme una segunda ducha -comentó él, ignorando mi insinuación y pasándose una mano por sus rizos aún húmedos.

Negúe con la cabeza. Imposible.

-Olvídalo, una ducha contigo toma muchísimo tiempo -advertí, consciente de la veracidad de mis palabras. Si llegaba a ducharme con él, una cosa llevaría a la otra y lo último que haríamos sería cumplir con nuestro cometido inicial. Es más, Harry podía hablar de la experiencia personal, más de una vez había llegado atrasado a una reunión producto de nuestras eternas "duchas" juntos.

-Está bien... Pero de todas maneras me quedaré aquí, me encanta ver cuando te vistes -dijo, con esa imborrable sonrisa de medio lado que solamente conseguía hacer que me derritiera por dentro.

Million Dollar Man » Harry StylesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora