Capítulo 25

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Camila se humedeció los labios, muy nerviosa, y tomó aire antes de hablar.

-Está bien.

-Quítate la parte de abajo.

-¿Yo?

-Sí, tú.

-Pero...

-Si lo hago yo, no podré evitar tocarte. Y aún no estoy lista para hacerlo.

-A mí me parece que sí lo estás.

Lauren se echó a reír, aliviando un poco la tensión.

-Más que lista. Y ahora haz lo que te digo, princesa.

-No sé si debería... Se supone que una princesa no recibe órdenes.

-Eres mi princesa... por ahora. Y eso significa que puedes acatar mis órdenes.

-En caso de que quiera hacerlo.

-Creía que habíamos zanjado esa parte.

Camila sonrió y se quitó la parte inferior del biquini. Extrañamente, no se sentía tímida ni cohibida por estar completamente desnuda ante Lauren, sino impaciente por ver la reacción que le provocaba.
No quedó decepcionada. Una especie de jadeo ronco retumbó en el pecho de Lauren. Sus ojos se entornaron, pero sus pupilas se dilataron por la excitación y su cuerpo se puso aún más rígido como si estuviera haciendo un esfuerzo supremo por
no tocarla.
Camila se estremeció ante su intenso escrutinio, sintiéndose muy mojada entre los muslos. Tenía los pezones tan duros que le escocían con el suave roce del aire. Al final no fue Lauren quien se movió, sino ella. Sus pies la acercaron a Lauren como si tuvieran voluntad propia.

-Detente -ordenó Lauren.

-No puedo -dijo ella, dando otro paso.

Lauren soltó otra especie de rugido y la agarró por los hombros, tiró
frenéticamente de ella y tomó posesión de su boca con una fuerza incontenible. Sus lenguas se enzarzaron en un duelo salvaje donde la inexperiencia de Camila no suponía el menor obstáculo.
En realidad, había practicado unas cuantas veces en su propia mano, pero a Lauren no parecía importarle aquella agresividad descontrolada. De hecho, parecía gustarle mucho, a juzgar por su creciente arrebato.
A Camila también le gustaba, y sobre todo le encantaba el roce de sus pechos desnudos. Era una sensación tan increíble que perdió la concentración en el beso, pero Lauren siguió besándola con una pasión desenfrenada y la obligaba a amoldar sus labios, y ella lo hizo de manera inconsciente mientras usaba
sus cuerpos para explorar nuevos placeres. ¿Cómo había podido pasarse veintisiete años sin sentir algo parecido? ¿Cómo?
La respuesta era más inquietante que satisfactoria. Porque ningún hombre o mujer en su vida había sido Laurenn. Por eso lo estaba haciendo ahora, se recordó a sí misma. Y estaba dispuesta a disfrutarlo al máximo.
Intentó frotarse contra la entrepierna de Lauren, pero está apartó los labios y la besó en la frente.

-Tranquila, princesa... Todo llegará.

-Lauren, por favor...

-Sé lo que necesitas... ¿Confías en mí?-Sí -respondió instintivamente, aunque su cerebro pudiera pensar lo contrario.

-Entonces espera un poco.

-No quiero esperar... -no podía reconocerse a sí misma, suplicando y jadeando de aquella manera.

-Pero vas a hacerlo.

Camila la miró y vio el deseo que ardía en sus ojos verdes. Respiró hondo y aceptó.

-De acuerdo.

Lauren asintió y retrocedió unos centímetros, lo suficiente para romper el contado corporal.

La princesa y la guardaespaldas (Camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora