Capítulo 6

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Cuando llegaron a las cabañas donde se alojaría el grupo de kayak, Lauren sólo vio otro coche. Resultó ser el de Bob, quien estaba descargando el equipaje junto a otros tres miembros del grupo. Lauren se aseguró de hospedarse en uno de los
dormitorios de la misma cabaña donde dormiría Camila, y lo mismo hizo Bob. De hecho, compartirían la misma habitación. A Lauren le pareció muy conveniente, pues
así podría vigilar a la princesa y a su admirador particular.
Camila compartía habitación con otra estudiante. Una rubia con un físico
despampanante que hablaba como Demi Moore en La teniente O'Neil. Camila le contó a Lauren mientras daban una vuelta de reconocimiento por el lago que la chica había
estado en el Ejército y acababa de empezar la universidad aquel semestre. Lauren ya lo sabía por los informes de su agencia, pero le sorprendió descubrir que la
admiración de Camila por el carácter fuerte e independiente de la rubia rayaba en la adoración.

—Ha estado en más bares y países de los que yo he visitado en mi vida.

—¿Y eso te parece algo bueno? —le preguntó Lauren.

Camila soltó una carcajada que amenazó con despertar la libido de Lauren.

—Pues sí. Mi vida ha sido demasiado recogida. Un fin de semana como éste es lo más aventurero a lo que puedo aspirar.

—¿Acaso quieres más aventuras? —le preguntó Lauren con un mal
presentimiento. Si su familia no mejoraba su seguridad, Camila acabaría viviendo toda clase de peligrosas aventuras.

—Sí. Quiero viajar. Quiero hacer cosas… ayudar a las personas. Ver el mundo, pero no como una… como una persona de clase privilegiada, sino como alguien que intenta hacer algo por los demás.

—Parece que quieras unirte a los Cuerpos de Paz.

—Es uno de mis sueños, pero no creo que pueda cumplirlo.

Lauren tuvo que respirar hondo para no ahogarse por la sorpresa. ¿Una princesa en los Cuerpos de Paz? Ella tampoco lo veía muy probable.

—Si no puedes hacer realidad tu sueño, puedes buscar algo más práctico y realista.

Por ejemplo, donar dinero a una causa benéfica. Era lo que hacían las princesas comprometidas con las clases más desfavorecidas sin necesidad de provocar un incidente político.

Camila se detuvo y contempló el lago con expresión pensativa. Lauren también se detuvo, pero se quedó observando a su princesa. Su piel relucía a la luz del sol, y sus
perfectos rasgos irradiaban una belleza que le cortaba el aliento. Sin darse cuenta de lo que hacía, levantó una mano y le apartó el pelo de la cara. Camila se movió ligeramente y sus miradas se encontraron. Sus ojos color miel la atraían irrefrenablemente, y su dulce sonrisa la tentaba a saborear sus labios. Ladeó la cabeza y descendió hasta que sus labios se rozaron.
El leve contacto se propagó como una corriente eléctrica por todo su cuerpo y detuvo el tiempo a su alrededor. Ninguna de las dos se movió ni intentaron profundizar el beso. Permanecieron inmóviles, suspendidas en una sensación que
Lauren nunca había experimentado y que Camila tampoco debía de haber sentido hasta ese momento.
Sólo estaban físicamente unidas en dos puntos… por los labios, que apenas se rozaban, y por la mano que Lauren aún tenía en su mejilla. Y sin embargo podía sentir la conexión en lo más profundo de su ser.

—Eh, ustedes —la voz de Bob la devolvió bruscamente a la realidad.

Retiró la mano de la mejilla y se apartó de Camila. ¡Qué demonios estaba haciendo? Ni siquiera había oído acercarse a Bob, y un despiste semejante era imperdonable en su trabajo. Si Bob hubiera sido una amenaza, Camila podría estar
muerta en ese mismo momento. Un escalofrío le recorrió la piel sólo de pensarlo.

Estaba allí para proteger a Camila, no para hacer el amor con ella, Ni siquiera para fantasear con ella ¡como una enferma de amor. Ella no fantaseaba con nadie.
Tal vez necesitaba unas vacaciones. Un poco de tiempo libre y unas cuantas aventuras sexuales para intentar sacarse de la cabeza la imagen de su… de la princesa. De una cosa estaba segura. Aquella Venus en miniatura se estaba convirtiendo en una debilidad que no podía permitirse.

—Hola, Bob —lo saludó Camila, Su voz era más débil de lo habitual y tenía la mirada desenfocada.

Lauren tuvo que reprimir un gemido. La situación se le estaba escapando de las manos… si no se le había escapado ya.

—Se supone que es una excursión en grupo, no una escapada romántica —les dijo Bob, echándoles una mirada suspicaz.

Lauren lo fulminó con la mirada. Como si aquel imbécil no se aprovechara de la situación si tuviera oportunidad. Y seguro que tendría muchos menos escrúpulos que Lauren.
Camila apartó la mirada. Sus mejillas se habían cubierto de un rubor adorable.

—¿Querías algo, Bob? —le preguntó Lauren, intentando recordar que la palabra «adorable» no formaba parte de su vocabulario, y menos aplicada a una clienta.

—Sólo quería echarle un vistazo al lago. Mañana por la mañana empezaremos por las aguas mansas, comprobaremos el nivel de cada uno y después de comer iremos al río —miró fijamente a Lauren—.Suponiendo que todos estemos preparados para ir al río…

Lauren se dispuso a decirle que estaría preparada para lo que fuera, pero Camila se le adelantó.

—Si Lauren no se encuentra cómoda en las aguas bravas, me quedaré con ella en el lago por la tarde —dijo, cambiando radicalmente los planes de Lauren para demostrar su destreza.

—¿De verdad no te importará? —le preguntó. Bob Frunció el ceño. —No es justo para ti, nena, Seguro que cualquier otro con experiencia estará dispuesto a quedarse con ella.

A Lauren no se le pasó por alto que Bob no se ofrecía voluntario para dicho papel.

Los rasgos de Camila se contrajeron en una mueca de cabezonería que cada vez le resultaba más familiar.

—No seas tonto, fui yo la que invitó a Lauren a esta excursión. Le prometí que le enseñaría a remar y eso haré.

                             * * *

Camila hizo honor a su palabra. Lauren tenía experiencia en canoas y no le costó encontrar el equilibrio en el kayak, pero las enseñanzas y los consejos de Camila le resultaron muy útiles a la hora de guiar la embarcación. Aun así, se preocupó de caer al agua en un par de ocasiones para que la excusa de quedarse en el lago resultara creíble.
Comieron todos juntos en la cabaña principal. Camila estaba muy animada y sonreía casi todo el tiempo. ¡Alababa los esfuerzos de Lauren por aprender y también
a los demás por la técnica demostrada. Ella y su compañera de habitación iniciaron una discusión sobre cuál de las dos había vivido la experiencia más peligrosa en un
kayak. Y fue entonces cuando Lauren se enteró de que Camila casi se había ahogado en una ocasión. En su último año de instituto, mientras participaba en una carrera particularmente difícil, otra remera se había caído al agua. Se había golpeado la cabeza y no había vuelto a emerger. Camila se lanzó al agua para salvarla. Las dos
chicas estuvieron a punto de ahogarse, pero Camila consiguió llevarla hasta la orilla.
Oyendo su dramática historia, Lauren experimentó un miedo del todo
inesperado e irracional. Y sus temores aumentaron cuando vio la expresión maravillada de Camila mientras la teniente O'Neil relataba su descenso por los rápidos del río Yangtze. Si su familia no hacía algo pronto, Camila acabaría matándose en su búsqueda de aventuras.
Necesitaba un novio o novia que la vigilara de cerca. Ni su padre, ni su tío ni su equipo de seguridad estaban haciendo lo suficiente. Pero la idea de que fuera otra persona que la protegiera llenó a Lauren de una furia ciega. No podía soportar la
imagen de Camil en los brazos de alguien que no fuera ella.

La princesa y la guardaespaldas (Camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora