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Jungwoo despertó por el fuerte apriete que tenía su vejiga y al darse cuenta de lo que su cuerpo estaba pidiendo, se empezó a hiperventilar por los nervios.

No sabía qué hacer.

No tenía permiso de ir al baño aún.

Pero no quería estropear la cama de su nuevo dueño.

Recordaba que uno de sus dueños anteriores, el primero, no le permitía ir al baño más de una vez al día, y eso estaba bien para Jungwoo porque rara vez ingería alimento, así que no lo necesitaba mucho.

Ese hombre se hubiera merecido que Jungwoo le estropeara la cama, pero su nuevo dueño no lo merecía.

Su nuevo poseedor era bueno.

Sin poder aguantarse más, Jungwoo se levantó de la cama, con dificultad puesto que aún le dolía muchísimo el cuerpo por el último castigo que había recibido, y caminó apresurado hacia el baño.

Sus ojos se aguaron de alivio al estar allí dentro y al terminar, incluso se tomó la libertad de abrir un poco el lavabo para enjuagar sus manos.

Cuando estaba saliendo, vio a su nuevo dueño entrar y Jungwoo notó que estaba serio y tenía la cara roja.

Recuerdos de su anterior dueño enfadado invadieron su mente y el miedo se apoderó de Jungwoo, provocándole lanzarse al piso a arrodillarse en súplica.

"¡Perdón, Señor, perdón!" sollozó Jungwoo susurrando y Yukhei se sobresaltó, asustado al ver aquel extraño comportamiento. "Por favor no se enfade, le juro que no podía aguantar y usted no se merece que le estropeen la cama."

Yukhei miró entre el chico arrodillado y el baño y logró entender qué sucedía. Tal como lo había hecho las veces anteriores, se arrodilló frente al esclavo y esta vez le tomó las manos.

"Regla #3: Eres libre de ir al baño cada vez que lo necesites, cuantas veces lo necesites." susurró Yukhei con un suspiro y soltó una de sus manos para poner un dedo bajo su barbilla y levantar su cara. "Jamás me enfadaría por algo así, Jungwoo."

Jungwoo lo miró calculador unos segundos y luego asintió despacio, sintiendo como su cuerpo se relajaba por la pequeña sonrisa que tenía Yukhei en los labios.

"Pero, ¿porqué—?" empezó a preguntar Jungwoo y se calló al instante, sorprendido de que se sentía en libertad de hablar con tan solo unas horas de conocer a su nuevo dueño.

"¿Qué pasa?" preguntó Yukhei y movió sus dedos de la barbilla de Jungwoo a su mejilla, dándole suaves caricias con su pulgar.

"Si no estás enfadado, ¿porqué tienes la cara roja?" preguntó Jungwoo susurrando y Yukhei se sintió orgulloso de que el joven esclavo ya demostraba tenerle un poco de confianza.

"Es solo que estuve—" empezó a decir Yukhei pero se interrumpió; no estaba en sus planes decirle que había estado llorando por él. "Es solo un poco de alergia, dentro de un rato se me quita, no te preocupes."

"Oh." suspiró Jungwoo y miró a Yukhei directo a los ojos; no era tonto, sabía que estaba mintiendo y por alguna razón no quería hablar del tema. De pronto los ojos de Jungwoo brillaron con emoción. "¡Yo podría aplicarle alguna crema o algo para que se alivie, Señor! Soy muy bueno cuidando heridas."

Yukhei sintió como se derretía su interior al ver al fin un poco de vida en los ojos del chico, emocionado por ayudar a su poseedor.

Claramente, Yukhei sabía que Jungwoo había notado su mentira, pero aun así asintió y se levantó del piso, jalando la mano de Jungwoo y ayudándolo a levantarse, dejándolo esta vez sin la posibilidad de negar su ayuda.

"Quédate ahí sentado, ya vengo con la crema, ¿sí?" Yukhei dijo y Jungwoo asintió con una pequeña sonrisa.

Jungwoo lo vio caminando tras la puerta y sintió algo extraño en su corazón.

No sabía porqué estaba tan seguro, pero sabía que su poseedor merecía todas las cosas buenas y él estaba dispuesto a darle todas las que estuvieran a su alcance.

~

Un tanto después, la puerta de la habitación se abrió y Jungwoo alzó la mirada esperando ver a Yukhei.

Pero por la puerta entró una mujer a la que no conocía y bajó su mirada.

Estuvo a punto de tirarse de rodillas, pero ahora recordaba que su poseedor le había dicho que la regla número dos era no arrodillarse. Se sentía mal porque lo había desobedecido varias veces después de que le había dado la orden, pero ahora iba a hacer todo lo posible para hacer a su dueño feliz.

"Hola, querido." dijo la mujer y Jungwoo alzó la mirada para verla y se sorprendió al ver una sonrisa amable en su rostro. Movió su mirada y observó el brazo de aquella, relajándose al ver el tatuaje que le informaba que ella también era una esclava. Al observarla bien, podía notar que era una señora de al menos cincuenta años pero no se veía envejecida como las otras esclavas de esa edad que Jungwoo había conocido. "Mi nombre es Wendy, soy la esclava de la Dama."

"H-Hola..." respondió Jungwoo tartamudeante; se sentía un poco más en confianza con Yukhei, pero solo con él.

"¿Puedo acercarme?" preguntó Wendy y Jungwoo asintió después de dudarlo un instante. "¿Cómo te sientes?"

"Um..." murmuró Jungwoo sin saber qué responder. Ni siquiera sabía si tenía permiso de hablar con aquella mujer. "¿...bien?"

"Conozco muy bien al Señor Yukhei, lo he visto crecer." dijo Wendy al escuchar la vaga respuesta del joven y se sentó en la silla que estaba cerca de la cama. "Por lo tanto, sé que él te dejaría hablar conmigo."

Jungwoo miró a la mujer y se relajó un poco al verla sonriéndole cálidamente. Jungwoo había permanecido poco tiempo en el C.A.E las veces que estuvo ahí ya que siempre tenía la desgracia de que lo elegían rápidamente. Pero a pesar de eso, sabía que entre esclavos existía una hermandad de sobrevivencia; podrían confiarse entre ellos.

"Bien, me siento bien." contestó Jungwoo al fin y Wendy le sonrió con ternura. Jungwoo abrió su boca para hablar, no muy seguro todavía. Mordió su labio inferior un segundo antes de suspirar y hablar. "El Señor no es como ningún otro dueño que haya tenido antes."

"Esta familia no es como ninguna otra familia que vayas a encontrar." respondió Wendy sonriendo. "Topaste con muchísima suerte al ser elegido por el Señor Yukhei."

"Creo que empiezo a notarlo." respondió Jungwoo y sus ojos brillaron. "Él es bueno y bondadoso. Me trata bien y me deja hacer muchas cosas. Es más, ¡mira, estoy sentado en su cama!"

"¿Cuánto tiempo llevas en el sistema?" preguntó Wendy al ver el brillo en los ojos del chico. Su dueña le había informado que el chico venía en muy mal estado, pero ella lo veía muy bien.

"Fui vendido cuando tenía 11 años, así que creo que seis años." respondió el menor haciendo memoria.

"De verdad tuviste mucha suerte, querido." repitió Wendy y Jungwoo la miró directo a los ojos. "Solo estuviste seis años en el sistema y estoy segura de que te quedarás con el Señor Yukhei por todo lo que resta de tu vida."

Jungwoo se sonrojó al instante al escuchar las palabras de la esclava. A la vez, sintió como su estómago revoloteaba. No quería ilusionarse porque el promedio de años que un esclavo se quedaba con un poseedor era de tres años y luego eran devueltos. Pero Wendy vio crecer a su dueño, así que llevaba muchos años con su actual poseedora.

Sin poderlo evitar, una sonrisa brilló en los labios del joven esclavo.

Después de escuchar todo lo que Wendy le había dicho, sentía que podría empezar a confiar en su dueño y se sentía afortunado.

La verdad era que no tenía ningún problema con quedarse por siempre con su actual poseedor.

「libérame」 「luwoo」 「terminada」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora