Entonces fue que me detuve frente a mis propios pensamientos. ¿Qué sucedía conmigo? ¿En que minuto había empezado a considerar y respetar a tal punto la autoridad de Styles? ¿En que segundo me había vuelto tan... Dócil y manipulable? Oh, y lo peor de todo: ¿Cuándo diablos había comenzado a justificar mi propio encierro? Joder, no. Eso no podía ser.

-Olvídalo, Trudy, ni te preocupes por eso -dije, tajantemente-. Volvamos y te ayudaré, no se hable más del asunto.

Y eso era exactamente lo que nos disponíamos a hacer, o así lo fue hasta que logramos divisar frente a la enorme piscina a Harry, que permanecía de pie, con la mirada perdida, acompañado de un cigarrillo entre sus labios.

Nos acercamos hacia él, siendo adelantadas por Chester que corría hacia su dueño para robarse su atención y convertirse en merecedor de sus caricias. Sonreí con la imagen. Harry, a pesar de lucir trasnochado, lucía tan guapo como siempre. Llevaba sus jeans ajustados y su camisa roja a cuadros a medio abrochar, y no dejaba de juguetear con el animal.

Irónicamente, a mi lado, y con una reacción más bien contraria, Trudy fruncía el ceño.

-¡Señor Harry! -exclamó la ama de llaves, con una voz muchísimo más autoritaria de lo que me habría esperado.

Abrí los ojos de sobremanera, jamás imaginé que la escucharía hablarle así al que suponía ser... ¿Su jefe?

Harry solo murmuró un "mierda", se apartó de Chester, apagó el cigarrillo contra el piso y sacó una menta de su bolsillo para echársela rápidamente a la boca, como si nosotras no fuesemos capaces de ver lo que hacía.

Rápidamente mi cerebro hizo las conexiones respectivas, y todo cobró sentido: Harry se ocultaba de Gertrudy cuando fumaba.

Contuve una carcajada. El hombre de un millón de dólares no parecía tan temible en ese momento.

-¡Debería darle vergüenza, especialmente considerando lo mucho que sufrió su padre por culpa de ese horrible vicio! -exclamó ella. No obstante, esta vez no lucía enojada, sino más bien decepcionada. Lo que en realidad no habría sabido decir si era mejor o peor.

-Lo siento, Trudy... Yo...

-Olvídelo. Iré a preparar el almuerzo... Pensaba cocinarle ravioles con mi salsa bolognesa, pero creo que solo prepararé un budín de berenjenas -declaró.

Harry, por su parte, hizo una mueca de asco, obligándome a contener una caracjada. Parecía un niño de cinco años siendo reprendido por su madre.

-Ahora, si me disculpan, iré a la cocina... -y dicho esto, la mujer se retiró siendo seguida por el animal, dejándonos a solas.

Cuando supe que Trudy se había marchado, no me reprimí más y estallé en risas. Harry solo guardó silencio en medio de su sonrojo.

Me encantaba poder descubrir esas facetas más ocultas de él, aprendiendo así que el rizado no solo era el impecable hombre de traje, serio, autoritario, sino que también podía ser humano, vulnerable e incluso infantil.

-Así que... No te dejan fumar en tu propia mansión, ¿Eh? -me burlé.

-¡Mi gran secreto ha sido revelado! -suspiró, alzando los brazos dramáticamente. Reí-. No, la verdad es que ni Gertrudy ni Margareth, ambas lo desprecian, pese a que he pillado a Maggie haciéndolo un par de veces -se encogió de hombros-. Como sea... ¿Qué hay de ustedes? ¿Qué estaban haciendo?

Y ahí volvía el Harry más conocido por mí, ese que siempre quería saberlo todo.

-Salimos a caminar un rato... Pero hace un calor de mierda... -respondí, pasándome una mano por los cabellos, quitándolos de mi frente-. No sé en que minuto pasamos de los días jodidamente fríos a esto.

Million Dollar Man » Harry StylesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora