Dylan Kay sabe lo que fue crecer sin ningún tipo de afecto en su vida, pero aún consciente de ese hecho, él sabe cómo pasarla bien, pues con "temporal" como su palabra favorita, él no tiene que preocuparse por nadie más que por sus hermanos del club...
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Dylan
Hice lo correcto. Lo compruebo al seguir sintiendo alivio.
Alivio, junto con una conexión inexplicable, inigualable. Un vínculo invisible que me une a Charlotte Parker. Es normal, pienso, pues nunca antes había tenido una hermana que quisiera conocerme sinceramente. A mi lado, mi chica le da un suave apretón a mi mano para que reaccione.
Aclaro mi garganta para después presentársela a Charlotte: —Ella es Lorelle Evans. —Con mi brazo derecho, rodeo sus delicados hombros—. Mi...
—Tu esposa —Charlotte sonríe—. O como dicen ustedes, tu mujer. —Su pequeña mano se extiende—. Encantada de conocerte, Lorelle.
—Estoy encantada también, Charlotte —responde ella—. Dylan y yo estamos muy emocionados por venir a visitarte. Eres más bonita en persona.
—Oh, gracias —acepta levemente sonrojada—. Tú también lo eres, y por eso veo por qué Dylan te tiene bien agarrada, como si no quisiera soltarte nunca.
Me encojo de hombros. —Soy un bastardo con suerte por tenerla en mi vida. ¿Qué puedo decir?
Ambas ríen y la atmósfera alrededor de los tres, se hace más cómoda.
Notando ahora el vientre de Lorelle, Charlotte pone ambas manos en sus mejillas y con sorpresa replica: —Dios mío, ¡y estás embarazada!
Lorelle asiente tocando su abdomen: —Sí, seremos padres en unos cinco meses. Estamos esperando el resultado de la ecografía que me hice ayer.
—Que hermosa noticia he recibido —dice sonriendo con emoción y uniendo sus manos sobre su pecho—. Sabía que estabas con Dylan, pero no que estabas embarazada. Entonces...seré tía. —Charlotte me mira, como buscando mi aprobación, y asiento sin dudarlo porque en efecto, ella será la tía de mi hijo.
Ella suspira emocionada: —En verdad estoy tan feliz de que hayan venido. —Charlotte abre más la puerta—. Pero pasen por favor, para que hablemos con calma.
—¿Estás sola? —pregunto antes, porque si sus hermanos están aquí, no quiero problemas.
—Lo estoy —ella me asegura, adivinando mis razones—. Johan y Ansel, se hospedan cerca del campus y solo vienen los fines de semana. No sé si lo sabes, pero mi madre falleció cuando yo tenía dieciséis años. —Lo sabía, y muevo mi cabeza comprendiendo—. Y mi prometido, Alan, está trabajando. Así que sí, estoy sola hoy.
—Bien. —Entro, junto con Lorelle.
Una vez adentro, Charlotte cierra la puerta y miro alrededor del espacioso recibidor. Por dentro todo es muy lujoso. Las paredes están pintadas de blanco, y las decoraciones, detalles, barandales y candelabros, son de color dorado. Una lámpara de araña con cristales nos alumbra desde el techo. Sé que no, pero todo parece nuevo de tan limpio y cuidado que está cada cosa. Es obvio que Oliver ganaba buen dinero con su profesión de abogado.
