Dylan Kay sabe lo que fue crecer sin ningún tipo de afecto en su vida, pero aún consciente de ese hecho, él sabe cómo pasarla bien, pues con "temporal" como su palabra favorita, él no tiene que preocuparse por nadie más que por sus hermanos del club...
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Dylan
Carajo. Las hadas sí existen, porque la chica que viene hacia mí, es literalmente una de ellas. Y no puedo dejar de mirarla.
Su cabello rubio está un poco más largo y me gusta como lo lleva siempre con algún accesorio en forma de pluma porque a ella le agradan ese tipo de cosas, como lo demuestra el tatuaje azul, rosado y violeta que tiene encima de su cadera. Unas caderas que se mueven lenta e invitadoramente, y solo para mí. El pequeño piercing en su pubis rasurado, brilla bajo la tenue luz de nuestra habitación, y quiero jugar con él, y luego abrir sus labios para sumergir mi lengua en su único sabor. Miro más arriba, y ya había notado que sus tetas están más llenas, y yo siempre estoy jodidamente salivando por probarlas, justo como ahora. Bajo nuevamente mi mirada, y su vientre hinchado con mi bebé, me hace sonreír desde la cama como un imbécil afortunado. Ella está desnuda, y su piel brilla gracias a alguna crema que se puso en el baño. Mi mujer también se puso algo más. Unas alas transparentes en su espalda que la hacen ver como la hada más caliente de algún jodido bosque.
Vuelvo a mirarla de arriba hacia abajo lentamente y con apreciación, esta vez acariciando mi polla con movimientos pausados. Esa risa traviesa tan suya, me hace mirarla a la cara.
—¿Sabías que Lorelle en realidad es un nombre de hada?
Niego lentamente. —No lo sabía. ¿Cómo lo sabes tú?
—Investigué. —Ella se detiene al borde de la cama—. Para mi próximo libro infantil.
—Interesante —murmuro, ronco.
—Sí que lo es —Ella mira mi erección con avidez, y pasa su pequeña lengua entre sus labios—. Lorelle, y sus variantes como Lorrella, Laurel o Lorilla, son nombres en el lenguaje de las hadas y se traducen en Laura.
—Me sigue gustando más Lorelle —musito excitado, y ella se sube a la cama. Al tenerla tan cerca y oler su perfume natural y seductor, mi polla se pone más dura.
—A mí también —concuerda sonriendo y quitando mi mano.
Sus manos suaves me acarician al mismo ritmo, y luego cuando se inclina y su boca húmeda sustituye sus dedos...
Diablos.
Me muevo inquieto y más excitado ante las caricias de su pequeña y juguetona lengua. Acaricio sus cabellos, y no cierro mis ojos ante el placer porque me gusta verla succionarme y llevarme al límite, pero me está costando contenerme porque ella lo hace con maestría, rapidez, y voy a correrme pronto en su boca. Quiero eso, pero Lorelle me suelta de repente y se sube a horcajadas encima de mí. Mi mujer toma mi pene y lo guía hacia su entrada. Sus caderas bajan lentamente hasta que estoy por completo en su interior. Mierda. Mientras juego con sus pechos llenos, siento la suavidad, la cálida humedad y la estrechez de las paredes su vagina, y quiero quedarme así todo el puto día, pero tengo una reunión en el sótano con los hermanos en una hora.
