Prólogo

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Dylan

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Dylan

Las barbacoas con los hermanos en el club son malditamente geniales, ruidosas, repletas de comidas, bebidas, muchas chicas, y la de hoy no es la excepción porque además de tener todo eso, es la celebración de la boda de Daniel y Samantha. Fue un día de grandes sorpresas para ella y estuve feliz de ayudar a Daniel en su plan para que todo fuera perfecto. La música rock de Daughtry suena por los altavoces, y mientras le doy un sorbo a mi trago de whiskey, escaneo el patio del club desde el árbol en donde estoy recostado.

Están Mike, Hammer, Stone, y Black T, que son los hermanos presidentes de otros clubes moteros de distintas partes de Delta, y desde aquí los escucho haciendo chistes sucios como siempre y no paran de reírse. En una de las mesas de picnic están sentados Sharon, junto con su esposo John Smith, y Lucas. Me imagino que están hablando acerca de las donaciones y del albergue. En otra mesa, veo a Ben con una sonrisa de oreja a oreja porque está acariciando la abultada panza de Daisy, y luego mis ojos se mueven hacia el improvisado bar para ver a Carl hablando con Zach, nuestro nuevo Capitán de Ruta.

Por último, veo a mi presidente con su dama comiéndose a besos en una esquina apartada, y siento que puedo vomitar en cualquier momento y no porque estoy parcialmente ebrio. Nah, solo bromeo, y sinceramente, me alegro por ellos, especialmente por Daniel. Este hombre es mi mejor amigo y merece ser feliz con una mujer que cuide de él porque su vida no fue fácil a causa del padre de mierda que tuvo. Aún así, esa cosa que ellos tienen no es para mí, y no es que haya sufrido por amor y bla, bla, bla. No puedes sufrir por lo que nunca has tenido, ¿no? De todos modos, las relaciones y las emociones, son intensas, confusas, y no las quiero en mi vida, especialmente ese tipo de amor. Simplemente me disfruto el momento sin ningún tipo de promesas ni compromisos. Vivir libremente es la mejor forma de vivir.

Nunca he tenido una novia...pff, ni la tendré. Solo tengo parejas sexuales y ellas saben muy bien que es temporal. Como la del miércoles en la noche, Karla, la chica que trabaja en el bar de Tom. Fue una noche satisfactoria y caliente, pero cuando me desperté esa madrugada con ella pegada a mí, por primera vez en mi vida me sentí asqueado conmigo mismo y con todo. Me levanté de su cama, me vestí, y salí como un rayo de su pequeño apartamento.

No le dije nada porque esa noche, antes de tocarla, le dije todo: —Me tienes por esta noche. Mañana cuando te despiertes ya no estaré aquí.—Esas fueron mis palabras claras, concisas y precisas.

Ella las entendió a la perfección, pero lo más importante, fue que las aceptó con excitación. Bueno, ¿y quién soy yo para detener a una cosita linda y deseosa? Como el infierno que yo no. El cuerpo femenino es fascinante. Me gusta sentir esa piel suave y delicada en una mujer. Me gusta olerlas y explorar cada rincón con mis manos, con mi boca, y con mi lengua. Escucharlas gritar mi nombre cuando las llevo al punto de no retorno, ver su cuerpo temblar, y sentir todo ese calor y suavidad envolviéndome cuando estoy en su interior...mierda, es tremendamente excitante.

Después de que salí del apartamento de Karla, dejándola desnuda y dormida, me subí a mi motocicleta y conduje hasta llegar al club. Luego subí a mi habitación para asearme e irme a trabajar, y mientras me ponía mis botas, me quedé pensando en las palabras que Daniel me dijo el lunes en el taller de mecánica Baxter. Unas palabras que de mala gana admito, se quedaron martillando en mi cabeza.

—Mira, Dylan, sé que lo que te hicieron tus padres biológicos y tus padres adoptivos te marcó de alguna manera que aún no aceptas...

Y él está muy equivocado porque ya lo he aceptado. Cuando creces sin recibir ningún tipo de cuidados, ni de supervisión, ni de afecto, te entumeces por dentro, y casi todo lo haces mecánicamente: comes, duermes, trabajas, follas... Eso es todo, bueno no, porque tener sexo lo disfruto plenamente, ¡eh! La cuestión es que ya he aprendido a vivir con ello y lo más importante es que jodidamente me gusta.

Mi pasado es muy, muy bonito. Seh, estoy siendo sarcástico, pero soy inocente en todo esto. Yo no pedí venir al mundo, pero aquí estoy.

¿Mi madre biológica? Una universitaria veinteañera que se quedó embarazada en una fiesta de fraternidad y que dio en adopción al bebé, o sea, a mí. El abuelo Frank me ayudó a encontrarla, y luego, acompañado también de Daniel, fui a conocerla. El viaje duró casi dos horas pues ella vive en la parte acomodada de esta ciudad. Yo tenía quince años, y al verla, ella no me dio oportunidad y ni tan siquiera me dejó preguntarle el porqué de su decisión.

Esa señora vio la pregunta en mis ojos, y con arrogancia respondió: —Quería ser doctora y lo logré. Un bebé no entraba en esa ecuación. Lo siento mucho, pero te enviaré dinero porque no podemos seguir en comunicación. Mi familia no sabe nada de ti. Debes irte ahora o me meterás en problemas.

Tenía edad suficiente como para mandarla a la mierda y lo hice. Por eso es que me identifico mucho con Samantha. Algunas madres no merecen ese título y ese privilegio. Sam es una buena chica, y su corazón es puro y bondadoso. ¿El mío? No.

¿Mi padre biológico? Un estudiante de derecho que folló y embarazó a mi madre en una fiesta de fraternidad. Lo conocí a los dieciséis y no había dudas de que él era mi padre. Mismos ojos y cabellos castaños, misma piel bronceada, casi la misma altura, y aunque yo todavía no era corpulento como él, iba en camino a eso.

Con voz llena de desdén, solo me advirtió: —¿Quieres proceder legalmente? ¿Reclamarme el dinero atrasado de la manutención? Hazlo. Soy abogado, de los mejores de esta ciudad y con muchas conexiones que no dudarán en ayudarme y hundirte.

También lo mandé a la mierda.

¿Mis padres adoptivos? Louise y Bruce Kay. A ellos solo les importaba el dinero mensual del subsidio de adopción que el estado les proporcionaba. Un dinero que se suponía era para mi ropa, mi comida, y otras necesidades, pero las máquinas tragamonedas del casino las necesitaban más que yo. Lo único que me dieron fue su apellido y voy a cambiarlo algún día. Todavía viven en los suburbios de esta ciudad, pero ni me buscan ni los busco. ¿Para qué esforzarte cuando a ellos no les importas un carajo?

De alguna manera tenía que sobrevivir e hice mi propio dinero trabajando desde los diez años en el taller de mecánica Baxter. Ahí crecí, ahí aprendí todo, y ahí conocí a Daniel y a los Dragones MC. Si no los hubiese encontrado, hubiese muerto. Punto.

Sacudo mi cabeza para así despejar mi mente de esas sombras del pasado, y termino mi whiskey. Entonces salgo de mi escondite para unirme a la fiesta, a mis hermanos del club, y para hacerle bromas a Daniel sobre hombres casados. Siempre disfrazo todo con buen humor.

La vida es jodidamente dura, pero sé luchar contra ella.

Soy un vencedor.

Soy mecánico de profesión.

Soy el vicepresidente del club los Dragones.

Soy Dylan Kay, y ésta es mi historia.

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NOTA:

ESTADO DE LA HISTORIA: ACTUALMENTE CORRIGIENDO Y AÑADIENDO ESCENAS.

DISCULPEN LOS INCONVENIENTES AL LEER.

Gracias por darle una oportunidad.

Esperando por ti (Dragon's Family #2) (CORRIGIENDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora