10. No está bajo control

Začít od začátku
                                    

Grité y me llevé la mano izquierda a la boca con dolor en el alma. Mi teléfono estaba en el fondo del agua y tenía que salvarlo, me agaché y metí la mano olvidándome de la cantidad de gérmenes que podían andar flotando en el agua a pesar de estar limpia.

Lo envolví en la toalla que acababa de poner y luego salí de mi habitación, bajé las escaleras corriendo y abrí la puerta principal con mucha dificultad.

-Hola...- la suave voz de Victoria se desvaneció, probablemente al ver la urgencia en mi rostro.

-Lo siento, acabo de tirar mi móvil en agua de casualidad y tengo que salvarlo.- solté con rapidez y fui hacia la cocina.

Dejé el móvil sobre el mesón y traté de secarlo suavemente con la toalla, luego cuando vi que estaba seco comencé a tratar de abrirlo, pero resultó que una mano no era suficiente para terminar el trabajo.

-Deja que lo haga.- dijo Victoria poniendo una mano en mi brazo para apartarme.

-Sí... gracias.-

Que abriera el teléfono y lo desarmara con tanta facilidad se sintió como un ataque personal a mis capacidades, era como si el mundo siguiera restregándome en el rostro el hecho de que era medianamente inútil con un solo brazo funcional. Al menos me hacía admirar a las personas que no tenían mi misma suerte.

-Nunca he entendido como es que alguien deja caer su móvil en el escusado.- comentó cuando terminó.

-Créeme que yo tampoco lo entiendo, soy un idiota.- mascullé.

Victoria me miró de reojo y sonrió, luego secó el interior del teléfono y cada una de las pequeñas partes que había removido. Mientras lo hacía la observé, tratando de adivinar qué tal estaba de humor.

Su mochila continuaba en sus hombros y llevaba el cabello suelto, algo alborotado. No se veía mal, aunque me pregunté si se había maquillado para verse así, no podía adivinarlo con tan solo mirarla. Tal vez si le tocaba un ojo podría, pero eso no sería muy inteligente.

-¿Tienes arroz?- me preguntó.

-¿Tienes hambre?-

-No.- sonrió, otra vez.-Se supone que absorbe el agua, vamos a enterrar tu móvil en arroz.- anunció.

Fui hacia uno de los gabinetes y saqué una bolsa de arroz medio llena, se la acerqué y ella puso mi teléfono en el interior. No estaba seguro de que eso fuera a servir de algo, pero no perdía nada intentándolo.

-¿Lo dejamos ahí?- le pregunté mientras me secaba la mano húmeda en la toalla.

-Sí, por algunas horas.-

Asentí varias veces antes de ponerme en marcha fuera de la cocina con Victoria a mis espaldas. En vez de llevarla a mi habitación fui a la sala, principalmente para aprovechar el hecho de que la residencia se hallaba vacía.

-Espero que funcione...- comenté sentándome en el sillón.-No quiero tener que pedirle a mamá que me compre uno nuevo.- me quejé, no era como que ella o papá me regañarían, en realidad sí... él lo haría.

-¿No ahorras tu propio dinero?- me preguntó quitándose la mochila y dejándola caer en el piso.

-Eh... más o menos.- dije pensativo.

Mis padres continuaban sosteniéndome económicamente y pagaban por todos mis gastos mientras me encontraba en la universidad, aunque papá me había hecho trabajar cuando cumplí dieciséis porque dijo que todos debían saber lo que significaba esforzarse por un sueldo. Hasta el día de hoy esa lección se me había quedado grabada en el cerebro y me incomodaba pedirles dinero, lo que era realmente estúpido considerando que esa era una de las cosas que puede que les sobrara.

La Primera RupturaKde žijí příběhy. Začni objevovat