''Bienvenido''

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«No... Puedo... Respirar...» Era lo único que podía pensar Héctor, sintiendo que las manos que rodeaban su cuello presionaban cada vez con mayor fuerza su garganta. Notaba cómo la vida abandonaba poco a poco su cuerpo, que su alma escapaba por su boca y que las fuerzas cada vez le fallaban más, aunque aquello parecía imposible porque llevaba muchísimos años muerto, ¿Estaba volviendo a fallecer? ¿Y quién le estaba arrebatando la vida esta vez? Presa del pánico, enfocó la mirada en el rostro que tenía ante él y observó con desasosiego a su agresor.

— ¡Ern...Ernesto...! — Logró balbucear intentando sin éxito que el que alguna vez fue su mejor amigo soltase su cuello, llevándo las manos hasta las contrarias y tirando con las pocas fuerzas que le quedaban.

— Me lo arrebatastes todo, Héctor, nunca lo olvidaré. — Susurró Ernesto, presionando aún más la garganta contraria con alevosía. — Jamás volverás a estar tranquilo, te encontraré, a ti y a tu patética familia, ¡¡Acabaré con todo lo que amas como tú hiciste conmigo!!

— ¡N-No...! — Gimió el joven inútilmente, sintiendo nuevamente la impotencia del fallecimiento.

...

— ¡¡¡No!!! — Despertó gritando, sobresaltado y completamente solo, en una cama ajena que olía a... — ¿Imelda...? — Preguntó Héctor al comprender dónde estaba. Todo había sido una pesadilla y a pesar de saber que no era real una parte de él se aferraba a la idea de que algo de realidad si había en aquel sueño, y tenía un mal presentimiento.

Negó con fuerza intentando alejar aquel tipo de pensamientos de su cabeza y echando un vistazo a su alrededor para distraerse con otras cosas. Estaba muy cansado y aún así parecía que había estado durmiendo mucho tiempo pues al mirar por la ventana comprobó que el Sol estaba bajando.

Se sentó en la cama con prisa, deseando despojarse del sentimiento que aquella pesadilla había dejado en él y mirando a su alrededor para ubicarse descubrió que había alguien en la puerta, mirándole. Sorprendido, dio un pequeño respingo y exclamó seguidamente:

— ¡Imelda! —

Ella sonrió, apoyada en el marco de la puerta, sin dejar de mirarle.

  — ¿Cuánto tiempo llevas ahí? —  Preguntó el moreno, pensando en que quizás su esposa habría estado viéndole dormir y no precisamente de una forma calmada, pues semejante pesadilla tenía que haber causa que su cuerpo se moviera en todas las direcciones posibles. — ¡Lleva todo el día ahí! —  Respondió la voz de Óscar desde el piso de abajo, provocando que la mujer frunciera el ceño y pusiera los brazos en jarras.  Se giró un momento para mirar hacia abajo y gritó:

  — ¡Cállense ya y dejen de espiar! — Malhumorada, volvió a su posición inicial sonriendo con cierta vergüenza, pues tras tantos años juntos sus hermanos seguían dejándola en ridículo. En cambio Héctor no pensaba lo mismo; no había dejado de mirarla en ningún momento, embelesado, pensando una vez más en la inmensa suerte que tenía. Su esposa se había quedado todo el día a su lado, velando por él y aquello le convertía una vez más en el hombre más feliz del mundo.

Imelda suspiró tras poner los ojos en blanco momentáneamente y se acercó a la cama, llevaba una caja en los brazos pero la dejó en el suelo antes de que él pudiera verla. — ¿Cómo te encuentras? — Preguntó mientras se sentaba en la cama, cerca de él. — Mejor que nunca, mi amor. — Contestó el moreno inmediatamente, sonriendo de oreja a oreja. Estaba tan contento de verla a su lado y sentir que estaba por fin con su familia que casi se había olvidado de su reciente pesadilla.

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⏰ Última actualización: Oct 03, 2018 ⏰

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"Perdóname". | [ Héctor x Imelda ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora