¿Qué?

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Billy se negaba a verlo directamente a los ojos. Sus labios se buscaron en un acuerdo mudo de lo que no habían terminado, le encerró en el cuarto de invitados, mientras sus manos le tomaron por la nuca para profundizar el beso tan necesitado.

—¡Espera, Carlisle!—chillo de manera poco varonil al sentir como era cargado por él vampiro.

—No puedo—nego acorralando al hombre mayor contra la cómoda cama—te deje ir cuando Jacob estaba encaminó.

Él quileute negó poniendo los brazos en su pecho evitando que se acercará más de lo necesario. Porque no quería caer tan duro después de lo que había acontecido con los miembros del consejo. Aún cuando Carlisle regreso negó estar en contacto, aún cuando todas las cartas que había recibido con los años estuvieran guardadas bajo llave.

—¿Por qué te niegas ahora?—susurro acariciando su cuello con su nariz.

—Te casaste con Esme, me casé con la madre de Jacob—ahogo un gemido ante la fría sensación de los perfectos labios sobre su piel—no puedo decirle toda la verdad como si no estuviera mintiendo por años.

—Debemos decirle—susurro mordiendo su clavícula—debe saber que su padre es mío.

—¡No!—nego empujándole con fuerza de encima suya—¡Hablo en serio Carlisle!

Él hombre rubio se quejó haciéndose a un lado, no había logrado tirarlo en serio fuera de la cama pero tenía la suficiente fuerza para quitarlo de encima suyo. Se cruzó de brazos sobre el pecho, mirando el techo del cuarto.

—¿Por qué no le dijiste?—interrogó buscando la mano de Billy por la cama a tientas—¿Por qué te casaste con ella?

—¿Por qué lo hiciste tú?

—Esme ya estaba cuando llegaste tú—lo miró directamente a los ojos.

—Carlisle no tientes tu suerte—amenazo alejando su mano de la suya.

Él rubio estuvo tentando a contestar sarcástico, pero las manos lejos de las suyas no le dejaban pensar. Sus labios se posaron en la mejilla de manera tierna, mientras que sus manos rodearon la cintura posesivo. Podría hundirse en un mundo donde solo el sonido de su risa, el olor de su cuerpo y lo caliente que llega a ser es lo suficiente para perderse.

Sus manos apretaron más de cerca el cuerpo ajeno, sus dedos acariciaron el hueso expuesto, sus labios buscaron de nuevo aquellos labios en un beso rudo. Pero no estaba consciente de como es que se deslizó lentamente, como es que acepto recibir los besos que no se habían dado en tanto tiempo.

—Te odio—suspiro sobre sus labios al apartarse—tanto por dejarnos a Jacob y a mí.

—Tenía que irme—confeso por lo bajo—los del consejo no me dieron otra opción.

Billy negó intentando no pensar en todo lo que había sucedido. Cómo es que Carlisle se había ido, como se casó con una mujer que le dió dos hijas increíbles, pero que nunca habían considerado quedarse en la reserva para poder cuidar a su padre. Jacob era lo más cercano a un hijo que le cuidara, extrañaba poder moverse a gusto, usar el lobo para salir a cazar.
Mientras ellos estaban recostados en la cama con el tiempo contra reloj.
Más de ochenta años habían pasado desde que Carlisle había encontrado a Billy, y sin embargo, todavía la miraba con esos ojos incrédulos del primer amor. Siempre sería así para ellos.

Aro estaba de mal humor negando con la cabeza al ver como Esme cargaba al pequeño niño que crecía cada día un poco más. Era adorable, la sonrisa más dulce, amorosa y suave que había visto de algún vampiro. Se acordó de su esposa, se casó con ella luego de un tiempo juntos. Pero realmente no era ni la mitad de buena que Esme, fue como encontrarse en un cuento de hadas - Blancanieves, en carne y hueso. Alec parecía estar feliz por lo abierta que resultaba la matriarca Cullen y Jane apenas estaba considerando poder hablar con la joven mujer.

—¿Qué opinas?—interrogó la mujer señalando la ropa que Alice y Jasper habían conseguido.

—Se ve bien—confeso ante los grandes ojos dorados que le observaban atentos—¿Pero por qué ropa de ese tipo de estilo?

—Se que te gusta—susurró por lo bajo—, Alice la encontró y le sugerí encantada de que lo comprara.

La melodiosa risa le hizo sentir que el calor que le recorría el cuerpo era tan natural. Jane, Alec observaban a la mujer encantados, la ropa era totalmente encantadora desde una perspectiva tan grande. Porque le encantaba como se veía tan dulce, tan suave.

—¿Es para mí?—la mujer rubia ahogo un pequeño gemido—¿Es realmente para mí?

Jane casi pudo sentir ganas de brincar, nunca estuvo tan feliz, no después de ser quemada en la hoguera junto a su hermano, no después de tantos años en los que creyó que era un bruja desquiciada y que Aro haya Sido lo suficientemente valiente para permitirle tener una oportunidad de renacer.

—Alec, podemos vestirnos igual—chillo jalando del brazo al chico para poder cambiarse.

Él muchacho le siguió aún con una risa bajita. Aro negó de manera rotunda, nunca se imaginó ver aquel lado de la chica.

—¿Qué le haces a mis vampiros?—cuestiono mirando a la mujer que sonreía feliz.

—Solo les doy amor.

Tomo al pequeño chiquillo de entre sus brazos para poder instalarse en la sofá de la sala de estar. Sus manos sujetaron las de Aro con fuerza al ver la imagen paternal. Y terminó sentándose a su lado mientras miraba al niño acurrucarse contra su cuerpo.

—¿Y se casarán?—la voz de Emmett les hizo brincar al verse descubierto.

—¿Qué?

—Pregunto, porque parece que Carlisle ya quiere tener más hijos—se burló dando vueltas para llegar a la cocina—ignorenme solo estoy pasando... Un vampiro normal por la casa.

Esme pudo reírse con calma al ver como Emmet evitaba hacer de oídos flojos ante cualquier conversación que tuviera con Aro.

—Por lo menos hay vampiros decentes.

—Los hay—concordó la mujer riendo.

Mi beta quería sangre... Y yo quería acción, pero se vería muy extremo. Además de que debo planear muy bien el asunto. Jun-Asai al fin tiene su actualización, inevitable, totalmente inevitable queridos lectores. Y salió esto... Algo empalagoso, tal vez en el próximo capítulo tengamos sangre.

La luna nueva (PAUSADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora