Capítulo 9

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—Naaatsu, de tanto frío se me congela la cola.

Acaricié la cabeza azul de mi amigo escondido en la mochila—No te preocupes Happy, queda poco según el mapa.

—Lo único bueno del viaje es que aprendiste a leerlos.

—¡Ey! Siempre supe leer los mapas, me los enseñó Igneel—protesté.

—Debiste hacerle mucho caso entonces...

Preferí no responder y me sujeté la capucha ante otra ráfaga de viento helado. Nunca tuve algo en contra de la nieve, era divertido jugar con ella y todo eso, ¡Pero no cuando el horizonte desaparecía porque todo era blanco!

Hablando del horizonte. Se veía algo oscuro a lo lejos, con sospechosas formas de...

—¡Casas!¡Happy, lo encontramos!¡El pueblo Grahpan!—exclamé feliz y empecé a correr a toda velocidad, acercándome cada vez más a Lucy. Ya no importaba el frío ni todas las horas que pasé en el tren. De nuevo íbamos a estar de nuevo juntos. No habría problemas porque Lucy estaba cerca.

Porque somos familia, un equipo...

Me paré en seco sobre la colina que hacía de partera al pueblo contra el viento ante la imagen que tenía ante mi. Casi mitad del pueblo estaba en ruinas, con evidentes signos de una dura pelea. Y sabía que ha sido Lucy quién luchó contra algo. El olor de su magia estás en todas las vigas quemadas o ladrillos rotos.

La realidad me golpeó con la fuerza de un tsunami. No, a ése lo podía evaporar con agua incluso, pero ésto...me superaba.

Había llegado tarde.

No sé cuánto tiempo me tomó salir del shock, pero lo siguiente que sabía es que estaba medio enterrado en la nieve con Happy golpeandome las mejillas en un intento de espabilarme.

—¡Natsu!—exclamó cuando me senté y saltó hacia mi abrazándome—Menudo susto me diste.

—Perdón—murmuré y noté el cielo diferente—¿Cuanto tiempo pasó desde que desconecté?

—Un par de horas.

Maldición. No podía gastarme tiempo en lloriqueos. Lucy ahora podría estar a punto de ser sacrificada, o dada al pedazo de cabrón de Acnologia.

—Vamos a preguntar qué ha pasado—escondí. Happy en mi chaqueta y caminé hacia el pueblo sintiéndome a punto de perder la calma en cualquier momento.

***

—¿Cómo coños se la han llevado?¿Acaso no tenéis magos aquí?—grité sacudiendo todo el lugar.

Había llegado justo a la hora de la comida, y el par principal estaba lleno. La camarera se me quedó mirando al instante, nada más pisar el lugar y saliendo corriendo desde la barra de me hechó a los brazos llorando. Entre sollozos, hipidos y temblores la camarera me hizo un resumen con insuficientes detalles de lo que golpeó al pueblo.

—¿Dónde está Lucy?—gruñí, e incluso para mí sonó demasiado animal. Daba igual. Todo daba igual menos ella.

—No pudimos hacer nada, Lucy... Ella...

—¿¡Dónde está?—grité, sintiendo mi paciencia desvanecerse.

—Se... De la llevaron—y la camarera rompió a llorar de nuevo. Inteligentemente se había apartado de mí, era incapaz de controlar mi ira y tenía incinerarla. Ella no tenía la culpa...

—¿Cómo coños se la han llevado?¿Acaso no tenéis magos aquí?—grité sacudiendo todo el lugar.

—Somos un pueblo normal. No tenemos gremio, así que todos los magos que nacen aquí se van fuera. De todos modos todos los magos que nacieron aquí se pueden contar en la mano—respondió el hombre de la mesa cercana. Tenía apariencia cansada y como en todo aquel lugar, apesadumbrado. No necesitaba ser genio para saber qué Lucy se ganó el corazón del pueblo, ese era su don.

Me froté el rostro e intenté repirar. Necesitaba pensar claramente y no quemar nada preferentemente. El pueblo sufrió ya lo suficiente.

—Happy, pregunta sobre esos hoxmbres de la secta. Estaré fuera—dije al exceed y casi salí corriendo.

Aspiré el frío y punzante aire por la boca. No podía oler a Lucy y tenerla lejos. Me volvía loco.

Caí de rodillas y enterré mi cara en la nieve, pero ésta se derretía de tanto que subió mi temperatura corporal.

La encontraré. Da igual que cueste, lo daba todo por su encuentro.

Aspirando última vez por la boca, en un vano intento de buscar paz, respiré por la nariz oliendo los rastros y buscando el tan familiar olor dulzón a verano y sol. Casi sin darme cuenta estaba ya corriendo con la nariz en alto fuera del pueblo. Con toda aquella nieve cayendo y el viento era difícil seguir el rastro, pero conseguí uno viejo. Y si seguía allí significaba que Lucy lo había usado muchas veces.

El camino cada vez era más difícil al subir montaña arriba, pero también el viento desaparecía facilitando la tarea a la nariz que ya me comenzaba a gotear, pero no le hacía caso.

A lo lejos vi una cueva, y no dudé en correr hacia allí. Tenía los sentidos forzados al máximo, no había lugar al error. Lucy había estado allí mucho tiempo.

Cuando pisé la fría piedra de la cueva los olores golpearon mi nariz con fuerza y era como tenerla muy cerca, pero incapaz de tocarla.

Encendí mi mano con fuego para examinar bien la pequeña cueva, no había muchas cosas, y seguramente hace tiempo dudaría de que iban a pertenecer a Lucy, pero su olor estaba en todas ellas.

Me agaché delante del saco de dormir y fruncí el ceño al notar algo brillante. Parpadeé para alejar lágrimas que amenazaban ya por caer y cuidadosamente cogí la cadena con el dije que colgaba de ésta. Pero no entendí lo que veía, parecía un extremo de una de las llaves doradas, pero la otra mitad estaba rota.

Sin vacilar, me puse la cadena y el frío metal golpeó contra las clavículas. Contra la pared del fondo vi un par de bolsas y me acerqué en busca de pistas de que hacía Lucy allí.

Lo primero que tocaron mis manos fue la lacrima de comunicación y la encendí para llamar a Sabertooth mientras seguía buscando.

Había llegado hasta algo de papel cuando voces llegaron desde la lágrima.

—¡Lucy, por fin!¡Hace tiempo que... ¿Natsu?

—Minerva—me moví de cara hacia la lacrima—¿Estás sola?

—No, estoy con Sting y Rogue ¿Qué ha pasado? ¿Dónde está Lucy?

—No te alteres cariño—oí desde la lágrima, identifiqué la voz de Rogue.

—¡Ni cariño ni nada!¿Qué ha pasado?

—No lo sé—admití—Hace poco llegué a Grahpan y el pueblo está medio destrozado. Los fanáticos de Acnologia han ido a por Lucy, por lo que me dijeron.

—¿Qué?—chilló la pelinegra demasiado agudo—¿Fanáticos?¿Acnologia?

Le hice un breve resumen de todo lo que sé sobre el tema, y qué tenía que ver Lucy en todo este caos.

—Estoy en el lugar donde supongo vivió. El olor es de casi una semana. No tengo ni idea por dónde comenzar su búsqueda. Happy se quedó a investigar en el pueblo y yo aquí busco algo que me ayude. Pero me temo que no hay nada—suspiré y pasé mi mano por el pelo, notábdolo mojado. Seguramente por la nieve.

—Estoy comunicándome con el Consejo, ellos tienen que saber algo sobre el tema—Minerva fue sustituida por Sting—Podemos intentar llegar hasta Grahpan, tenemos magos con magia de espacio...

—No, solo perderemos tiempo—lo interrumpí—Necesito actuar con rapidez. El tiempo cuenta ¿Tenéis alguna idea sobre algo? ¿Seguramente no os dijo nada?¿Algo sospechoso?

La respuesta fue negativa.

Sin ser capaz de aguantarme tiré la lacrima contra la pared de piedra. Desesperación me llenaba, igual que el frío me atacaba. Era incapaz de pararlo.

Miré hacia la mochila donde noté el papel y con manos temblorosas saque, lo que descubrí ser un mapa hecho a mano. La letra me resultó inconfundible, era letra de Lucy. Tan elegante y cuidada como siempre.

Era mapa de las montañas, y un lugar en concreto estaba marcado con una cruz en rojo.

Mi nuevo destino.



No Te Rindas [2]Where stories live. Discover now