CAPÍTULO NUEVE

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brielle's point of view
avonlea, 1890

la presencia del nuevo día se hace presente a través de la ventana mientras mi madre continua trabajando mi cabello en el peinado que tanto insistió en realizar.
una vez termina, me levanto de la silla de la cocina, tomo mi pizarra, mis tizas y mi abrigo para así despedirme y comenzar nuevamente mi camino hacia la escuela.

la fría brisa indica el comienzo del invierno y mi mente no puede evitar imaginar todo cubierto de una bella y mágica nieve blanca. los inviernos en avonlea suelen ser más helados que los normales, aunque también son los más hermosos.

el trayecto se me hace más largo de lo normal y es que sin la compañía de anne todo se torna más aburrido y triste. como si mis oídos extrañaran escuchar sus maravillosas historias y anhelaran escuchar sus palabras rembombantes.

finalmente, luego del interminable camino, llego a la escuela y sonrío dulcemente a la amigable tillie que se acerca a mi saludándome.

—¿cómo estás, brielle? —dice una vez que llega a mi lado y ambas caminamos adentrándonos en nuestro salón.

—me encuentro bien, sin embargo, extraño mucho a anne —confieso mientras dejo la pizarra en mi asiento.

—ya veo, debo admitir que es extraño no escucharla hablar como antes por aquí —dice y noto que aquel comentario es sincero, pues sus ojos inocentes muestran aquello.

—buen día, brielle —no puedo evitar formar una leve sonrisita en mi rostro al oír aquella voz y me volteo estando frente al ruloso castaño. —buen día, tillie —saluda a mi compañera y la pobre no sabe que hacer frente a eso.

en ese momento recuerdo que el grupo de chicas, encabezado por josie, se dedica a prohibirle a todas las chicas cualquier tipo de conversación con gilbert blythe y eso incluye a tillie.

—buen día para ti también, gilbert —le dedico una sonrisa la cual es correspondida inmediatamente por el castaño. —de parte de ambas, claro —me adelanto a decir al notar que tillie no iba a emitir sonido alguno queriendo evitarse problemas, supongo.

—iré con las chicas, brielle —habla por fin la pelinegra. —hablamos luego —finaliza y camina fuera del salón a su encuentro con las otras niñas.

—el profesor me ha encargado cortar la leña para la estufa del aula, ¿te gustaría acompañarme? —propone gilbert llevando su mano derecha a su nuca, haciendo evidente su timidez y provocando en mi una gran ternura.

—claro, me encantaría acompañarte —respondo y él asiente sonriendo.

—genial, vamos —toma mi antebrazo delicadamente y comenzamos a caminar.

sin embargo, antes de llegar a la puerta deslizo mi brazo levemente haciendo que en vez de que sostenga mi antebrazo con su mano, ahora sostenga mi mano junto a la suya.

el castaño no detiene su caminar, en cambio da cada paso con mayor firmeza, con la intención de llegar junto a los demás y claramente a mi no me molesta en lo absoluto.

una vez atravesada la puerta y expuestos ante los demás, caminamos juntos entre las miradas de nuestros compañeros. desde las furiosas de josie y ruby, hasta las burlonas de los chicos.

llegamos a la pila de troncos y a pesar de no quererlo debíamos soltar la mano del contrario. así lo hago yo, pero a pesar de esto, la cálida mano de gilbert se niega a soltar la mía por lo que dirijo mi mirada hacia él y nota aquello para luego, apenado, soltar mi mano rápidamente.

—lo siento —murmura y no puedo evitar soltar una pequeña risita provocando la mirada avergonzada del castaño, quien cambia por una divertida. —¿de que osas reírte? —dice haciéndose un tono de voz chillón, posando su mano en su pecho dramáticamente.

—de nada, de nada —digo siguiéndole la corriente, pero su mala actuación y sus gestos incrementan mi risa.

—cortaré vuestra cabeza, jovencita —dice imitando la voz de una señora y alza sus manos como si fuera a atacarme.

nuestras risas llaman la atención de los demás, pero a nosostros no nos importa en lo más mínimo.
sin embargo, nuestro divertido momento es interrumpido por billy.

—¿seguiran riendo como idiotas o se podrán a trabajar? —dice con un enojado tono de voz caminando frente a nosotros y yéndose con sus amigos quienes debían sacudir los borradores impregnados de polvo de tiza.

—reir como idiotas suena bien para mi, pero debemos talar y llevar la leña al salón —digo sonriente, demostrando que aquel comentario no me importa.

—tiene razón, señorita. cortaré vuestra cabeza luego —dice volviendo a usar aquella voz y causando la risa de ambos.

mientras gilbert tala la madera y yo la acomodo, hablamos de innumerables cosas, nuestros gustos, desde lo más simple hasta lo más patético y mientras llevamos la leña al salón puedo darme cuenta de que nunca me había sentido tan a gusto... tan cómoda.
como si ese fuera mi lugar.

[ CAPÍTULO NUEVE ]' MI LUGAR '

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[ CAPÍTULO NUEVE ]
' MI LUGAR '

ÁNGEL » GILBERT BLYTHE.Where stories live. Discover now