Los gemelos Malfoy

49

Lucius Malfoy entró al cuarto de Evan y lo encontró leyendo.

—Evan, prepárate, vamos a salir. —anunció—. No lleves tú varita. —término de decir y salió del cuarto de su hijo

Evan al principio creyó que sería una salida familiar, así que se comenzó a preparar para no hacer enojar a su padre.

—¿Tú y Evan saldrán?—pregunto Cissy sin creer lo que su marido decía

—Ya sabes quiero pasar tiempo de calidad con mi hijo. —que gran mentira—. Regresaremos en unos días

Evan bajo emocionado y vio que solamente su padre estaba listo para salir.

—¿No irán con nosotros?—preguntó el chico al ver a su madre

—No mi amor, sólo será una salida, padre e hijo. —por más que quisiera, Cissy ya no podía creerle a Lucius y menos cuando se trataba de Evan

—Es hora de irnos—habló Lucius desesperado

—Nos vemos mamá. —Evan se despidió y se puso a lado de Lucius

Ambos se transportaron a un lugar que se veía muy oscuro y tenebroso, las calles eran muy pequeñas, nada comparado con el callejón Diagon.

—¿Qué hacemos aquí?—preguntó Evan confundido pero Lucius no respondió, comenzó a caminar hacia un lugar llamado Borgin y Burkes

Lucius tocó dos veces la puerta y unos segundos después apareció un hombre de edad avanzada, al ver quien estaba enfrente abrió la puerta rápidamente dejando pasar a ambos Malfoy. Al llegar a una especie de sala, vieron a una persona cubierta por las túnicas que solían ocupar los mortifagos.

—te quedarás unos días aquí, para que te ayuden a...—pensó las palabras correctas—. Corregirte

—¿De qué hablas?—preguntó Evan asustándose por la situación

—Vendré por ti después, espero y para entonces ya hayas decidido hacia quien va tú lealtad

Y después de eso, Evan pasó varios días sometido a torturas con el maleficio crucio, cada día era una sesión bastante larga en la que le repetían la misma frase.

"Tú lealtad siempre irá con el señor tenebroso"

Borgin abrió la puerta donde tenían a Evan, a simple vista podía verse una pequeña maraña de pelo rubia.

—Alégrate niño, hoy es tú último día aquí—dijo Borgin pero Evan no respondió, solamente alzó la mirada, su cara se había adelgazado notablemente, sus ojos grises hace tiempo que perdieron ese brillo que lo caracteriza, remplazándolo por dos grandes ojeras, sin contar los moratones que tenía en todo el cuerpo

—Déjanos solos. —apareció el mortifago que se ha estado encargó de cada sesión de tortura—. ¿Hacia quien va tú lealtad?—preguntó nuevamente

—Hacía el señor tenebroso—respondió con la voz vacía, como si fuera un robot

—Bien Evan ¿Qué te costaba cooperar desde un inicio?. —se acercó sacando su varita—. Al ser tú último día aquí tenemos que reafirmar la lealtad que ahora le brindas al señor tenebroso. —Evan cerró los ojos esperando a que todo eso por fin terminará—. ¡Crucio!

La garganta de Evan estaba tan lastimada que al gritar sentía como si fuera a desgarrarse alguna cuerda vocal, no podía pensar en nada más que el dolor que sentía, lo habían cambiado, le habían lavado el cerebro con esas torturas, ya no sabía lo que era bueno y malo, ni quienes realmente eran sus amigos, pero si sabía una cosa, su lealtad iba con el señor tenebroso.

Después de lo que parecían horas, la sesión terminó, pero Evan volvió a la misma posición que siempre, sentado en la orilla de la cama con la mirada al suelo, que ni siquiera se dio cuenta que alguien había entrado.

—Espero y esto te haya servido—dijo fríamente Lucius—. Es hora de regresar

Evan levantó la mirada y con mucho esfuerzo se levantó se la cama para avanzar detrás de su padre.

—Ah, por cierto. —se detuvo antes de que salieran—. Ni una palabra de esto a nadie ¿entendido?. —Evan sólo asintió sin replicar—. Deveras hicieron un gran trabajo estos días

Evan no estaba al cien al pendiente de lo que su padre decía, si no, estaba en su mundo, creyendo que haberse hecho amigo de Harry fue lo que lo llevo a este punto. La tortura lo hizo olvidar quien era rompiendo cada pieza que lo formaba, cambiándola por una persona llena de odio y venganza.