—¿Pero qué, querido?— le preguntó Harry rozando con los labios del ojiazul.

—¿Por... por qué quieres hacer el amor conmigo?

Harry sonrió. —Porque me gusta, y porque nunca he hecho el amor con un virgen.

—¿Nunca?— le preguntó Louis lleno de curiosidad.

—No, tú eres el primero.

Louis se sintió como si fuera un jovencito tímido. Bajó la mirada hasta dejarla fijo en su pecho desnudo y le contestó.
—Eres... eres el primero— confeso —Nunca nadie...

—Nunca nadie ¿qué?

—Me ha tocado... de la forma en que tú lo hiciste ayer.

—¿Aquí?— le preguntó él suavemente apretándole uno de sus pezones.

—Sí... sí— le dijo Louis estremeciéndose.

Harry era capaz de despertar en Louis las ansias más profundas de su ser.

—No te preocupes; piensa en esto como si fuera un intercambio cultural, Louis. Tú me estás enseñando a ser un perfecto caballero, así que deja que yo te enseñe a ser un hombre.

—¡Tengo miedo!

—Yo no te voy a forzar, precioso. No sería capaz de hacer una cosa así. Deja que te enseñe la cantidad de cosas mágicas que pueden hacer dos personas. Déjame enseñarte lo dulce y agradable que puede llega a ser. Tengo que conseguir de ti más que esto— murmuro. —Quiero sentirte bajo de mí aunque sólo sea un instante y una sola vez.

—¡Harry...!— logró articular en contra de su súbitamente devoradora boca.

—Dulce— murmuró Harry casi incomprensiblemente. —Dios, eres tan dulce.

Louis le sentía moverse, pero estaba completamente hipnotizado por el contacto con su boca, así que se colgó literalmente de él y cerró los ojos.

Sabía que lo estaba llevando al dormitorio. También sabía, que una vez que llegaran ahí y se tumbaran en la cama, no habría nada ni nadie capaz de evitar que Harry le hiciera el amor.

A pesar de todas las promesas que había hecho, Harry ardía de pasión por Louis, y Louis le correspondía; así que iba a suceder y, curiosamente, ni siquiera lo lamentaba.

Había algo en Harry que le hacía calmarse, relajarse y devolverle sus cariñosas caricias.

Efectivamente, Harry lo llevó al oscuro dormitorio y lo dejó encima de la cama.

Entonces, lo recorrió con las manos desde los hombros, pasando por su pecho y la cintura, hasta las piernas.

—No quiero que te quedes embarazado, y tampoco hacerte daño.

Louis tembló levemente cuando se dio cuenta de lo que estaba diciendo, de lo explosiva que había llegado a ser la pasión que les embargaba.

Sintió cómo le quitaba el traje y luego la ropa interior dejándolo totalmente desnudo.

—Estás temblando— le dijo Harry. —Tampoco has estado nunca desnudo delante de un hombre ¿verdad?

—No, nunca.

Harry se inclinó entonces sobre él y su boca le rozó el vientre.

Louis gritó, impresionado por la intimidad del contacto de esos labios y por su propia y violenta reacción ante ello.

—Tranquilo, chico... Tranquilo, que no hay nada que temer. Yo sé lo que estoy haciendo.

—Ya lo sé— le contestó Louis riéndose. —Por eso es por lo que estoy temblando. Tú... tú dijiste que...

—Te deseo— murmuró Harry. —Te he estado deseando desde hace ya mucho tiempo, Lou. Me basta con mirarte para volverme loco de deseo. ¿Es que no vas a tener piedad conmigo para concederme siquiera una sola noche?

Louis también le deseaba, pero no era la piedad lo que la estaba motivando. Vio cómo su cabeza se inclinaba sobre él y una tremenda dulzura se apoderó de su cuerpo y su alma.

Harry. Él era Harry, y le resultaba tan familiar como su propia imagen en un espejo y Louis también le deseaba.

—Sí— murmuró. —Oh, sí.

Harry también pareció estremecerse durante un momento y luego lo apretó con más fuerza.

—Deja que encienda la luz— murmuró Harry. —Déjame observarte cuando eso suceda.

Encendió la luz de la mesilla de noche antes de que Louis pudiera decir nada, inundando de luz la habitación.

Louis se apartó de él levemente turbado. Pero Harry no lo estaba mirando.

Tenía los ojos clavados en la gran fotografía enmarcada en plata que estaba en la mesilla de noche.

Su rostro palideció.

Harry alargó una mano y, cogiéndola, bajó la mirada a la juvenil imagen que aparecía en ella.

La mano le temblaba.

—¿Quién es?

Louis casi no fue capaz de articular alguna palabra.
—Es Zayn. Zayn Hammack. Él... era mi prometido.

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