II.

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Cuando amaneció, Louis todavía estaba despierto.

La noche anterior podía haber sido un mal sueño si no fuera por el dolor que todavía sentía en el labio.

Se sentó en el porche de la casa, todavía vestido, mirando sin ver las montañas.

Era primavera, y las flores silvestres destacaban entre la dispersa vegetación, pero él ni siquiera se daba cuenta de la belleza de aquella mañana.

Su mente había vuelto al día en que conoció a Harry, cuando tenía dieciocho años y acababa de llegar a Sweetwater con su tío Dan.

Había ido al restaurante de comidas rápidas a comprar un refresco. Harry estaba sentado en una banqueta cercana. Recordaba cómo se le había acelerado el corazón cuando le vio, era el primer vaquero que veía de cerca.

Tenía la misma mirada desafiante de siempre, el pelo tan alborotado como en la actualidad y también estaba igual de mal afeitado.
Sus ojos verdes pálidos lo miraban insolentemente cuando se apoyó en la caja registradora para observarle mejor.

Evidentemente, tenía una absoluta falta de educación. Louis trató de ignorarle al principio, pero cuando le llamó y le preguntó si le apetecería salir a dar un paseo por el pueblo con él.

Su carácter, mezcla de escocés y británica, se impuso. Todavía podía recordar su expresión de sorpresa cuando se le enfrentó a él fríamente y le dirigió una mirada helada.

—Mi nombre— le informó —es joven Tomlinson, no «oye, tú» y no estoy aquí buscando diversión y, si lo estuviera haciendo, no sería con un bárbaro como tú.

Entonces, Harry se echó a reír.

—Bien, bien. Si no eres un joven del Sur, ¿de dónde eres, precioso?

—Soy de Charleston. Eso es una ciudad, y está en California del Sur.

—Tuve muy buenas notas en geografía.

—¿Y sabes leer?

Eso le sacó de quicio.
El lenguaje que Harry empleó a continuación hizo que Louis se ruborizase, pero eso no lo amilanó.

Se levantó entonces, ignorando las miradas de los que les rodeaban, se dirigió decidido hacia él y le abofeteó.

Después, se marchó dejándole atónito.

Fue días más tarde cuando Louis supo que eran vecinos. Harry se había acercado a su casa para hablar con el tío Dan acerca de un caballo.

Cuando Harry lo vio, sonrió y le contó al tío de Louis lo que había pasado en el pueblo como si eso le divirtiera.

Tardó semanas en acostumbrarse al rudo humor de Harry y a su «poco fina» forma de comportarse.

Sorbía ruidosamente el café e ignoraba el uso del pañuelo y la servilleta, además de utilizar un lenguaje excesivamente fuerte para su gusto. Pero, como siempre estaba por los alrededores, no le quedó más remedio que acostumbrarse a su presencia.

Llevaba ya un año en el pueblo cuando Louis fue a ver un rodeo.

Allí estaba Harry, evidentemente borracho, dándole una paliza a otro vaquero y quitándose de encima al resto de los que trataban de separarles.

Cuando Louis le tocó levemente en el brazo, él dejó inmediatamente de golpear al vaquero y se le quedó mirando al ojiazul, como si no pasara nada.

Louis le cogió de la mano y le llevó al otro lado del corral, donde les estaba esperando Jake.

Después de aquello, Jake lo iba a buscar cada vez que su jefe se metía en problemas. Pero, después de aquella noche, no volvería a ir con él.

Keyframe [Terminada]Where stories live. Discover now