I.

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Al principio, Louis pensó que los golpes sonaban en el interior de su cabeza, ya que se había ido a la cama con una fuerte jaqueca.

Pero cuando los golpes en la puerta se hicieron más fuertes, se sentó en la cama y miró la hora en el reloj de pared.

Era la una de la madrugada, y no podía imaginarse que nadie en el rancho quisiera despertarlo a esa hora, por ninguna causa.

Se levantó de un salto y se puso una bata sobre el camisón. Sus ojos azules reflejaban la preocupación que lo embargaba mientras atravesaba la casa para abrir la puerta.

La casa era como la de todos los ranchos de la región y, desde donde estaba enclavada, podían contemplarse las Montañas Chiricahuas, al sureste de Arizona.

—¿Quién es?— preguntó él con el clásico acento de Charleston, donde había nacido.

—Jake Wells, joven— le respondió una voz al otro lado de la puerta.

Era el capataz de Harry Cox.

Sin que fuera necesaria una sola palabra de explicación, Louis supo lo que iba mal y la razón por la que lo habían despertado.

Abrió la puerta y recibió al alto y rubio hombre con una sonrisa preocupada.

—¿Dónde está?— le preguntó.

El hombre se quitó el sombrero suspirando.
—En la ciudad, en el bar Rodeo.

—¿Está borracho?— El capataz dudó un instante.

—Sí, joven—dijo por fin. —Ésta es la segunda vez en los últimos dos meses— Jake se encogió de hombros —y han sido de su familia desde la guerra civil.

—¡Tiene miles de hectáreas!— explotó Louis-—¡No me diga que va a echar a faltar ese trozo de tierra precisamente!

—Bueno, es que es ahí donde está la casa familiar.

—Pues ahora no parece que la esté usando mucho— Jake se limitó a encogerse de hombros como respuesta al comentario de Louis.

Algunos minutos más tarde, vestido con unos vaqueros, un jersey amarillo y una chaqueta de piel, Louis estaba sentado al lado de Jake en la furgoneta con las marcas del rancho de Harry Cox pintadas de rojo en las puertas.

—¿Y por qué no vas a pedirle a otra gente que le ayude?— le preguntó Louis molesto.

—Porque usted es la única persona en el valle que no está enfadado con él.

—¿Es que no le pueden llevar a casa los chicos y tú?

—Lo intentamos una vez, pero la factura del médico fue demasiado cara. Él no se atreverá a golpearle a usted.

Keyframe [Terminada]Where stories live. Discover now