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Daphne.

La hora de ir por mi resultado llegó y fui con temor al hospital. Busqué a Miranda, ya que era más probable que me encontrara con Harold a esa hora.

Estaba tan nerviosa que ni siquiera podría conducir por mi misma, así que mi amiga me llevó al hospital.

—Tranquila por favor Daphne, todo estará bien.

—No puedo estarlo, sigo sintiéndome mal, además la doctora Bermudez me dijo que la buscara cuando me entregaran los resultados.

—Pues la buscaremos, si vemos a Harold le diremos que yo tengo un problema.

—Te adoro Miranda— solté una risita al ver la cara tan seria de mi amiga, se notaba que ella también tenía ganas de reírse a carcajadas y lo hizo. Le agradecí que ella hiciera eso pues mis nervios desaparecieron un poquito.

Miranda aparcó en un espacio libre y yo solté un suspiro.

—Todo estará bien amiga.— toma mi mano.

—Vamos.— oxigeno mis pulmones y saco el valor quien sabe de dónde.

Desabroché mi cinturón de seguridad y bajé para caminar a paso rápido para entrar pronto en el hospital.

Entré en el laboratorio, donde habían más personas que probablemente esperaban sus resultados. Miranda tomó mi mano y me dedicó una mirada afectuosa.

—tranquila. Independientemente del resultado, sabemos que Harold te va a seguir amando.

—No me preocupa si Harold deja de amarme, tengo miedo a no ser la madre que se esperaría de ese pequeño. No crecí con mi madre y no sé qué se siente.

—sé que serás una excelente madre. Tu padre te crió con mucho amor, no necesitaste de tu mamá. Tienes un gran corazón y sé que lo harás bien.

— ¿y si Harold me deja?

—pues le metemos una demanda de paternidad— me guiña y nos reímos. Eran las bromas de Miranda lo que me mantenían a flote a pesar de estar con los nervios de punta.

En el pasillo vi que pasaba una camilla con un herido, y quienes lo llevaban eran unos jovencitos, quizá eran internos.
Pero atrás venía el doctor titular, a quien lo detuvo del brazo una enfermera, ese doctor era Harold.

Yo giré la cabeza para que no me conociera pues no quería que mi amiga se metiera en un problema que yo ocasioné.

—Daphne Collins— dijo la laboratorista.

—Aquí— respondí y me puse de pie.

—Sus resultados— me entregó el sobre y yo le agradecí y tomé la mano de Miranda para salir de ahí. Mi pecho subía y bajaba con rapidez.

— ¿Lo abrirás?— pregunta curiosa.

—No sé... tengo miedo.

—Si quieres ábrelo en el auto, la doctora probablemente te espere.

—Lo dudo, no hice cita previa.

—Entonces ábrelo en tu casa cuando Harold no esté.

—Tienes razón...— suspiré. — ¿Podrías llevarme?

—Por supuesto que sí, vamos.

En la salida Ian nos encontró, venía acompañado con una chica, algo que le provocó celos a Miranda. No necesitaba verla, mi amiga estaba celosa.

— ¡Hey chicas! — nos saludó con una sonrisa de oreja a oreja.

—Hola Ian— respondí yo.

Buscábamos lo mismoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora