20/20

2.3K 144 3
                                    

Daphne.

Desperté nuevamente en esa incómoda cama de hospital. No veía a Miranda por ningún lado, a cambio me topé con un Harold dormido, al parecer cansado y con ropa casual.
Me dio tanta ternura verlo en esa posición: tenía su cabeza recargada en su brazo, al parecer había estado leyendo o algo.

Él despertó.
—Daph... qué bueno que te levantaste.

—Pues sí, ¿hoy me voy no es cierto? ¿dónde está Miranda? — lo ataco rápidamente.

—Eso sólo lo sabe Williams, no sé de lo que él haga— su tono de voz sonó molesto.

—Okey— murmuré.

—Pediré que te suban algo de comer.

—No tengo hambre.

—Debes comer, perdiste sangre y tienes que reponerla sí o sí.

—Si me da de comer alguien más sí.

—Con permiso— se levantó y salió dando un portazo.

Me sentí culpable, pero se merecía que lo tratara así.

Miranda llegó rápidamente y empezó a platicar animadamente conmigo, después entró el doctor Ian a darme la hoja de alta.

—Felicidades Daphne, ya podrás volver a tu vida normal — me pide que firme.

—muchas gracias por estar al pendiente de mí.

—No es nada, es mi trabajo y siempre quiero hacerlo lo mejor posible.

Miranda lo observaba fijamente y veía en sus ojos miradas cómplices, no quise interrumpirlos así que no hablé más.

— ¿se quedará contigo? — le pregunta el doctor a mi amiga.

—yo creo que no, es demasiado terca como para obedecerme— me miró y reímos.

—bien... Sea que te quedes con Miranda o sola, necesitas reposar y cuidarte muchísimo, ¿estamos? — me mira serio y asiento.

—claro— una enfermera entra y me retira todos los aparatos que me rodeaban.

Miranda me ayuda a ponerme de pie y un momento después ya estaba nuevamente en las calles de Madrid.

— ¿Cómo te sientes? — me preguntó.

—muy bien— caminamos lentamente. — ¿qué te pasó en el pie? — señalo y ella se sonroja.

—anoche iba a buscar un café pero me caí y me quedé sin pie y café— nos echamos a reír.

—pero alguien te ayudó ¿no? Ese vendaje se ve profesional y esos zapatos no los traías ayer— la miro entrecerrando los ojos.

—tu doctor me ayudó y los zapatos los traía en la bolsa porque supuse que me cansaría con los tacones.

—No es cierto Miranda, tú nunca cargas zapatos. Prefieres andar descalza que cargar.

Se pone un poco nerviosa y se detiene en un semáforo.

—te juro que es verdad. Los guardé porque salí de una audiencia y sabía que no me daría tiempo para ir a cambiarme.

—además tú odias el morado, ¿por qué morado? Si lo odias no deberías tener un par de ese color.

—me iban a servir. Ya deja de preguntarme y mejor cuéntame si viste a Harold esta mañana.

Mi boca se convierte en una línea recta y veo a otro lado.
—sí, estaba ahí cuando desperté. Fue tan molesto.

— ¿por qué? ¿Porque vio tus lagañas de recién levantada? — bromea y nos reímos.

Buscábamos lo mismoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora