Capítulo 14

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Después de varias semanas, conseguimos adecentar la galería -al menos tal como había imaginado que quedaría- y ver mis fotografías colgadas en las paredes hacía que se me estremeciera el corazón.

Mientras organizaba las cajas de bebida y recolocaba la pesada barra hasta la posición donde yo la quería ver, pensé en lo raro e ideal que es que se cumplan tus sueños. La exposición sería esta misma noche, veintinueve de agosto, y ya empezaba a ser atacada por los nervios.

Repasé mentalmente; las fotografías colgadas, el servicio de catering, las bebidas y las copas, los folletos imprimidos para repartirlos durante la exposición, y cómo no, las invitaciones llevaban ya semanas enviadas. ¡Si hasta le había enviado una invitación a Dylan Hoyt! Qué locura, no creí que fuera a aparecer. Hacía tanto tiempo que no lo veía que no recordaba su característico gesto de levantar su ceja. ¿En serio? ¡Eso es mentira! Me dijo mi mente acusadora. Podía recordar todo de él, hasta la chispa cuando me tocó el brazo estando en su casa. Por lo que sabía, estaba de tour con su grupo, viajando por Europa. No tendría tiempo libre para esto, por mucho que significara para mí, así que intentaba no hacerme ilusiones.

Tras salir de la galería -en la que en los últimos días pasaba más horas de mi tiempo- me dirigí al apartamento para descansar un rato y prepararme para la noche, que sería la consecución de mi sueño, y debía de estar fantástica. Le dejé un mensaje a Marga y salí pitando de ahí, deseando darme un baño relajante.

*****

-Hogar, dulce hogar -dije al entrar en casa, arrojando mi maleta al suelo. La última vez que había estado ahí, había sido con Ysolde la noche del tiroteo en MOONLANCE, noticia de la que me enteré más tarde en las noticias.

Esa noche habían ido varios famosos de la ciudad, sobre todo gente de los escenarios. Con solo decir que en mi privado estábamos los GO!Planet al completo acompañados de un batiburrillo de famosos (desde presentadores de televisión a actores). Esa noche celebrábamos que habíamos conseguido el tercer disco de platino después de la publicación de nuestro último disco, hacía menos de un año.

La ocasión lo requería, y se formó una buena fiesta. Yo veía a mi hermano hablar muy de cerca a una de sus compañeras en la última película que había filmado, y la gente se lo estaba pasando verdaderamente bien -aunque sabía dónde iba a acabar mi hermano esa noche-. Yo intentaba disfrutar del momento -sin dejar de pensar que a aquella fiesta le estaba faltando algo-, y no es que en realidad estuviera con carencias, era lo que yo sentía en todo momento. Que me faltaba algo.

Ya había tenido discusiones con mi madre y mi hermano (Jordan) -y con August, el tercer miembro de la banda-. Ya tenía decidido que entraría en ese estúpido centro de rehabilitación para acallar sus quejas y liberarme de sus miradas acusadoras. Se podría decir que esa noche era la última noche libre antes de entrar, pues a la mañana siguiente ingresaría allí para seguir un programa de rehabilitación de drogas -como ya había hecho una vez antes-.

Cansado del calor que hacía en aquel privado, me escaqueé para intentar tomar el fresco. Pero ahí estaban. Las fans. Esas admiradoras que te quieren por encima de todo y a las que no puedes negarles nada. Intenté calmar sus suplicas -ya que eran pocas- y alguien chocó contra mi espalda.

-Hola -le dije mirándola a los ojos, pero sin pasar por alto que era la vez que más sexy iba. El traje oscuro hacía que su piel brillara más -si eso era posible-, los tacones bajos que hacían sus piernas kilométricas y el cabello recogido -cuando antes le había visto con el pelo suelto- que estilizaba su cuello. Y aun así, parecía natural, como si llevar un vestido y unos tacones no fuera lo importante.

-Hola -me dijo por fin, y noté como sus mejillas se teñían de carmesí. No puedo negar que me la puso dura en ese momento -algo que no había conseguido ninguna de las famosillas de mi privado, he de aclarar-.

Y mientras me concentraba en su piel blanca y sus mejillas coloradas, las chicas a mi espalda que venían a por una firma, me llamaron la atención.

-Claro que sí -dije volviéndome y firmando los flyers de la discoteca que me entregaban las chicas.

Cuando me adelanto, pude verla bien, y vaya que si la vi. No le quité ojo hasta que no desapareció tras la puerta -que por cierto, vaya casualidad, estaba a un par de privados del mío-. Sonreí y volví a entrar en el privado, pero esta vez pensando que la fiesta ya estaba completa.

Cuando por fin me instalé en casa, me di cuenta de que mi asistenta me había dejado el correo ordenado sobre la mesa de mi despacho. Abrí las cartas una por una, hasta que di con un sobre grueso, era una invitación para ir a una exposición de fotografía.

Te puedes quedar [Resubido, sin terminar]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora