3| A Scandal in Marylebone

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LIVERPOOL TODAY

Apple Stories

The Great Adventures of Mr. James Paul McCartney.

A SCANDAL IN MARYLEBONE

Written by: John W. Lennon.

10th June 1966

El conflicto de saber ¿Quién era Sutcliffe? Reinó en la mente de mi compañero durante largos días. He considerado que es la persona más extraña que he conocido, no sólo por sus hábitos tan excéntricos que más de uno conocerá, sino por su mente. Debe ser uno de los lugares más peculiares del mundo. Resulta que para que él pueda olvidar un asunto, debe llegar otro de mayor magnitud. Pero lo que se leerá a continuación, abarcaba uno de los terrenos en donde jamás había estado.

Era un día normal dentro de lo que cabía. Yo me encontraba leyendo el periódico, y Paul hacía lo típico: concentrado en sus malolientes experimentos químicos, hasta que alguien tocó la puerta y llamó nuestra atención.

—Hola, creo que es una visita muy especial—dijo Freda.

Paul regresó de la cocina y se sentó en su sillón. Aquel era en donde se disponía a escuchar todos los relatos de sus clientes. Está vez, entró un hombre totalmente cubierto de negro, no tenía ni una sola parte de su cuerpo descubierto. Así que McCartney no podía hacer uso de sus magníficos poderes de observación y deducción con él.

—¿Qué se le ofrece?

—Pese que me prohibieron hacerlo, me encuentro aquí, señor McCartney. Me han dicho que es un hombre duro—dijo el hombre desconocido.

—¿Quién le ha dicho eso? —preguntó Paul. Su fama no salía de Liverpool.

—Ese no es el asunto ahora. Al saber que es un hombre duro, tal vez si mandaba a alguno de mis trabajadores no sería suficiente—su voz era grave e intentaba fingirla lo más que podía—, así que decidí venir en persona, para pedir su intrascendente ayuda.

—Dígalo, estoy aquí para escuchar.

—Debe encontrar a una mujer.

—Tarea sencilla—dijo en burla.

—No, no es cualquier mujer. Es una aventurera, una mujer decidida a todo y todo. Me arrepiento profundamente de haberme confabulado con ella.

—Un momento—interrumpió Paul—, necesito saber primero con quién estoy tratando.

—En serio, no podré decirlo. Sólo le daré mis indicaciones y pagaré como lo merece por ello.

—No trabajo así, lo siento.

Una de las cosas por las que destacaba Paul, era por su determinación de decir: "No", y cuando era esa respuesta, se quedaba en la completa negativa.

—Muy bien, creo que es justo.

El hombre se quitó su antifaz, su sombrero y lentes negros. Casi me muero al ver al mismísimo príncipe Carlos frente a mí. Paul permaneció estático, como siempre.

—Ahora que ya sé para quién trabajo, por favor, tome asiento—dijo Paul, como si de cualquier persona se tratara.

—¡McCartney! ¿Cómo puedes decir eso? Su alteza—hice reverencia—, disculpe el tiradero en estás habitaciones. ¿Gusta algo? Lo que pida.

McCartney| Detective Consultor.Where stories live. Discover now