Sólo eran iluminados por la escasa luz de la luna, que era la única que presenciaba aquello además de unos grandes ojos curiosos.

—Pa... papá... —se escuchó la voz infantil, tentando por unos segundos a Yoongi a volver a tomarlo.

Jimin tragó pesado y se enderezó sobre las piernas del alfa, curioso por aquella voz que abría una herida que nunca se cerró. Yoongi avanzó con el pequeño rubio sobre él hasta la cuna. Aquellos grandes ojos lo estaban observando de nuevo.

—¿Puedo... puedo tomarlo? —preguntó Jimin con su voz llena de emociones y casi temblorosa, emociones que eran reflejadas a través de su ojos y Yoongi las podía leer perfectamente al estar observándolo.

—Si te deja —fue su respuesta.

El pequeño infante volteó su pequeña cabeza hacia Jimin, fueron sólo unos segundos que lo observó curioso antes de estirar sus pequeños brazos hacia él, logrando que el lastimado corazón del omega latiera.

Sintiendo como sus lágrimas estaban al borde, estiró sus brazos hacia la cuna, tomando aquel pequeño peso entre sus brazos y pecho. Hermoso, aquellos ojos café oscuro intenso eran hermosos.

—Es hermoso... —susurró sumergido en las facciones infantiles.

Yoongi hizo un pequeño sonido con su garganta, tener a Jimin sobre sus piernas cargando a su hijo con toda ese sentimiento que mostraba... era diferente, pensó que le iba a desagradar el que otra persona tomara a su pequeño hijo o que este mismo lloraría en brazos de otros, pero no fue así.

Aquellos ojitos grandes observaron curioso varios minutos a Jimin, detallándolo antes de chuparse su dedo pulgar y acomodar su cabecita en el pecho de Jimin, sintiéndose cómodo y protegido entre aquellos brazos.

—Se parece a ti, hyung... —susurró Jimin recargando su pequeña espalda en el pecho del alfa.

Yoongi juntó sus cejas, él no lo encontraba para nada parecido a él, esa era una de las razones por la que le dolía tanto verlo.

—No.

—Sí, hyung, tiene tus hermosos ojos oscuros, aunque tiren un poco más al café, tus mejillas, tus labios, y el color de tu piel. ¿Cómo se llama?

—Jungkook, Min Jungkook —respondió observando a su pequeño dormir plácidamente entre los brazos de Jimin. Y así Jin decía que le costaba unas buenas horas hacerlo dormir.

—Jungkook... es bonito... le viene... —enternecido lo apegó aún más a él—. ¿Cuántos años tiene?

—Cumplirá tres dentro de unos cuantos meses —recordó apoyando sus brazos alrededor de aquellos dos cuerpos pequeños, como si les protegiera de algo.

—Es tan bonito...

—¿Por qué lo dices así?

—¿Así cómo? —preguntó volteado su rostro hacia el mayor.

Sus rostros estaban a solo unos centímetros de distancia, sus narices casi rosándose. Sonrojado Jimin, volvió a observar al infante.

—Creo... que debo acomodarlo en su cuna para que siga durmiendo —murmura levantándose.

Intentó dejar al pequeño en su cuna, pero Jungkook se aferraba con su pequeño puño al pijama de Jimin. Enternecido, lentamente soltó dedito por dedito hasta que soltó su pijama. Asustado de que despertara, lo acomodó de lado con una almohada para que la abrazada.

Suspiró enderezándose... aquello era tan bonito y doloroso a la vez. No poder tener a su propio cachorro.

Yoongi fue consciente de cómo la pequeña espalda del rubio comenzó a vibrar, un lastimero sollozo no se tardó en escuchar. Jimin limpió rápidamente sus lágrimas y dio media vuelta, tenía que escapar y encerrarse en su habitación.

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