Capítulo siete.

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"Bésame como si quisieras ser amado."

Punto de vista de jaime.

Estaba acostado en mi cama, así había estado todo el día.

Pensaba, pensaba en mi situación con el Nico.

¿Por qué cresta se me hace tan difícil declararme?

Claro, tenía miedo, miedo al rechazo por parte de él.

Me acordé del beso que no le di en las escaleras de emergencia.

Lo tenía a menos de 5 centímetros, nuestros alientos se fusionaban. Podía ver cada una de sus marcas faciales.

Cuanto daría por volver a ese momento.

Me senté en la orilla de mi cama y me tapé la cara con ambas manos.

Fue ahí cuando tomé la decisión más importante para mi.

Le iba a decir, le iba a decir al Nicolás cuanto lo quería.

Ya no podía ocultárselo más.

Si, había una gran posibilidad de que se alejara de mi, pero debía correr el riesgo, ¿No?

Estuve un rato pensando en qué iba a decirle en el momento en que me declarara.

Debería dejar que todo fluyera con naturalidad, porque sino voy a empezar a crear un diálogo entero en mi mente.

Me levanté de mi cama, fui a bañarme, me vestí, me perfumé y todas esas cosas poco importantes, pero que ahora me parecían importantes.

Estaba saliendo de mi casa. Mientras me dirigía a la casa del Nico, vi un pequeño negocio y compré unos chocolates para no llegar con las manos vacías.

Ya estaba frente a su casa.

La verdad es que estaba más nervioso que la chucha, me temblaban las manos, y sudaba más que la mierda.

Puta la wea, ducharme no sirvió de nada.

Jaime culiao, deja de pensar weas y toca el timbre. -Me regañó mi subconsciente.

Y era verdad, es decir, la gente pasaba por el lado mío y me miraba raro por estar mirando fijamente la puerta de una casa.

Avancé con paso firme y toqué el timbre.

Y ahí fue cuando mi nerviosismo aumentó, al ver al Nico parado en la puerta mirándome con una cara de confusión que lo hacía ver extremadamente tierno.

Sonreí inconscientemente.

-Nicolás: Wena po weon, ¿Qué haces acá?

Salí de mi trance y contesté.

-Jaime: V-vine a visitarte po weon. -Dije con una sonrisa nerviosa.

-Nicolás: ¿Y pensai quedarte parado ahí toda la tarde? Pasa po weon. -Dije riéndose y haciéndose a un lado para dejarme la entrada libre.

Entramos a su casa y nos sentamos en el sillón más grande de todos, considerablemente distanciados.

Nos pusimos a conversar puras weas hasta que nos quedamos sin tema de conversación y se produjo un silencio.

Lamentablemente no era uno de esos silencios en los que nos miramos a los ojos como si fuera la última vez que pudiéramos hacerlo.

No iba a tener esa suerte.

Era un silencio incómodo, muy incómodo.

Estaba decidido a decir algo hasta que el Nico se dispuso a hablar.

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