Blood Tears | BTS

CAPÍTULO 6

Al girarme para saber quién era esa persona que me había agarrado no vi a nadie, sólo pude detectar una mísera sombra moviéndose increíblemente rápido por el oscuro pasillo.

— ¿Qué ha sido eso?— pensé en voz baja mientras un escalofrío recorría mi espalda.

— ¿Qué ha sido el qué?— Yoongi entró en la cocina junto a los demás chicos.

Me pareció extraño no ver a Jungkook por ningún lado, aunque lo más seguro es que estuviera escondido detrás de alguno de ellos.

— Que susto— me puse la mano sobre el pecho- Nada, imaginaciones mías. He sentido que alguien me agarraba por detrás— confesé aún con algo de temor.

— Sabía que estabas loca, pero no tanto— rió.

Fue la primera risa que escuché proviniente del chico, su risa era única, y al parecer contagiosa, porque empecé a reír y así uno por uno, la sala se llenó de risas.

— Por cierto. ¿Y Jungkook?— pregunté curiosa, Taehyung se había ido a dormir hacía rato así que no pregunté por él.

— Eh, está aquí— Jimun se giró y me pareció como si por arte de magia apareciera Jungkook.

Sin embargo, lo vi con un aspecto diferente. Tenía los ojos más oscuros y el muchacho temblaba ligeramente. Quizás le había pasado algo.

— Juraría que no estaba aquí hace un momento— me froté la cabeza, confusa.

— Estarás cansada, será mejor que vayas a dormir— me sugirió Seokjin, agarrando mis hombros con total delicadeza.

— Será lo mejor— asintió Namjoon, dejando ver sus increíblemente bonitos hoyuelos.

— ¡Qué descanses bien!— me abrazó Hoseok rápidamente, separándose de mí aún más deprisa.

— ¡Buenas noches!— Jimin imitó ese mismo acto mientras sonreía ampliamente.

Todos hicieron lo mismo, menos Yoongi y Jungkook, quienes se mantuvieron algo más distantes. No los juzgué por ello, entendí que hay personas que les guste más o menos el contacto físico.

— Descansa, pequeña— al fin, Yoongi se dignó a acercarse a mí y me abrazó entre pequeñas risitas, estrechando su cuerpo contra el mío en un profundo y cálido abrazo.

¿Estaba soñando o eso acababa de pasar? Yoongi, el chico sarcástico e introvertido que acababa de conocer me estaba abrazando.

— ¿Tienes fiebre o algo?— pronuncié con tono burlón, poniendo una mano sobre su frente mientras acompañaba su sonora risa con la mía.

— Ja-ja, que graciosa— habló sarcástico, haciendo rodar sus ojos con parsimonia. Aun así, éste sonrió con dulzura al par de segundos, cosa que yo no conseguí ver.

— Y Yoongi ha vuelto— informé entre carcajadas a lo que todos se unieron a mi risa.

— Hasta mañana— murmuró Jungkook después de que el silencio reinara una vez más.

— ¿No vas a abrazarla, Jungkook? Se tiene que ir a dormir— el más bajito de todos le dio un par de golpecitos en el brazo con su codo— Todos lo hicimos, no vayas a quedar así de mal— se aguantó la risa.

— Claro— asintió el susodicho, acercándose a mí con el pulso alterado.

— Si no quieres no te obligaré— hablé, algo preocupada por si estaba forzando a Jungkook cuando éste quizás no quería hacerlo.

— No, no. Insisto— negó, dirigiéndose a mí con una pequeña sonrisita sobre sus labios.

El chico se mantenía cabizbajo, con las mejillas teñidas de un leve rojizo. Era una imagen realmente adorable a mi parecer, así que no pude evitar pronunciar las siguientes palabras.

— Pues... ¡Ven a mis brazos, Kookie!— bromeé mientras abría mis brazos y se extendía una risa por toda la sala, menos la de Jungkook, el cual se puso literalmente rojo en cuestión de segundos, obedeciendo a mi petición.

Correspondió dulcemente, acariciando mi espalda con suavidad mientras su respiración chocaba contra mi cuello.

La verdad es que el abrazo duró bastante. No porque así lo quisiéramos, sino porque sucedió así, sin más, ni siquiera nos percatamos de ello.

— Ya la puedes soltar, o la asfixiarás— Yoongi intentó alejar al menor, pero el intento fue en vano, pues éste no me soltó hasta un par de largos segundos después.

Antes de separarse de mí sentí un roze entre sus labios y mi cuello. No le di mucha importancia, seguramente había sido un accidente, pero no quitó el hecho de que mi cuerpo se estremeciera en ese instante por el contacto.

— Buenas noches— sonrió de la forma más adorable y resplandeciente que jamás había visto.

— Buenas noches, Jungkook-Oppa— pronuncié con verguenza antes de subir las escaleras hasta llegar a mi habitación.

A medida que subía por las escaleras escuchaba las quejas de los demás, diciendo cosas semejantes a ‹¿¡Oppa!? ¿Y yo?› a lo que se me escapó una pequeña risa. Los muchachos eran encantadores. Mi madre tenía razón.

Nada más subir, entré a la habitación u me sentí aliviada al ver todo en su sitio. Por fin un momento de paz y tranquilidad, tantas cajas me estresaban. Cerré la puerta de mi habitación y me tiré a la cama sin pensarlo dos veces.

Pasaron unos diez minutos hasta que recordé que tenía que ponerme el pijama, así que, me levanté de nuevo y me puse la ropa doblada a un lado.

Después de haber estado un par de minutos con la mirada fija en la pantalla de mi móvil acabé durmiéndome con él en la mano.

—

POV. YOONGI

Me despedí de los chicos y me quedé haciendo guardia en casa. Ellos se habían ido a cazar su cena al ver que t/n se fue a dormir. Debía asegurarme de que nadie más entrara o saliera de la casa y, por si fuera poco, vigilar t proteger a nuestra nueva inquilina.

Me pase un buen rato viendo una de mis series favoritas, hasta que aproveché los minutos de los anuncios para darme una vuelta por la casa. Me dirigí a la habitación la chica. La encontré tumbada sobre su cama, recostada sobre ésta en posición fetal y con su celular pegado al pecho. Supuse que se habría dormido con él.

— Eres un desastre...— susurré con una inconsciente sonrisa, admirando la bella imagen de la joven durmiente.

Agarré su móvil y lo dejé en la mesita de noche. Seguidamente, acomodé a la muchacha bajo las sábanas y la tapé con la manta al notar como su piel se había erizado. Debía de tener frío.

Besé su frente por inercia y me fui de la habitación, cerrando la puerta detrás de mí mientras sentía mis mejillas arder.

¿Cómo demonios podía sonrojarme por algo así?

—

POV NORMAL (T/N)

Estiré mis brazos mientras intentaba aclarar mi visión, acababa de despertarme sin apenas recordar nada.

Un par de minutos más tarde abrí la ventana, dejando entrar los pequeños rayos de sol en mi habitación.

Tenía el presentimiento de que ese día iba a ser más relajado. El pensar en que ya no tendría que deshacer más cajas me hizo inmensamente feliz. Además de que tenía un mes para estar junto a mamá y su nuevo marido antes de que se fueran de luna de miel, lo que aumentó mi sonrisa de forma inmediata.

Habían estado tan ocupados con lo de la boda que apenas les veía el pelo por la casa. Quizás fuera egoísta, pero en ese momento estaba deseando que todo aquello de la ceremonia nupcial se terminara de una vez para poder convivir con mi madre de nuevo.