-Maggie... -repetí insistente-. ¿Qué fue lo que te dijeron en esa llamada?

Ella esbozó una sonrisa torcida.

-No puedes decirle a Harry, ¿Si? -adelantó antes de cualquier cosa. Yo asentí, ciertamente, aunque no me lo hubiera dicho, tampoco la habría delatado-. Joshua está... El policía dijo que... Que se había metido en una pelea, que estaba borracho y que golpeó a un par de chicos y... Aún peor... A otro oficial. Está preso, o detenido, o algo así. Solamente me pidieron que por favor fuera lo antes posible para allá.

-Wow... Mierda... -farfullé. ¿Qué diablos le había pasado al tipo como para actuar de esa forma?-. Entonces es grave.

-No... Es decir, no lo sería tanto si este solo fuese su primer problema en Francia -murmuró, más para sí misma que para mí. Seguidamente, alzó su mirada desesperada para volver a decirme:- Navah, no puedes decirle nada a Harry. Mucho menos si sabe que quien pagará la fianza seré yo.

-Maggie, créeme cuando te digo que lo último que haría sería acusarte con él -le sonreí, con toda convicción de mis palabras. Ella se había comportado excelente conmigo, había sido absolutamente grandiosa. ¿Cómo iba a traicionarla de esa manera? Imposible.

-Gracias -susurró, antes de que volviésemos a retomar la tarea de guardar sus cosas en la maleta.

En eso estábamos, y de hecho, aún no acabábamos de guardar todo cuando -como si su mención hubiese sido la mejor forma de invocarlo- Harry apareció en el cuarto.

-Maggie, necesito hablar con Navah, ¿Puedes...? -decía, hasta que reparó en que ya estaba ahí-. Oh, hola, Navah -me saludó, torpemente.

Sonreí de medio lado, incómoda. Luego él mismo fue quien descubrió el porqué.

-¿Y esas maletas? -preguntó, observándonos a ambas. Las dos guardamos silencio-. ¿Y? Estoy esperando una respuesta. Díganme ahora qué está pasando aquí, señoritas.

Mierda. Estábamos tardando demasiado en responder.

-Oh, Harry, ¿Qué ya lo olvidaste? Maggie dijo que se marcharía hoy -mentí, siendo este mi pobre e inútil intento de salvar el día.

-¿Qué? -cuestionó, incrédulo-. Oh, Navah, cállate, ni lo intentes. Eres una pésima mentirosa -me recordó, antes de descartar cualquier respuesta proveniente de mi parte.

"Gracias" murmuré, molesta.

-No, pero es cierto, Harry, me marcho hoy porque... Porque mañana me reuniré con un cliente que quiere que diseñe su nueva casa -mintió la mayor, sorprendiéndome.

Ni Maggie ni Harry habían mencionado que la rubia era diseñadora de interiores. De hecho, hasta había creído que solamente era otra chica de la élite que vivía de la herencia de sus padres.

-Mm... Tú no estás trabajando, al menos no si no es para el hotel, eso dice tu contrato, hermanita -le recordó Harry.

Ambas volvimos a callar. No había que ser un genio para darse cuenta de que Margareth estaba jodida, contra la espada y la pared. Su hermano la conocía, además era bastante inteligente, por lo que de una u otra forma terminaría descubriéndola.

-Voy a preguntarles una vez más -suspiró, cruzándose de brazos-. ¿Qué está pasando aquí?

Maggie me dedicó una última mirada, como preguntándome si debía hablar o no. Con los labios y sin emitir sonido alguno le dije: "dile la verdad". A fin de cuentas, era algo irremediable, y sería mejor si se enteraba por ella.

-Pasó algo en París -comenzó-, me llamaron recién, tengo que volver.

Así como yo también me había alarmado al escuchar sus palabras la primera vez, Harry también lo hizo.

Million Dollar Man » Harry StylesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora