<•> Capítulo siete <•>

ابدأ من البداية
                                    

—¡Ah! —gritó y me señaló— ¡Te pillé! ¡Te pillé!

—¡Ssshh!—puse el dedo índice sobre mis labios.

En realidad, no había dicho nada malo; pero con esa, palabra
teniendo género masculino—, ella sacaría sus propias conclusiones. Además, conociéndola, le diría a mi madre, a James, e incluso sería capaz de ir a visitar a Kay para informale; que le había dicho lindo a un hombre.

—Necesito que me lo cuentes todo con lujo de detalles, y dime de una vez si el chisme es largo, sino para traer unos ricos pretzels —cruzó una de sus piernas.

—¿Todo? —sonreí de lado, y apoyé la barbilla sobre la palma de mi mano—. No ha pasado nada; querida. Al menos no aún —aclaré.

Ella, después de procesar mis palabras, pegó otro grito tan desesperante, que me vi obligado a arrugar mi rostro.

—¡Dios! ¡Mis deduciones eran ciertas! ¡Seré una profeta!

—¿Eh? ¿Qué? ¿Huh? —balbuceé confundido—. ¿De qué rayos hablas?

—¡Yo tenía razón! —se puso de pie.

—¿Razón? ¿Sobre qué?

Salió, cerrando la puerta. Menuda manía tenía de siempre dejarme hablando solo.

Acto seguido, analicé lo que había sucedido en esos pocos días...

¿Tan obvio fui?

<•>

Antes de darme una ducha, Vin y yo, estábamos en mi cama, jugando con un pulpo y un caballo de peluche. Yo usaba al animal de ocho tentáculos y él, al equino.

—¡No dejes botado a Pulpín! —amaba mi maldita originalidad, porque le dije que se llamaría así.

—¡Noooo! —hizo correr al caballo mucho más rápido para lograr rescatarlo de unos monos espías.

«Este niño y sus ocurrencias», pensé, riendo.

Al final, logramos salvarlo de los monos y Pulpín regresó a casa con sus hijos. Me encantaba jugar así con él, a  lo tradicional. Cero tecnología; un aparato como un Ipad, le causaría dependencia a corto plazo y no quería eso.

«¡Que Vivan los peluches!»

Me arreglé para el trabajo, y ya no me había dado tiempo de desayunar. Le informé a Sylvio del choque el día anterior. Él, asustado, me preguntó por qué no le había dicho nada.

—¿Y si hubiera sido más grave? —me miró, regañándome con la mirada.

—¡Tranquilo, viejo! Estoy bien... —le di unas palmadas en la espalda—. Por favor, llévalo al taller por mí, me llamas para saber cuánto dinero se necesita.

—Oh, claro. Iré a sacar el otro auto del garaje —se dio la vuelta y comenzó a caminar rápidamente.

—¡Gracias!

<•>

Dejé las cosas sobre el escritorio, mis hermosas nalgas no habían tocado la silla cuando Romy entró y me dijo preocupada:

—Señor, Ivo está en la entrada, no lo dejan pasar...

—¡Wou! ¿Escuché bien? —arrugué mi frente— ¿Cómo que no? ¿Quién?

—El oficial de seguridad. La recepcionista me dijo que estaba de vacaciones y que entró hoy; así que no conoce a Ivo. Y ella tampoco sabía que él había empezado acá... Ya ni sé cómo a mí si me dejó pasar —levantó los hombros.

Perfecta ImperFecciÓnحيث تعيش القصص. اكتشف الآن