Capítulo 16

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Narra Carina

Luca había tenido razón aquella vez cuando lo dijo: nuestra primera vez fue “jodidamente especial”. Y cuando desperté a la mañana siguiente entre sus brazos ese fue el primer pensamiento que tuve.

—Despertaste —susurró contra mi oído.

Mi espalda descansaba en su pecho y sus brazos protegían los míos entrelazándose en nuestras manos. Se respiración movía su abdomen haciendo que su cuerpo rozara el mío.

—¿Cómo lo sabes? —Pregunté conteniendo una sonrisa.

—Por tu respiración, ha cambiado.

Sin necesidad de moverme, solamente sintiendo su cercanía, bostecé al tiempo que mis ojos se volvían a cerrar. Los abrí cuando él apartó algunos mechones sueltos de mi cabello. Entonces recaí en que la única luz que iluminaba la habitación era la del amanecer filtrándose por la ventana abierta. Ya casi era de día.

—Mierda.

La maldición salió sola de mis labios al tiempo que hacía por incorporarme para levantarme de la cama. Sin embargo los brazos de Luca reaccionaron rápido estrechándome contra él y aprisionándome cerca. Su nariz hizo cosquillas en mi cuello.

—Se está tan bien abrazado a ti que es como si no hubiese mañana.

—Eso no tiene sentido —reí y él me dio un beso en la mejilla.

—Lo tiene para mí.

—Me alegro, pero tal vez las cosas empiecen a dejar de tener sentido también para ti si mi hermano se da cuenta de que no he vuelto a casa a dormir.

—Mierda —maldijo Luca, repitiendo lo que yo había dicho.

—Eso está mejor.

Riendo logré apartar sus brazos de mi cuerpo y salir de la cárcel que había creado en sus sábanas. Me acerqué tambaleante a recoger mi ropa sintiendo cómo la sangre corría a mis mejillas sonrosándome al darme cuenta de la situación. Mi blusa y mis pantalones estaban esparcidos a lados opuestos del cuarto.

Me vestí tropezando con los pantalones y teniendo que saltar a la pata coja para poder meter las piernas dentro de ellos. La blusa se me enredó a la altura del cuello y me costó hacerla bajar. Mientras trataba con esa difícil hazaña escuché perfectamente cómo Luca se reía. Cuando por fin conseguí hacer pasar la camisa se acercó a mí y deslizó sus manos por mis brazos, llegando a mis hombros y finalizando en mi pelo. Observé atenta hasta que deslizó fuera la goma de pelo que había sujetado mi trenza despeinada.

—Así mejor —susurró hundiendo sus dedos en mi pelo y soltando mi melena rubia en rizos deshechos.

Sonreí y bajó su rostro hacia mí lo suficiente como para darme un casto beso en los labios. Si alguien me hubiese dicho que todo esto iba a ocurrirme como Luca el día que le conocí me hubiese costado horrores hacerme a la idea. Era increíble como las apariencias cambian cuando conoces a una persona. Cuando la conoces de verdad.

Luca terminó de vestirse pasándose una camiseta arrugada por su cuello y calzándose unas playeras de tela. Se llevó un dedo a los labios pidiendo silencio antes de abrir la puerta de su habitación y asomar la cabeza al pasillo.

—Todo despejado —susurró en voz baja dejándome espacio para que pasara delante de él—. Hora de llevarte a casa antes de que tu guardián note tu ausencia.

“Si es que no la ha notado ya”, pensé. Rezaba porque Rocky hubiese conseguido mantener a mi hermano en la inopia el tiempo suficiente como para que no me hubiese echado de menos.

Tu + Yo = Imposible ©Where stories live. Discover now