Capítulo 11

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Narra Carina

No había estado segura hasta cuál punto quería besar a Luca hasta el momento en el que él me besó. Y maldita sea, ese beso consiguió extasiar cada gota de sangre de mi cuerpo.

Su boca luchaba ávida contra la mía, sus labios quemaban y su lengua exploraba cada recodo a su alcance. Me estaba besando de una manera tan sedienta que dudaba de haber podido pararle en caso de haberlo deseado. Pero no era así. No, yo quería más, y en el momento en el que su mano tanteó precavida mi cadera para posarse en ella opté por dejarme llevar.

Sé que le sorprendí cuando enredé mis brazos en su cuello y apreté mi cuerpo contra su pecho desnudo, pero eso no me echó hacia atrás. Deseaba aquello, ansiaba sentir más dentro de mí el calor que emanaba su piel y cualquier mísera distancia que nos separaba era molesta para mí. Nunca había experimentado algo parecido. Ni siquiera podía haber fantaseado con algo así.

La sangre comenzó a hervir dentro de mis venas y mi cuerpo se inclinó con voluntad propia más hacia él. Luca perdió el equilibrio llevándome consigo. Caímos al suelo de su habitación, su espalda sonando duro por el choque. No se quejó y yo tampoco lo hice cuando su mano se envolvió alrededor de mi cuello tirando de mí hacia abajo. Sus labios atraparon los míos en una respiración feroz. Apenas fui capaz de retener el jadeo cuando sus dientes mordieron mi labio inferior con suavidad.

Los ojos de Luca se entreabrieron en ese momento, brillantes. Una sonrisa victoriosa tiró de las comisuras de sus labios sin apartarlos de los míos. Juro que en ese momento la temperatura de la habitación se elevó por las nubes. Mi piel picaba de ansiedad e impaciencia por el momento y mi respiración se había acelerado. Sentía los nuevos y vigorosos latidos de mi corazón pidiendo a gritos algo que no conseguía descifrar.

Todo aquello era nuevo para mí. Estar con un chico, besar a un chico, dejar que me tocara… Y del mismo modo que erizaba mi vello y me asustaba como el infierno, también empezaba a necesitar esa sensación dentro de mí. Más amplia, más intensa. Sentía cómo poco a poco me iba haciendo adicta a esa diferente clase de adrenalina que corría por mis venas. Adrenalina por Luca.

Ahogué un grito cuando sus dedos se clavaron en mi cintura y de un impulso hizo girar nuestros cuerpos hasta que el mío quedó atrapado debajo del suyo. Apartó sus manos posándolas a ambos lados de mi cabeza con los brazos estirados. Su largo cuerpo se estiraba sobre el mío casi sin tocarme a excepción por nuestras piernas enredadas. Sus ojos azules centelleaban irradiándome en calor. Trazaron un camino desde mis labios hinchados y deseosos hasta donde su cintura comenzaba a juntarse con la mía. Se tomó su tiempo para saborear cada parte de mí, porque sí, a juzgar por cómo me estaba mirando, podría estar viéndome como si fuese un trozo de su pastel favorito. Y eso intensificaba las emociones dentro de mí.

Sus ojos volvieron de nuevo a rehacer su camino hasta encontrarse con los míos y aun con la profundidad con la que me estaba mirando me fui difícil no sorprenderme con sus palabras.

—Joder, eres preciosa.

Y luego volvió a besarme. Todo su cuerpo se aplastó contra el mío, sintiéndole así de una forma diferente a antes. Mis piernas consiguieron desenredarse de las suyas y las usé para atraparle más cerca de mí. Esta vez fue él quien jadeó cuando las envolví y apreté alrededor de su cintura atrayéndole más cerca de mí.

Me sentía poderosa e increíble de una forma en la que nunca me había sentido antes. El miedo a lo desconocido, los nervios de las mariposas en mi estómago y la atracción hacia él seguían estando, pero empezaba a dominar por encima de ellos una energía diferente. Una que Luca me estaba dando con cada beso, cada palabra y cada roce que me dedicaba. Me hacía sentir guapa. Me hacía sentir importante. Y de alguna manera u otra, también me hacía sentir querida.

Tu + Yo = Imposible ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora