Cuando el encapuchado hizo otro intento por lastimarlo, YoonGi sujetó el palo del hacha y empezó a forcejear.

—¡Seokjin!— el líder de aquella secta desvío la mirada hacia el frente y apretó los dientes. Habían interrumpido el ritual y nada le enfurecía más que eso.

—¡No lo dejen escapar!— gritó y de inmediato más encapuchados sacaron dagas y cuchillos para ir a detenerlo.

YoonGi logró conseguir el hacha y amenazó con ella a quien se acercó, aunque eran demasiados para él solo.

—¡Jimin!— le gritó, pero el peli gris había entrado en un trance— ¡Jimin, reacciona!

Los hombres se lanzaron contra él violentamente y podían escucharse los gritos desesperados y gritos con maldiciones.

Seokjin sonrió con sorna y terminó la lectura, avanzó unos pasos hasta estar frente a Jimin y colocó el libro a un lado. Empuñó la daga y la levantó para después bajarla a gran velocidad.

El objeto filoso se hubiera enterrado en su abdomen, de no ser porque un hacha llena de sangre se interpuso.

Seokjin levantó la mirada enfurecido y vió los ojos marrones del azabache totalmente oscurecidos y llenos de odio.

—No te atrevas a tocarlo— bramó entre dientes, dando un aspecto escalofriante.

—Debe morir, YoonGi... ¡¿No lo entiendes?! ¡Todo falló! El ritual trajo algo que no podemos controlar...

—No me importa... Yo lo amo y no voy a dejar que me lo quiten... No a él...

El escenario cambió y pronto los truenos iluminaron el cielo, al mismo tiempo en que las gotas de lluvia comenzaron a caer. El fuego se extinguió, el tiempo del ritual terminó y Jimin lentamente empezó a reaccionar.

Todo quedó en obscuridad, los sonidos de aquel bosque donde se encontraban eran escalofriantes, y los hombres de capuchas que aún seguían con vida, empezaron a moverse en todas direcciones, creando sombras danzantes que se perdían entre los árboles del bosque.

YoonGi mantenía la mirada fija en Seokjin, hasta que de pronto el filo de una daga atravesó su abdomen.

Sus ojos se abrieron de sobremanera y bajó la mirada junto con el hacha sólo para ver cómo la sangre manchaba su vestimenta, sintiendo como perdía poco a poco su fuerza.

Detrás de él, se encontraba Taehyung con una sonrisa. Sacó la daga en un rápido movimiento y Seokjin observó como la sangre YoonGi, mientras que hacía una mueca de dolor absoluto, y lo último que pasó, fue que sujetó a Jimin antes de caer al suelo, apretando la herida, aunque el dolor era casi insoportable.

—Te lo dije Min, lo haremos sin importar qué — habló Taehyung poniéndose de pie frente a él, Seokjin se acomodó a su lado y se hincó manteniendo una expresión de burla en su rostro. Los demás miembros de la secta se pararon a su alrededor y rieron.

—Estas acabado...

Pero YoonGi dejó escapar una risa que resonó como eco en aquella oscuridad mientras levantaba la mirada, dejando completamente confundidos a los demás.

—Y-Yo creo— habló entrecortado—, que ustedes están acabados.

Finalmente levantó la mano, y de ella colgó el collar de Jimin.  La cadena estaba rota y la perla partida.

Los ojos de Seokjin se abrieron de sobremanera, y de pronto la cabeza de un hombre rodó hasta sus pies.

Levantó la mirada, y entonces pudo ver a Jimin con el hacha de doble filo entre sus manos, y la máscara manchada de sangre así como su cuerpo.

Una sonrisa apareció en sus preciosos labios, al mismo tiempo en que los hombres de capucha empezaban a dispersarse, pero él sólo rió antes de ir tras ellos.

El hacha se movió ágilmente, como si no pesará en lo absoluto, como si se tratara de un ligero y delgado cuchillo que logró partir varios cuerpos. La fuerza con que Jimin enterraba aquel objeto era sobrenatural.

—¡Levántate!— gritó Taehyung tomando el brazo de Seokjin, que había entrado en shock. Lo paró del suelo y empezó a correr con él hacía un caballo negro.

Jimin no se detuvo, estaba ido, estaba furioso, estaba descontrolado, y en ese momento no hizo falta perseguirlos, pues con su simple aura los dejo tendidos en el piso, haciendo que sus ojos, que sus oídos y nariz sangraran.

Aquel ritual se convirtió en una masacre. Muy pocos lograron escapar, y Jimin, quien estaba demasiado concentrado en su labor, solo se detuvo hasta que un llanto captó su atención.

—Isabella— murmuró, y entonces sus ojos enegrecidos se volvieron nuevamente azules. Sacudió la cabeza y observó a su al rededor, veía las cosas borrosas y distorcionadas, así que dejó caer el hacha y sintió sus rodillas estrellarse contra el suelo.

En ese momento apretó su cabeza tratando de alejar aquella ira que le invadió, como si un aura oscura estuviera tratando de poseerlo nuevamente, y él luchara por sacarla de su cuerpo. Sentía dolor, sentía rabia, sufrimiento, tristeza. Sus lágrimas descendieron por sus mejillas, y cuando volvió a mirar al frente, el caballo se había marchado, llevándose a su hija lejos de él.

—J-Jimin.

El peli gris sintió un escalofrío al reconocer aquella voz débil, así que inmediatamente se arrastró por el lodo que se formó con el agua y la tierra, hasta que llegó a YoonGi.

—¿Y-Yo lo hice?— preguntó llorando al darse cuenta de la profunda herida que tenía su amado.

—N-N amor mío...— sonrió.

Jimin devolvió la sonrisa y lo tomó entre sus brazos, acariciando lentamente la piel de su rostro mientras su otra mano se mantenía sobre la herida.

El dolor lentamente se desvaneció, y cuando Jimin apartó su mano, sólo quedaba una cicatriz en el lugar.

—Se llevaron a Isabella— lloró con más fuerza, y pronto se vió envuelto por los brazos de YoonGi.

—La vamos a encontrar... No importa a quién tengamos que matar... La vamos a encontrar y asesinaremos a todos los desgraciados que nos hicieron daño... Te lo prometo.

вajo la мáѕcara || уσσимιиजहाँ कहानियाँ रहती हैं। अभी खोजें